Uno de los más importantes hechos ocurridos en la historia de la humanidad, basado en las escrituras, se refiere al Fiat de María. Siendo ella una humana, que fue escogida por Dios, para albergar en su vientre al Hijo de Dios. Quien sería el redentor de toda la especie. Se trata pues de una obra de suma importancia de la cual es necesario saber. Te invito a seguir leyendo, de seguro que vas a sorprenderte de la información que aquí se plantea. ¡Te va ser de mucha utilidad!
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El Fiat de María
Nadie puede negar que el momento de mayor impacto y hermosura en la historia de la humanidad, está referido al momento en el cual Dios, mediante un Sí de un ser humano, hizo venir al mundo un ser de carne y hueso. El mismo que se convertiría en el Salvador de todos los hombres.
Por ello es que se da la entrada con este tema a la navidad. Y así mismo, al entender bien la información del mismo, será posible vivir de una manera más santa y cristiana. Aquello que fue el Nacimiento del Amado Maestro Jesús, nuestro salvador. Lo que responde a la interrogante de que significa Fiat, fue pues el consentimiento de María al aceptar el pedido de Dios.
Al igual que la madre de Dios, puesto que con el Fiat de María, fue llena por el Espíritu Santo, con su sombra. Luego entonces gracias a ello, fue que dio a luz al verbo encarnado, que es el Verbo Dios, Jesús Nuestro Señor.
Es posible distinguir tres puntos básicos, los cuales pueden dar la definición más clara de lo que es este pasaje bíblico, que recordamos día a día. Y que resulta de suma importancia para todos. Siendo ellos:
- El Fiat de María y su importancia
- ¿Podría haber dicho que No, María?
- El Fiat de María y su relación con la redención.
El Fiat de María y su importancia
Pongámonos en sintonía con el pasaje del evangelio de san Lucas, el cual dice:
«Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
Y entrando, le dijo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo».
«El ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.
Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.
María respondió al ángel: ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?»
«El ángel le respondió: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios.
Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios.
Dijo María: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. Y el ángel dejándola se fue» (Lucas 1:26-38).
Lo primero que vemos es que Lucas claramente, ha situado el tiempo y el lugar del evento. Dando el sexto mes como tiempo, y la ciudad de Nazaret como lugar. Así como a una virgen desposada con el nombre de María, como protagonista del evento.
La conversación entre el Padre y el Hijo
Ahora bien, resulta que a fin de que sea mejor comprendido lo acontecido en Nazaret hace ya más de dos mil años, es necesario que se vaya a la lectura de la Carta a los Hebreos. Siendo que allí podemos escuchar, lo que fue conversado entre el Padre y el Hijo, con relación a lo que Dios tenía como propósito por toda la eternidad.
«Tú que no quisiste sacrificios ni ofrendas, me has preparado un cuerpo. No te agradaban ni holocaustos ni sacrificios por los pecados. Entonces yo dije…‘Dios, ¡Aquí estoy! He venido para cumplir tu voluntad’» (10:5-7).
Luego entonces mediante esta Carta a los hebreos, se dice que obedeciendo la voluntad del Padre. Viene entre nosotros la Palabra Eterna, a fin de ofrecer lo que es el sacrificio. El mismo ha de sobrepasar cualquier sacrificio que se haya ofrecido bajo la antigua Alianza. Siendo el caso que el de Jesús, sería el perfecto y eterno sacrificio que procede a redimir al mundo.
Asimismo, el plan divino tiene su revelación gradual a través del Antiguo Testamento. De forma particular en las palabras dichas por el Profeta Isaías, a quien se le escuchó decir:
«El Señor mismo te dará una señal. Y es ésta: la virgen concebirá a un niño a quien llamará Emanuel» (7:14).
Siendo que Emanuel significa: Dios con nosotros.
La profecía del evento por medio del Fiat de María
Es aquí pues, en donde mediante estas palabras, se profetiza en la plenitud del tiempo, el evento inigualable que ocurriría en Nazaret. Y el cual es celebrado mediante una intensa felicidad y con mucha alegría.
Así es que la peregrinación jubilar se trata de una jornada perteneciente al espíritu, la cual tuvo su comienzo desde las huellas dejadas por Abraham, «nuestro padre en la fe» (Canon Romano; cf. Rom 4:11-12).
Siendo que dicha jornada, se ha encargado de traer hasta nuestros días a Nazaret, en donde nos encontramos con María. La cual era la más auténtica de las hijas de Abraham. Siendo María, por sobre todo el resto la que además nos puede enseñar el significado de vivir la fe del Padre Creador.
En los dos casos han recibido una promesa maravilla de Dios. En cuanto a Abraham que sería padre de un hijo, del cual iba a descender una gran nación. María se convirtió en la Madre de un Hijo, el cual sería el Mesías, el Ungido. Siendo dicho por Gabriel:
«Darás a luz un hijo…El Señor Dios le dará el trono de David su padre…y su reino no tendrá fin» Según Lucas 1:31-33.
Siendo que como fue con Abraham, le es pedido a María que diga “Sí” a algo que no había ocurrido nunca antes. Puesto que será la primera en la lista de aquellas mujeres estériles de la Biblia.
La noticia sobre su prima Isabel
La cual, mediante el poder de Dios, concibe un hijo, siendo que igualmente Isabel se convertiría en la última. Es así que Gabriel para asegurar a María le dice:
«Conoce esto también: tu prima Isabel, a su edad avanzada, ha concebido un hijo«. Según Lucas 1:36.
Luego entonces al igual que Abraham, es necesario que María camine a través de una gran oscuridad, en la cual solamente tendrá que confiar en aquel que la llamó. Es así que se sugiere que María, se encuentra lista para decir que sí, debido a su pregunta ¿Cómo será esto? Aun a pesar de sus temores e incertidumbres.
Siendo el caso que la pregunta de María no es en relación a si será posible tal evento, sino en la forma como se ha de cumplir. No es de sorprender finalmente cuando hace la pronunciación de Fiat:
«He aquí la sierva del Señor. Hágase en mí según tu palabra» Según Lucas 1:38.
Y son estas palabras las que muestran a María, como la auténtica hija de Abraham. Para convertirse en la Madre de Cristo. Y además en la Madre de Todos los hombres de la tierra.
Fiat – Hágase
Fue precisamente con esta palabra, con la cual Dios hizo la creación del mundo, incluyendo todas las maravillas que él posee. Así fue como vio dios:
- La tierra
- El cielo
- Las aguas
- Las plantas
- Los animales
- El hombre.
Y vio que era bueno, según el génesis 1. Luego entonces el hombre conjuntamente con el salmista canta cuando contemplan la creación: ¡Que grandes y admirables tus obras son Señor! Siendo el caso que Dios no dependió de nadie para realizar esta primera creación, debido a que fue por amor que así lo quiso y por lo cual con su libre voluntad procedió a crearlo.
Luego entonces creó a su imagen y semejanza al hombre, de acuerdo al génesis 1,26. Y le concedió el don de la libertad. Siendo que fuera capaz de dar las respuestas de “si” o “no” con su propia voz. Asimismo, el hombre dejó que la serpiente lo engañara y volvió su espalada a Dios.
Así que de nuevo y motivado por su amor, emprendió Dios de nuevo la obra de una creación nueva. La cual sería la segunda y tomó la decisión de salvar al hombre del pecado “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo único” Según Juan 3,16.
Cuando se inicia la vida espiritual, son diversas las informaciones necesarias para seguir el camino más indicado. Así es que si te gusta aprender acerca de las prácticas de tipo religiosa, te invito a conocer los Sacramentos de iniciación religiosa, correspondientes a la religión católica. Seguro que hay ciertas cosas que desconocer, entérate de cuales son. ¡Será de mucha utilidad para ti, ya lo verás!
El Fiat de María segunda creación
Así es que la segunda creación se trata del Fiat de María, siendo la misma la obra que redimiría al hombre. Luego entonces ha provocado en nosotros un mayor asombro que en el primer Fiat. Debido a que dios ahora no quiso manifestar su actuación solo. Sino que aun cuando lo podía hacer, tuvo la preferencia de contar con la colaboración de las que eran sus creaturas.
Asimismo, en el capítulo 1 del evangelio de San Lucas, se encuentran trazadas una serie de características, correspondientes al asentimiento de la Virgen. Lo cual es un Fiat de María progresivo, en el cual el primer paso es escuchar a la palabra.
Siendo el caso, que el ángel pudo encontrar en María toda la disposición que necesitaba para comunicarle su mensaje. Es el caso que en la casa de Nazaret, lo que reinaba era la paz. Así como también el trabajo, el silencio y un gran amor. Todo esto en medio de lo que eran las ocupaciones cotidianas.
Acogiendo la palabra de Dios
Luego de que fuera acogida la palabra, María se encargaba de interiorizarla y la hacía suya, guardándola en su corazón. Dicha palabra, fue aceptada en lo más profundo haciéndose vida. Lo cual fue una constante donación la cual no estuvo limitada solo al momento de la Anunciación.
Siendo el caso que se trata de una constante donación, la cual no está limitada al momento correspondiente a la Anunciación. Puesto que todas las páginas que corresponde a su vida, tanto las que son claras, como también las oscuras.
Al igual que las que se conocen y las que son desconocidas, proceden a ser un homenaje a lo que es su amor a Dios. Por lo que el Fiat de María se convirtió en un Sí, que se pronunció en Nazaret y quedó sostenido hasta llegar al calvario.
Así es que el Fiat de María, se considera generoso, no solamente porque fue sostenido en el transcurso de su vida. Sino que también lo fue mediante la intensidad que tuvo cada uno de sus momentos, dada su disponibilidad a realizar lo que le pidiera Dios, a cada instante.
Luego entonces, dado a que Dios necesitó de María, también quiere contar con todos nosotros en la ayuda que le podamos prestar. Siendo el caso que así como anhelaba Dios escuchar el Fiat de María “Hágase en mí según tu palabra”, según Lucas 1,38. De la misma forma quiere Dios que de nuestra boca, así como de nuestro corazón, también salga generosamente un “Sí”.
Del Fiat de María dependía la salvación de todos
Siendo el caso que del Fiat de María estaba dependiendo la salvación de todos los hombres. Asimismo, del nuestro, no es de cierto tal cosa. Sin embargo, si es verdad que la salvación de una cantidad de almas. Al igual que la felicidad de una gran cantidad de hombres se encuentra ligada íntimamente a lo que sea nuestra generosidad.
Se trata pues de que cada día es para nosotros una oportunidad, a fin de que también pronunciemos un Fiat cargado de amor a Dios. Tanto en las pequeñas como en las grandes cosas. Procurando siempre agradarle, y siempre decirle un sí. Teniendo a María como el ejemplo que nos da luz y nos guía.
Así como también nos da la certeza, de que aun cuando en ocasiones resulte difícil aceptar lo que es la voluntad de Dios, nos otorga la felicidad y la paz. Por lo tanto, cuando es pedido algo por Dios, no sea el primer pensamiento de sacar la cuenta si nos cuesta o no.
Siendo que más bien, hay que considerar la dicha de que hemos sido visitados por el Señor. Y además de que nos ha hablado, por lo que se hace necesario recordar que, con la palabra tan sencilla como Fiat, Sí, pronunciada con amor. Es posible recibir de Dios mediante nosotros, las maravillas de su gloria, tal como lo realizó en María.
Los mensajes del Maestro Jesús, implican una serie de contenidos donde nos da las indicaciones, en forma de parábolas, para el que tenga ojos vea, y el que tenga oídos escuche. Así es por ejemplo en la Parábola de los Talentos. Te invito a conocerla y reflexionar al respecto. De seguro que vas a lograr entender fácilmente, el mensaje que se encuentra allí plasmado.
La Escena de la anunciación
Es la escena de la anunciación, la que se encuentra ocupando de una forma constante lo que es el pensamiento de la iglesia, en el momento del adviento.
Puesto que surge con una claridad completa, la importancia tan incomparable que tiene María, en lo que era el plan de la Salvación. De acuerdo a la tradición católica, el Fiat de María.
Siendo esto un “Sí” rotundo, a la misión que había sido pensada por Dios para ella. Se consolidó como de una decisiva importancia al momento de realizarse, lo que era el plan de Dios a fin de salvar a toda la humanidad.
Así es que cuando abrazó con todo su corazón, y sin el entorpecimiento de ningún pecado lo que era la voluntad salvífica de Dios, fue consagrada de una manera total como la esclava del Señor. Siendo esto pues a la persona y también a la obra que sería la de su Hijo. Haciendo diligentemente el servicio, al misterio de la redención junto con él y bajo él. Lo mismo que todo esto con la gracia de Dios Omnipotente.
De igual forma es revivido en la liturgia, lo correspondiente a la escena de la anunciación, donde es posible escuchar el diálogo establecido entre el ángel y la Virgen. Asimismo, pudimos vivir el suspenso del momento en el cual se precede la palabra que daría su consentimiento. Siendo este un momento de decisión llamado a veces como el “momento de la verdad”.
El nuevo curso de la vida por el Fiat de María
Es así como se forma una opción nueva en la cual, a partir de ese momento, tomaría la vida un nuevo curso. Se pone pues en marcha una cantidad de acontecimientos los cuales, van a afectar no solamente al destino nuestro, sino además al de muchos otros.
Cabe señalarse que no hubo duda en la Virgen María, solamente pidió que le fuera dada una explicación “¿Cómo puede suceder eso?”. Siendo el caso que no existía tiempo como para pensar profundamente las cosas. Puesto que no existía la posibilidad de prever todas las consecuencias en relación a su decisión.
Teniendo además en cuenta que en realidad, la perspectiva seguramente resultaría pavorosa. Además de que hizo lo único que podía haber hecho en tales circunstancias: un acto de fe, diciendo que Sí a la propuesta hecha por Dios.
Una respuesta llena de gozo
Así que su respuesta, no solamente fue realizada prontamente y sin reservas, sino que además fue gozosa. Dado a que ella dio la respuesta con mucho gozo, a la buena nueva que le fue llevada por el arcángel Gabriel. Y procedió a aceptar el don divino a favor nuestro. Lo que fue asentido por la humanidad como la salvación que ella profería.
Por lo que es ella la esperanza de la Iglesia, y también de cada uno de sus miembros. En su actual estado glorioso, estando unida de manera perfecta en su cuerpo y alma con el Señor, podemos ver entonces la altura a la cual también estamos nosotros llamados.
Lo que la iglesia ensalza del Fiat de María
Es pues ensalzado en ella por la iglesia, la admiración del más espléndido fruto de la redención. Y además la contempla de una forma gozosa, tal como una imagen purísima de lo que ella misma, toda entera ansía y espera.
Asimismo, siguiendo el modelo de María la cual fue una Mujer de esperanza. Y que además, supo acoger, tal como lo hizo Abraham la voluntad de Dios, teniendo esperanza contra toda esperanza. Es por lo cual se hace la invitación a los fieles, para que se preparen a salir hacia el encuentro del salvador, el cual viene.
Por lo tanto, los fieles que mantienen la vivencia con lo que es la liturgia, el espíritu del Adviento, al momento de considerar el inefable amor con el cual la Madre de Todos esperó al Hijo. Van a animarse a tomarla tal como una modelo y también a prepararse:
“Velando en oración y cantando en alabanza a fin de salir al encuentro del Salvador que viene”. Según Pablo VI, Marialis Cultus, 3-4.
¿Podría haber dicho que no?
Lo que fue la respuesta de María a ese mensaje que era divino, y dado por el Ángel, tenía como requerimiento toda la fuerza de una muy purísima libertad. Que estuviera abierta al más grande don que se pudiera imaginar. Y también a la más pesada de las cruces, que jamás se pudiera poner sobre el corazón de madre alguna.
La misma fue la espada de la que le hablara Simeón en el Templo. Por lo tanto, el hecho de aceptar la voluntad de Dios, le conllevaba a la virgen cargar con un inmenso dolor en su alma, que estaba llena del amor más exquisito.
Así que el hecho de saber, tal como hubo de saberlo María, en base a la instrucción recibida desde la Sagrada Escritura. E igual como fueron todos los israelitas y su agudeza intelectual tan singular. El hecho de que Dios hacia la proposición de que fuera la madre, de quien escrito estaba:
“No hay en él parecer, no hay hermosura que atraiga las miradas, ni belleza que agrade. Despreciado, desecho de los hombres, varón de dolores, conocedor de todos los quebrantos, ante quien se vuelve el rostro, menospreciado, estimado en nada”.
Resultaba pues algo bastante duro de aceptar esa suerte, para alguien a quien debería querer mucho más que a ella misma. Por lo tanto, la Virgen María necesitaría toda la fuerza correspondiente a su voluntad humana.
Así como también las infusas virtudes, y los dones otorgados por el Espíritu Santo en una gran plenitud. A fin de poder decir, con toda su consciencia y su libertad su Fiat al designio procedente de Dios.
Absoluta riqueza espiritual
Por lo que tan enorme riqueza de tipo espiritual, no rebajó bajo ningún concepto un punto a su mérito. Siendo que entonces sencilla y grandiosamente, convierte en posible aquello que humanamente se consideraría como imposible: y es lo que da a María la capacidad de un rotundo Sí.
Sin embargo, con ella no se vio forzada tampoco a decirlo. Es más, pudiera haber dicho que no, sin que con eso le ofendiera. Debido a que en principio la vocación divina, no se trata de un mandato que sea inesquivable. Sino más bien que es una invitación que dice: “si quieres, ven y sígueme”.
Es de señalarse que en todo momento la virgen María fue libérrima. Siendo que no consiste la libertad en una posibilidad para realizar el mal. Y teniendo en cuenta que dicha posibilidad se convierte, en un signo en nosotros, pero también se torna en una imperfección de la libertad.
Y si caemos en ella, se torna en detrimento de lo que sería nuestra propia capacidad para elegir el bien. Por lo que se puede definir a la libertad humana, como propiamente la autodeterminación. Y también a la capacidad de dirigir lo que son los propios actos, moviéndose por sí misma hacia el bien que conviene a lo que es su naturaleza.
La elección del Fiat de María
Así fue que la virgen María, entonces tomó como elección en todo caso siempre ya no “cosas buenas”. Sino más bien con un amor indecible. Las cuales eran aquellas cosas que eran buenas, y que además Dios le estaba proponiendo. Podría, en ocasiones, haber dicho que no sin que con ello le ofendiera.
Sin embargo, el Fiat de María se encontraba radicado en un amor el cual era sin un rastro de sombra egoísta. Lo mismo fue entero y constante a lo que eran los requerimientos de tipo divinos.
Por ello fue que pensaron los santos Padres, que María no se trataba de puramente un instrumento pasivo que estaba en las manos de Dios. Sino que más bien dio su cooperación, a lo que fue la salvación de los hombres que tuvieran fe y fueran libres.
Luego entonces, ante lo que era la voluntad de Dios, no tenía María, más respuesta que dar que aceptarla. Así que haciendo su proclamación como “esclava del Señor”, lo cual es una frase muy usual en el ambiente oriental, para hablar con un ser superior, procede a aceptar sus designios.
Lo cual da una muestra de confianza, poniendo su fe en la Palabra de Dios, y también de sus efectos, tales como la humildad y también la obediencia.
Siendo que en la antigüedad, cuando la época de los esclavos, era donde esta expresión hay que valorar. Puesto que el esclavo no poseía voluntad que fuera propia, ni tampoco quería que fuera de su amo. Por lo cual María ante Dios, no poseía más querer que el suyo.
El Fiat de María y su relación con la redención
Así es que María hace la expresión de su Fiat, entregando su sí incondicional y acogiendo de una forma alegre y también decidida lo que era su misión: “he aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra” Según Lucas 1,38.
Siendo el caso que, con esta aceptación tan sencilla, la Virgen hace la afirmación de lo que es su vocación solemne. Y además sobreviene lo que es el milagro sublime. Por lo tanto, se produce el más extraordinario de los acontecimientos, el cual en sí también resulta contradictorio.
Puesto que se trata de una virgen, la cual concibe y además es madre. Así como también de un Dios, el cual se hace hombre. Y que además convive con el hombre. Siendo el caso que nosotros vimos lo que es su divinidad, así como su:
- Gloria
- Gracia
- Y Su verdad.
Siendo además el hijo Unigénito de Dios y Dios, hijo procedente de María de Nazaret:
«Y el verbo se hizo carne, habitó entre nosotros. Y nosotros vimos su gloria. Gloria cual de Unigénito, del Padre. Lleno de gracia y de verdad» (Juan 1,14).
Así es que María, no tiene duda alguna en cuanto a la posibilidad del hecho que le ha sido propuesto. Y no pide una señal tal como fue hecho por Zacarías, sólo indaga la manera de su realización.
Se entrega por completo al Padre
Es así que, como su esclava, hace su entrega por completo al Padre. Y es dicho que “el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra” según Lucas 1,35. Se sabe que la nube se presenta como una manifestación de Yahvé, y que cubría en ocasiones el templo. Siendo que ella es el Nuevo Templo y también el Espíritu Santo.
Por lo tanto, ella se convirtió en el nuevo Templo y el Espíritu Santo la cubre con lo que es su sombra de fecundación. Con lo que María hace carne de su carne al Verbo. Es así como la palabra de Dios, que ha existido desde el principio y además vive y se torna en la eternidad, procede a venir al mundo, en la temporalidad a iluminarlo con la verdad del amor. Siendo no solamente por deseo de hombre, sino por Dios:
«Existía la luz verdadera. Que, con su venida a este mundo. Ilumina a todo hombre» (Juan 1,9).
Fue así como María, la hija de Adán, al momento que aceptó el mensaje divino, procedió a convertirse en la Madre de Jesús. Y cuando abrazó de todo corazón y sin que existiera entorpecimiento por ningún tipo de pecado la salvífica voluntad de Dios.
Procedió a consagrarse por completo como la esclava del Señor a la persona y también a la obra de su Hijo, haciendo el servicio con mucha diligencia a lo que era el misterio de la redención, con Él y bajo Él, con la gracia de Dios Omnipotente.
La obediencia de María fue la salvación para todos
Es así como fue dicho por San Ireneo acerca de María que “obedeciendo, se convirtió en causa de salvación para ella misma y para todo el género humano”.
Siendo por ello que, no son pocos los Padres antiguos, que hacen la afirmación de una manera muy gustosa con su prédica de que:
“El nudo de la desobediencia de Eva fue desatado por la obediencia de María; que lo atado por la virgen Eva con su incredulidad, fue desatado por la virgen María mediante su fe.
Y haciendo pues una comparación con Eva, le llaman a María “Madre de los vivientes”. Haciendo la afirmación con una frecuencia mayor de que “la muerte vino por Eva, la vida por María” (LG 56).
Los libros sagrados
Se hace destacar por los libros sagrados, y mediante la Tradición respetable, de una manera muy clara que el cometido de la madre de Jesús, a través de la historia de la Salvación es evidente.
Siendo el caso que, en las antiguas escrituras, se encuentran unas páginas en las cuales, es anunciada la venida de Cristo a este mundo. Y en las que se hace manifiesto, como ha sido interpretado por la posterior revelación, lo que se refiere a la figura de la mujer que fue la madre del Salvador.
Es así como se indica de una manera profética, lo relacionado con la promesa de la victoria sobre la serpiente, la cual es dirigida por Dios tanto al hombre como a la mujer, luego de que fuera cometido el hecho de su desobediencia. Según Génesis 3,15. Indicando:
«Una mujer joven y virgen dará a luz un hijo, Emanuel» según Isaías 7,14: Mq 5,2 y Mt 1,23.
Es así que en María está cumpliéndose, posteriormente a una espera bastante larga de los tiempos, la promesa en la que es su culminación el hecho de que:
“De su carne se hace carne el Unigénito del Padre y habitó entre nosotros” (Juan 1,14).
Lo que promulgó el Concilio Vaticano II sobre el Fiat de María
Es precisado en La Lumen Gentium, lo cual es una de las cuatro constituciones que fueron promulgadas por el Concilio Vaticano II, de una forma textual lo siguiente:
“Esta unión de la Madre con el Hijo en la obra de la salvación se manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta su muerte. En primer lugar, cuando María, poniéndose con presteza en camino para visitar a Isabel, fue proclamada por ésta, bienaventurada a causa de su fe en la salvación prometida, a la vez que el Precursor saltó de gozo en el seno de su madre (cf. Lc 1,41-4s);
Y en el nacimiento, cuando la Madre de Dios, llena de gozo, presentó a los pastores y a los Magos a su Hijo primogénito, que, lejos de menoscabar, consagró su integridad virginal.
Y cuando hecha la ofrenda propia de los pobres lo presentó al Señor en el templo y oyó profetizar a Simeón que el Hijo sería signo de contradicción y que una espada atravesaría el alma de la Madre, para que se descubran los pensamientos de muchos corazones (cf. Lc 2,34-3 s).
Después de haber perdido al Niño Jesús y haberlo buscado con angustia, sus padres lo encontraron en el templo, ocupado en las cosas de su Padre, y no entendieron la respuesta del Hijo. Pero su Madre conservaba todo esto en su corazón para meditarlo (cf. Lc 2,41-51)” (LG, 57).
Una participación íntima en la obra de Jesús
Así es que María, dado a su condición de Madre del Redentor, tuvo una participación muy íntima en cuanto a la obra de su hijo, la cual fue redentora. Siendo esto detallado mediante las Sagradas Escrituras, como es el caso de Gálatas 4:4 que reza: “Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley».
De la misma forma, María fue partícipe en lo que fue la corredención, debido a que fue ella la que dio a luz al Cristo Redentor, tal y como también el ángel le realizó el anuncio:
“Vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin» Lucas 1:31-33.
Por todos es conocido que Dios es todo poder, además de que es ilimitado. Y que también pudiera haber llegado a este mundo por él mismo, sin tener la necesidad de encarnarse a través del vientre de María.
Más, sin embargo, el Creador del mundo, tuvo la preferencia de nacer como niño y además de tener una Madre humana. Por lo tanto, esto es una prueba de su corredención, debido a que tuvo su participación en ella, al momento en el cual dio a luz al salvador y Redentor del Mundo.
Dos cosas para recordar
Es necesario recordar dos cosas, la cuales resultan señaladas en la Biblia, y que además, tienen mucha importancia en relación a este punto, lo cual es el hecho de que es correndentora por tratarse de la Madre de Jesús, siendo que nos indica en Hebreos 10:10:
“Hemos sido santificados merced a la oblación de una vez para siempre del cuerpo de Jesucristo”.
Es el caso entonces de que el cuerpo de Jesucristo se le confiere mediante una acción libre, activa y única cooperación de la Virgen María. Y es mediante María que Cristo realizó su encarnación y pudo tomar posesión de un cuerpo, siendo dicha colaboración de María una parte de lo que es su corredención.
Es así entonces que se expresa en 1 Juan 1:7:
«Pero si caminamos en la luz, como él mismo está en la luz, estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado».
Se hace necesario destacar, que fuimos redimidos mediante la sangre del Redentor y que además, nos purificó de todos los pecados. Asimismo, hay que recordar que la sangre y el cuerpo fueron heredados de María.
Por lo cual todo aquel nacido de una mujer, posee su sangre y cuerpo de manera similar, es por lo tanto que María, cuando le dio la sangre y el cuerpo a Jesús, tuvo la participación, más que nadie en lo que fue la redención.
¿Acaso la sangre de Cristo no era la sangre de María?
El Salvador fue dado al mundo mediante María, siendo esto además a plena conciencia y también de forma deliberada. Debido a que fue ilustrada por el ángel acerca de la persona y de la misión que tendía su Hijo en esta tierra. Por lo que ella de una manera libre, dio el otorgamiento de su consentimiento para convertirse en la Madre de Dios.
Siendo el caso que del consentimiento dado por ella, estaba dependiendo la encarnación del Hijo de Dios. Así como también la redención de toda la humanidad, mediante la satisfacción vicaria de Cristo. Siendo el caso que María en el instante de la salvación, se convierte en la representante de toda la humanidad.
Es así como entonces Santo Tomás dice:
“En la anunciación se esperaba el consentimiento de la Virgen como representante de toda la naturaleza humana” S.th III 30,1.
Siendo el caso que la misma virgen, tenía la necesidad de ser redimida. Y fue así que mediante Cristo fue redimida. Por lo tanto, la cooperación de María en lo que es la redención resulta ser indirecta, y mediata. Puesto que ella voluntariamente puso toda su vida para servir al Redentor. Tanto en lo que es la anunciación como luego padeciendo e inmolándose con Él al pie de la cruz.