La Mujer de Dios: Características y Cualidades

¿Alguna vez se ha preguntado cómo debe ser, sentir, actuar y amar una mujer de Dios? ¡Siga leyendo para reconocerla! Ella es muy distinta a las que son del mundo y se distingue por tener características y cualidades muy particulares y sobresalientes.

Mujer de Dios

La mujer de Dios es aquella que es devota a su palabra, y por tanto, brilla con una luz especial que la hace hermosa y se trata de cualquier tipo de belleza que tenga que ver con lo exterior; sino más bien, con su interior.

Ella luce como quien tiene su corazón repleto de la bondad que le otorga la paz y el amor que le brinda el Señor: es brillante como una joya porque todo lo que proyecta se hace notar. Ella sabe que para construirse a sí misma necesita de muchísima fe y confianza en nuestro santísimo Creador.

Ser una mujer de Dios es una virtud indescriptible para nuestro Creador porque brinda alegría a su enorme corazón y al de los demás que la rodean. Pero, ¿qué es lo que distingue a una mujer de Dios? A continuación describiremos la maravillosa complejidad que conforma ser una.

Características de una Mujer de Dios

Ellas se pueden distinguir por muchísimas características que las conforman, dado que ofrecen un espléndido y extenso repertorio de buenas cualidades.

Identificación

Una mujer de Dios, ante nada tiene el conocimiento de que ella es su creación y que, por tanto, le debe todo cuanto es.

«He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí.»
(Gálatas 2:20).

En este pasaje notamos cuánta es la entrega de una mujer que se identifica. Reconoce el sacrificio que hizo Nuestro Todopoderoso y lo honra siendo su instrumento para reproducir su palabra junto a sus valores.

Obediencia

Una mujer de Dios, primero que nada, es obediente. Ella, acata su palabra poniéndola por encima de cualquier otra persona importante para ella (incluso la de su marido).

«¿Quién es el que me ama? El que hace suyo mis mandamientos y los obedece. Y al que me ama, mi Padre lo amará y yo también lo amaré y me manifestaré a él.»

Así estén en contra la mayoría, ella siempre va a serle fiel a los mandatos y deseos de Dios porque comprende que su relación nos es comparable con ninguna: es una verdadera unión de amor.

Gozo

Una mujer de Dios se muestra gozosa, ¿de qué manera? Siendo optimista, teniendo buen ánimo con la intención de honrar su palabra.

«En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas.»
(Gálatas 5:22-23). Con toda la bondad que refleja inspira a su alrededor, y por tanto, es de mucho agrado compartir con ella.

Su hablar trae consigo paz y sabiduría que es transmitida por la misma conexión espiritual que le brinda su entrega a la palabra.

Escucha

Estos increíbles seres son oídos para generar acciones provechosas para Nuestro Señor con la intención de darle satisfacción.

«Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos» (Santiago 1:22).

Santiago en su pasaje nos muestra que la mujer de Dios escucha detalladamente y hace la palabra siendo honesta para brindarles a los que la rodean de la verdadera sabiduría de Nuestro Señor.

Sinceridad

Una mujer de Dios nunca usa la mentira, ni en las peores circunstancias porque al Señor no le agradan las mentiras.

La mancha que trae consigo una mentira transmitida por la mujer que dice profesar su palabra es un pecado que nada agrada a Nuestro Señor.

«… para presentarse a Dios aprobada, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad» (2 Timoteo 2:15).

Confianza

Una mujer de Dios confía plenamente en su palabra sin ser dubitativa o mostrarse más atenta a otras situaciones que no se relacionen con el Señor. Todas sus circunstancias se las deposita a él porque tiene fe de que la va a escuchar atentamente y atenderá sus plegarias cuando considere necesario.

«Ella confía en el poder y en el amor de Dios y de su amor, y así ella trae su adoración y sus ansiedades al trono» (Hebreos 4:14-16)

En este pasaje muestra como hasta sus ansiedades, generadas por la angustia y algún mal episodio, se las deposita ciegamente al señor porque tiene la certeza de que este las calmará.

Discurso Edificante

La palabra de una mujer de Dios siempre quiere ser escuchada. Es forjadora de carácter noble, bueno, amoroso, adecuado, sincero.

Una mujer de Dios obedece los mandamientos de Dios de amar bien a los demás. Su discurso es edificante y alentador para los demás, no es calumniosa ni llena de chismes o malas intenciones (Efesios 4:29; 1 Pedro 2:1-3).

Su palabra transmite todo lo que desea hacer cumplir nuestro Señor porque ella conoce, a través de la conexión espiritual, lo que debe decir en el momento apropiado para construir los caminos más correctos posibles.

La mujer de Dios

Ella, no es divulgadora de malas palabras porque eso no agrada al Señor. No motiva el chisme, las habladurías y todo lo que trate de dañar su ambiente. Más bien, ella construye con su voz un aura de calma.

Perdón

Ante los errores de su entorno, ella reacciona comprensiva. Es una mujer de perdón, de pasar la página, de entender los fallos. «Ella es amable, compasiva y perdona fácilmente.» (Efesios 4:32) Como el pasaje lo indica, así desea nuestro señor que sea una mujer de Dios.

Siente compasión y comprende que la equivocación es algo humano y que debe ser perdonado, así como Dios nos perdona siempre. Ella ha entendido que lo que hace el señor debe también hacerlo ella hasta donde le es posible.

El perdón es una forma de bondad que no todas las mujeres tienen porque algunas guardan rencor en su corazón, pero no las de Dios. Ellas solo conservan bondad y alegría porque son las transmisoras de buenos augurios en los momentos de pena.

 Otras características de la mujer de Dios

A continuación enumeramos otras peculiaridades que están presentes en la mujer  que tiene a Dios en su corazón.

Abstinencia

Ellas deben «abstenerse de los deseos carnales que batallan contra el alma, manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras» (1 Pedro 2:11-12).

La mujer de Dios

Con el pasaje de Pedro mencionado hay varias cosas que puntualizar. Una de las primeras es la de los deseos carnales.

Bien sabemos que las mujeres en su vida diaria, en el mundo, pueden tener tentaciones de toda índole y ellas conocen bien cuáles de esas no agradan a Nuestro Señor.

Ante tantas tentaciones y deseos de la carne, las mujeres de Dios, se abstienen de manera férrea y radical. Ellas, no se doblegan ante situaciones de debilidad porque están atenidas a la palabra santa que las unge.

Desechan los rumores que no son ciertos porque con sus buenas acciones, a quien es realmente bienintencionado, le demuestra que su accionar es solamente en el beneficio de Nuestro Padre santo y amado.

Trabajo

A cada mujer de Dios se le es otorgado un trabajo que no siempre ella conoce, pero que si es entregada a su palabra, lo hace. Dios le tiene a cada una, en todo momento, una responsabilidad que cumplir.

La mujer de Dios

La mujer, es usada por Nuestro Señor como su instrumento para hacer lo que este tenga como objetivo para determinado momento. Una mujer de Dios que con entusiasmo hace el trabajo que Dios le ha dado. (Romanos 12:11)

Ella, con la función que Dios le otorga, trabaja gustosa y feliz sabiendo que complace a Nuestro Señor y favorece a todos cuanto están alrededor de ella.

 Ejemplo

La mujer de Dios siempre debe tratar de transmitir una buena conducta para mostrarse como ejemplo a su familia y todos cuanto la conocen.

Ella es una fuente natural de amor y sus hijos siempre van a verse influenciados por el aprendizaje que ella le transmite, siendo esto así, debe tratar de ser su mejor versión posible.

El ser ejemplar es una virtud que se consigue siendo seguidora de Nuestro Señor mientras se le ora; cuando se medita y se lee su palabra.

«Si ella es una mujer de más edad, vive como un ejemplo para las mujeres jóvenes (Tito 2:3-5).» Cuando una mujer santificada tiene cierta edad avanzada debe ser un ejemplo para las más jóvenes dado que esta tiene más experiencia.

Ella, con todos las acciones de amor provenientes de su unión con Dios, han desarrollado un nivel tal de conocimiento espiritual que debe ser transmitido para que otras aprendan a ser madres, esposas y vean cómo se llega a esa edad siendo hija fiel del Señor.

Aliento

Una mujer de Dios constantemente está tratando de animar a su entorno para que sea feliz y sonría. Ella busca remover la tristeza y agobio de su familia, de su marido, de sus amistades.

«Ella pasa el tiempo con otros creyentes, animándoles y siendo alentada por ellos» (Hebreos 10:24-25). El pasaje confirma lo que más arriba está dicho y muestra que no solo ella anima, sino que también se deja alentar para que el ambiente compartido por creyentes sea armónico y de amor.

Valor

Una mujer de Dios se siente dichosa porque sabe que siguiendo su palabra Nuestro Señor la considera y la valora.

«Ella sabe que es altamente valorada en Cristo» (Gálatas 3:28). Como este pasaje lo indica, una mujer de Dios es como una piedra preciosa altamente cuidada y custodiada por nuestro Señor.

14. Rol

Ellas, asumen su rol de cuidadoras y dadoras de amor para sus hijos y su marido. Les cuidan de una manera tan afanosa para que estén felices.

«Si está casada, permite que su marido dirija la familia» (Efesios 5:21-33; 1 Pedro 3:1-2). En este pasaje se muestra que el marido tiene rol distinto, de dirección.

Una mujer de Dios, complacida, deja y acepta que su marido tenga la tutela en las decisiones fundamentales de la familia.

Ella es obediente, no solo con nuestro Señor Jesús, sino también con su marido porque entiende el rol de protección que este tiene para con ellas.

Padres

Una maravillosa mujer de Dios, siempre honra a sus padres, dándoles su lugar. Ella los respeta, los cuida, los ama.

«Ella honra a sus padres» (Efesios 6:1-3). En este pasaje de Efesio se habla muy corto y concreto de ello pero también claramente.

Hijos

Ella, como procreadora, cuando es una combatiente y defensora de la palabra del Señor; asumiendo su rol cuida de sus hijos con la más hermosa de las sutilezas y paciencia posible.

«(…)y, si tiene hijos, cuida de ellos» (Tito 2:3-5; 1 Timoteo 5:14). En este pasaje de Timoteo se ejemplifica lo que se ha dicho antes.

Resiliencia

Una mujer de Dios es fuerte y soporta las peores circunstancias porque confía en el Señor. Sabe que todos sus problemas puede dejárselos a Él para que en su momento debido sean atendidos.

La mujer de Dios

Conoce que el Señor nunca la dejará sola, puesto que él la protege ante todo mal. Su confianza es tal que es sorprendente cómo lidia tan efectivamente con alguna situación irregular.

Generosidad

Una mujer de Dios hace el bien sin mirar a quien. Valor muy cristiano que tiene muy claro. Ella ayuda a todo cuanto puede desde donde puede.

«Tiende la mano al pobre y con ella sostiene al necesitado» (Proverbios 31:20). En su naturaleza el ayudar la hace más fuerte porque conoce los principios cristianos que la rigen. Sabe bien cuanto agrada a nuestro señor que sea bondadosa.

Reflexiones

Esas han sido algunas de las más importantes cualidades y características de una mujer de Dios. ¿Puede sentirse identificada o puede reconocer alguna a su alrededor?

Ellas son verdaderos ejemplos de lo que el Señor quiere para la humanidad puesto que son la bondad de su Santísima majestuosidad representada en su piel.

La mujer de Dios

Son estudiosas arduas de su palabra y quieren transmitir eso de la mejor manera a las demás. Desean ser un ejemplo para su familia.

Llevar un hogar para una mujer de Dios es una bendición porque a todos cuanto rodea influye y genera un aura de aprendizaje mágico creado por Nuestro Señor.

En el Cristianismo que está alrededor del mundo hay muchas mujeres de Dios. Es un reto serlo, pero con fe todo se logra. Las virtudes vienen acompañadas de la gran fe que conseguimos caminando junto al Padre del reino de los cielos.

No todas pueden ser unas mujeres del Señor. Hoy en día representa un reto altísimo porque sabemos que en el mundo hay muchas tentaciones: cosas que hacen pecar a la mujer y hacerse viciosa de estos mismos, pero ella, la que de verdad se entregue a la voluntad de Dios, será capaz de superarlos.

La avaricia y el interés prevalecen mucho en los valores de nuestros días. Invaden nuestra sociedad y le dicen a la mujer que debe intentar buscar su salida en el dinero y la vanidad.

Las mujeres de Dios deben deshacerse de todos esos pecados y llevar su sendero puro y casto para cumplir con lo que se supone que debe hacer: traer al mundo valores de altísima calidad que tan solo en el cristianismo ellas pueden conseguir.

Dichosos sean aquellos que acompañan a una mujer de Dios. Que tienen a su lado a una que lo quiere y que quiere que busque los caminos del señor. Ellos, los que están a su lado, deben respetarla y darle su lugar como esposa, madre e hija.

Increíblemente en nuestros días en el cristianismo aún hay muchas mujeres que se dicen ser de Dios, pero que no lo son y más allá de criticarlas, debemos que tenderles la mano para ayudarlas a convertirse en unas verdaderas siervas de nuestro Señor Jesucristo.

Hay que tratar de ser mejores cada día. No importa si no son mujeres, sean mejores los hombres de Dios con sus mujeres que los hombres del mundo. Vayan a la iglesia, oren juntos, sean felices, respetense, valórense, edúquense en la palabra de Dios.

Ser parte de este mundo es una oportunidad que nos ha brindado nuestro Señor para cumplir con nuestros deberes santos que él y solo él nos ha asignado.

Jesucristo conoce cómo son cada una de sus mujeres y las cuida como a sus hijas porque lo son. Debemos valorar eso y honrarlo cada día con acciones buenas y puras. La lucha contra los antivalores cristianos es una que debemos dar siempre, pero no nos rindamos que lo que prevalece es el amor en el corazón de un cristiano.

Acompañar a una mujer de Dios y dejarse llevar por todo aquello que transmite es una fortuna que no todos pueden conseguir, así que si estás en presencia de una de ellas, valórala que es una bendición.

A continuación un vídeo que guarda relación con este contenido relacionado con ser una mujer de Dios para que continúe con su gran aprendizaje:

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