San Felipe de Jesús, fraile franciscano dedicado a la obra de Dios y al servicio de los pobres y necesitados, es muy venerado por ser el primer mártir mexicano, al morir en tierras japonesas defendiendo su fe. Hoy en día, existen numerosa oraciones, fechas celebres incluso nombre de ciudades en honor a este santo, observemos su historia en el siguiente articulo.
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San Felipe de Jesús
En la historia de la iglesia católica se pueden escuchar nombrar terminologías adaptadas a diferentes personas y entre esos términos se destaca la palabra Santos, originaria del latín, griego y hebreo; es un término empleado para hombres o mujeres que se han destacado de forma excepcional o ejemplar durante su estadía en la tierra, a tal punto que pueden ser relacionados con divinidades.
Dicho término es empleado para aquellas personas que pasaron de este mundo y vivieron una vida íntegra a su ideal religioso, siendo conocidos como Santos Católicos. Dicho título solo puede ser otorgado por el Papa o el arzobispo de la región.
Incluso la mayoría de los individuos que fueron catalogados como Santos, reciben el nombre de mártir debido a que fueron personas que padecieron o murieron por defender sus creencias y convicciones, entre estos casos se pueden destacar la biografía e historia de San Felipe de Jesús.
Biografía de San Felipe de Jesús
Nació en la ciudad de México en el año 1572. Sus padres eran inmigrantes españoles Don Alfonso de las casas, originario de Illesca y Doña Antonia Martínez, originaria de Sevilla; ambos padres llegan a México en búsqueda de una vida mejor. Fue el hijo mayor de once (11) hermanos.
En su niñez se caracterizó como inquieto y muy travieso, siendo incluso expulsado del colegio por mala conducta, asistió al Colegio de San Pedro y San Pablo, estudiando gramática en un colegio jesuita de la ciudad de México.
A muy temprana edad sintió el llamado del Señor, por ello fue enviado a un convento franciscano de Puebla, pero su estadía fue muy corta, no resistió ese estilo de vida debido a la severidad de las reglas del convento, decidió escaparse y regresar a su casa familiar.
Sin embargo, vivía en angustia, vacío y un sinsentido de su vida, con el tiempo reconsidero su vocación y decide regresar a los caminos religiosos al sentir el llamado con el texto bíblico: “Si quieres venir en pos de mí, renuncia a ti mismo, toma tu cruz y sígueme” (Mateo 16:24), con la perdida de sus amistades y fracasar como comerciante, decide retomar nuevamente sus pasos como misionero franciscano. La biografía de San Felipe de Jesús comienza a destacar en este punto.
Fray Felipe de Jesús en la Orden Franciscanas
Los franciscanos, son una orden religiosa de la iglesia católica, enfocada en la doctrina de San Francisco de Asís, tienen prohibido aceptar dinero, viven día a día de trabajo y viviendo en una pobreza total, para conseguir que todos los hermanos tengan una inspiración del Espíritu Santo y amor por Cristo con un desprendimiento total de lo material.
La orden franciscana se encuentra clasificada en tres órdenes. La primera orden, conocida como los frailes menores, es considerada la orden con mayor número de participantes con los ideales de pobreza evangélica.
La segunda orden, conocida como las Hermanas Clarisas, corresponde a doncellas dedicadas a la obra, como hermanas pobres según la regla de Asís. La tercera orden, conocida como hermanos (as) de Penitencia, creada por San Francisco de Asís como un estado intermedio en el mundo, para aquellas personas que decidan pasar su vida como santos.
Felipe entró con los franciscanos de Manila, donde estudiaba, se dedicaba a la oración y atendía a los enfermos y los más necesitados, escogiendo el nombre de Felipe de Jesús y perteneciente a la primera orden franciscana, con un desprendimiento de los bienes materiales y en la pobreza total, pero al fin consiguió la paz que por tantos años había perdido.
Luego de un tiempo sus superiores le afirmaron que podía realizar sus estudios en la vocación a ser sacerdote, debido a no haber obispo en Filipinas, su preparación sería en México cerca a su familia y amistades de la infancia.
Felipe se embarcó con otros frailes a México en un galeón de vela, muy empleado para la época para el comercio o la guerra, siendo un viaje bastante largo (aproximadamente siete u ocho meses), pero debido a complicaciones con el barco estuvo a la deriva por casi un mes y una fuerte tempestad desvió la embarcación a costas japonesas en el año 1596.
El galeón presentó un exceso de carga, impactando contra el suelo de la costa, abriéndose fácilmente en dos presentando dificultades para continuar su viaje, por lo tanto, tuvieron la obligación de mantener su estadía en Japón en distintas casas de creyentes, hasta la reparación de la embarcación.
Fray Felipe de Jesús en Japón
Durante su breve estadía en Japón se dedicó actividades misioneras junto a sus otros compañeros franciscanos, destacándose, junto al fraile Juan Pobre de Zamora, con la finalidad de llevar el cristianismo, dedicándose a la conversión de Japón a Cristo.
Al inicio perteneció al clan Oda junto a Oda Nobunaga (líder más caracterizado del clan) como un humilde sirviente, pero fue ascendiendo debido a su gran carisma y apoyo, hasta convertirse uno de los grandes generales del clan, ascendiendo al poder con el fallecimiento de Nobunaga y fortaleciendo los lazos con otros clanes para tomar el control de Japón.
Se caracterizó por su abundante legado cultural, durante su periodo fue la llegada del cristianismo a Japón, destacándose entre los fervientes misioneros al Fray Felipe de Jesús.
Inicialmente fue permisivo con los cristianos con ciertas restricciones, ya que estaba enfocado en beneficiar el país con el comercio, armas de fuego y el intento de unificar el país; teniendo cierta afinad con los jesuita como el Portugués Gaspar Coelho a quien concedió el permiso de residir en el país para predicar su evangelio.
Luego al observar la alta influencia de los jesuita en distintas zonas del país, donde incluso una isla entera tenia alta influencia de los misioneros, siendo de alta preocupación al observar señores feudales se habían convertido a la nueva religión y se encontraban destruyendo templos budistas y santuarios shintoístas de sus dominios aunado a ello cedían territorios a los misioneros para establecer sus templos y sitios de comercios.
Debido a la alta preocupación por pérdida de poder, influencia en el comercio por parte de los jesuita y a la influencia de los otros señores feudales, promulgo el decreto contra aquellos lideres a que renunciase a su fe o serían confiscadas todas sus posesiones y sometido al exilio, además promulgo el “edicto anticristiano” conocido también como Bateren Tsuihórei, indicaba la expulsión de los misioneros cristianos y la destrucción de sus templos, marcando un punto de inflexión hacia el cristianismo en Japón.
Al inicio fueron tratados como unos invitados, pero debidos a la tensión generada por la persecución a los jesuitas y creyentes cristianos, fueron incriminados como involucrados a una invasión militar debido a poseer un gran número de riquezas y recursos monetarios destacados en el galeón, este suceso es conocido como el incidente del galeón San Felipe.
El Fray Felipe de Jesús fue hecho prisionero junto a sus compañeros franciscanos y japoneses convertidos al cristianismo, siendo acusados de ladrones corsarios que tenían intenciones de invadir el territorio japonés, debido a ello se expropio el galeón y toda la carga fue llevada a Kioto.
Siendo trasladados los prisioneros a Osaka para el dictamen de sentencia, durante semanas de deliberación, por orden de Hideyoshi son ordenados a ser crucificados juntos con otros frailes que se encontraban en espera de su sentencia.
Antes de cumplir con el cometido fueron expuestos a diferentes humillaciones y torturas como ser cortada la oreja izquierda, arrastrar por las calles con sogas a las gargantas y ser sometidos a una procesión con motivo de burla de ciudad en ciudad (Kioto a Nagasaki) de aproximadamente 900 km, entre caminatas forzadas sin agua, sin alimento, golpeados durante el camino y descalzos.
Finalmente veintiséis (26) cristianos fueron crucificados en la colina de Nagasaki, entre ellos tres (3) jesuita, Pablo Miki, japonés de la alta clase social, perteneciente a familia del ejercito; Juan de Goto y Santiago Kisai (hermanos jesuitas).
Dieciséis (16) cristianos japoneses pertenecientes la mayoría a la tercera orden franciscana, como tres (3) jóvenes de treces (13) años que apoyaban durante las misas: Luis Ibarki, Antonio Deyman (Nagazaki) y Tomás Kasaky; el soldado Cayo Francisco, un enfermero Juan Kisaka o Kinoa; Cosme y Máximo Takeya (padre e hijo); Joaquín Sakakibara, Pablo Suzuki un médico Francisco (Miako); Buenaventura y Matías (Miako) y Tomás Danki (Ize).
Seis misioneros franciscanos, cuatro (4) españoles, fray Pedro Bautista Blázquez, fray Martin de la Ascensión, Fray Francisco Blanco y fray Francisco de Miguel, también fray Gonzalo García (indio portugués) y el fray Felipe de Jesús (mexicano) protagonista de nuestra historia.
Durante esta tortura el Fray Felipe proclamaba “Jesús, Jesús, Jesús” luego lo atravesaron con dos (2) lanzas cruzándose en el pecho, saliendo por sus hombros hasta que alcanzó su corazón, siendo el primero en morir en medio de los mártires.
A pesar de la situación difícil de los franciscanos y creyentes torturados, los cristianos hombres, mujeres e incluso niños celebraban con alegría y entusiasmo la experiencia que vivían los feligreses, debido que padecer en nombre de Dios y del Padre nuestro Jesucristo era un honor y gozo para ellos, como dice en el texto bíblico 1 Pedro 3:14 “Dichosos si sufren por causa de la justicia!, No teman lo que ellos temen, ni se dejen asustar”.
Los cuerpos de los crucificados fueron dejados expuestos por dos meses, en las cruces se encontraba el rotulo que justificaba el motivo de su condenan, donde indicaba que los frailes habían llegado como embajadores pero decidieron quedarse predicar, a pesar de conocer el dictamen del Señor Feudal contra el cristianismo años atrás, por lo que se les asigno morir según su creencia.
Los cristianos se precipitaron a recoger sus vestidos y tenerlas como reliquias y como ofrenda de sangre, mientras que los cuerpos de los mártires, no presentaron señales de putrefacción durante dos meses, la aves de rapiñas merodeaban alrededor pero sin tocar los cuerpos.
El Fray Felipe de Jesús, murió el cinco (5) de febrero de 1597 a los veinticuatros (24) años de edad. Debido que nunca empezó su preparación para el sacerdocio, pudo haber sido excluido de esta tortura, pero decidió morir por sus y creencias, recibiendo el nombre de mártir.
El Fray Felipe de Jesús y su compañeros mártires fueron beatificados, el catorce (14) de septiembre de 1627, reconocimiento otorgado por la iglesia católica al morir una persona y puede interceder por aquellos que recen en su nombre, a su vez fueron canonizados el ocho (8) de julio de 1862 ceremonia donde se declara santa la persona fallecida.
Una de las leyendas más nombradas del Santo se destacan, a su nana, un negra cristiana que presencio sus travesuras mediante su niñez y que solía exclamar “Antes que la higuera seca reverdecerá, a que Felipe llegue a ser Santo” debido que el niño nunca presentó madera para ser Santo.
Una vez beatificado y canonizado por la iglesia católica como San Felipe de Jesús, la higuera de su casa paterna floreció y dio fruto, llenando de júbilo a su familia e incredulidad de algunos conocidos, debido que la higuera se encontraba muerta desde hace tiempo.
Veneración
El santo fue el primer mártir Mexicano en morir por sus ideales religiosos, cuando se supo la noticia en su país natal y la forma que fue su martirio, las autoridades mexicanas celebraron su testimonio de fe.
Al poco tiempo, la popularidad del Santo creció a nivel nacional, adoptando el nombre para barrios y pueblos como la Colonia de San Felipe de Jesús ubicada en la Ciudad de México. Incluso fue escogido como patrono debido a su alta afinidad con la comunidad y de grupos de personas que lo veneran como defensor y protector para su nación.
El frontispicio del Vaticano, lucio el escudo mexicano y la imagen del Primer Santo Mexicano dentro de la imponente basílica junto al emblema del Pontífice reinante, siendo una de las conmemoraciones con mayor renombre para el pueblo mexicano la iglesia católica, destacando la importancia de su acto y la prueba de fe que el Santo realizó en las tierras japonesas, por ello en el año 1917 se promovió junto con el Arzobispo de Guadalajara y el Obispo de Nagasaki, la construcción de una iglesia en lugar del martirio, conocida como San Felipe.
San Felipe de Jesús, es considerado como el segundo (2do) patrono en la Ciudad de México, precedido por Santa María de Guadalupe. También conocido como protomártir Mexicano, debido a ser uno de los primeros cristianos en dar su vida por amor a Jesús.
El 5 de febrero es considerado como fiesta nacional, en honor a San Felipe, siendo un día de asueto, celebración ferias, compartir y misas de agradecimiento.
Se realizan varios festejos incluyendo misas en su nombre. Siendo muy venerado en la ciudad d Colima y Villa de Álvarez, entre algunas de las oraciones es contra incendios y temblores.
La iglesia católica se ha caracterizado lo largo del tiempo en beatificar y canonizar a hombres y mujeres, otorgándoles el títulos de Santos, dando testimonio de santidad y devoción por sus actos de fe ejercidos en vida, exaltándolos como modelos a seguir para las personas que decidan seguir su ejemplo.
Oración a San Felipe de Jesús
Para cada uno de esos Santos, otorgan una oración particular a ese intercesor que las personas venera y busquen para interceder entre Dios y el hombre, la oración dedicada para San Felipe de Jesús, otorgada por la iglesia católica es la siguiente:
«San Felipe de Jesús,
Protomártir de México,
que llevaste tu espíritu generoso hasta el
extremo del mundo,
enséñanos a medir el valor exacto de las cosas;
que nuestra patria
vuelva a su antigua riqueza espiritual,
y sea Dios el Señor de cada vida.San Felipe de Jesús,
que aprendamos de ti
a ser como el mundo nos necesita.
¡Glorioso Mártir Mexicano,
ruega por tu Patria
y por los que vivimos en ella!»
Los mártires son cristianos de ejemplo que dan testimonio de fe, pasión y amor por defender la obra de Cristo y predicar el evangelio a distintas naciones, escogiendo la muerte y el sufrimiento antes que su vida. Los mártir, representan el testimonio de Cristo, demostrando sus acciones en vida al llevar una vida dedicada completamente a la obra de Dios, reflejando fidelidad a su ideal y en cada una de sus acciones entregarse para la ayuda de los necesitados.
Muchos fueron los que han dado la vida por defender sus ideales religiosos destacando en este articulo la obra de San Felipe de Jesús, un hombre que experimento el cambio completo de su vida al entregarse a Jesús y una vez convertido se dedicó a la obra con corazón sincero, a pesar de que no poseía los títulos necesarios para ser considerado sacerdote, decidió morir junto a sus hermanos mártires por su fe.
Para el pueblo mexicano puede ser considerado como el Pablo de su nación, apóstol muy nombrado en las sagradas escrituras por perseguir a los creyentes en Jesús pero una vez conoció el amor de Dios y sus ojos fueron abiertos decidió servirle fervientemente.
San Felipe de Jesús, es considerado como un hombre de gran ejemplo aquellos que buscan una segunda oportunidad, que a pesar de vivir una vida en delitos y pecados nunca lleno ese vacío que solo Dios da a los seres humanos; es el ejemplo a seguir de tomar la cruz diaria que representa todo aquello que nos ata a la vida lejos de Dios.
San Felipe de Jesús, no se arrepintió de haber escogido este camino y seguir al único y verdadero Dios, a pesar, de gozar de los deleites que le ofrecía la vida, escogió seguir a Cristo, por eso sus últimas palabras fueron dedicadas a él, dando testimonio del por qué y por quien estaba muriendo, estando totalmente convencido entre su dolor, agonía y tristeza que su recompensa en los cielos sería mucho mayor.
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