La Cena de Emaús conocida también como la cena de los discípulos de Emaús, es un pasaje que narra la aparición de Jesús resucitado a dos discípulos suyos.
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Los discípulos de Emaús
En el Evangelio de San Lucas, en su capítulo 24 señala que dos discípulos, Cleofás y otro desconocido, apenados y temerosos por la muerte de Jesucristo, de la cual habíansido testigos, huyen de Jerusalén y llegan hasta Emaús. Allí se ponen a cenar junto a un extraño con quien hablaron por el camino de los recientes sucesos, y este les reclama su falta de fe.
Vale acotar que estos no se dan cuenta de quién es esta persona, cuya identidad desconocen, hasta el momento que expresa un gesto al partir el pan y es allí cuando se desaparece.
Oraciones
Los fieles al evangelio pueden poner en práctica diaria la oración, aquí le dejamos tres.
Oración 1
A continuación realizaré una oración. Procuro crear silencio interior y exterior. Pido al Señor que sepa percibir toda la fuerza de su Palabra y pueda sentir interiormente la acogida que Jesús me dispensa.
Oración 2
Señor Jesús, abre mis ojos y mi corazón para observarte y tenerte presente en todas las circunstancias de mi vida. Dame un espíritu abierto a la aceptación de tu voluntad para poder realizarla por Amor, como tú realizaste la voluntad del Padre. Aumenta mi fe para contemplar vivamente, con estos ojos terrenales, tu Sacramento de Amor, es decir, el don de la Eucaristía.
Amén.
Oración 3
Quédate con nosotros, Señor, porque ya esta atardeciendo; que el camino es arduo, y fuerte el cansancio.
Quédate para hablarnos con palabras vivas que serenan la mente y remueven el alma.
Aviva el rescoldo de nuestro pobre corazón, disipa las dudas y quita el miedo.
Quédate y purifica alma y cuerpo; abrasa nuestra tristeza; danos esperanza.
Divide el pan de tu compañía; ábrenos los ojos de la fe adormecida.
Quédate y renueva valores y sueños; danos otra vez tu joya y tu paz.
Condúcenos siempre por el mundo, en la vida, para ver tu rostro en las personas «heridas».
Quédate con nosotros, Señor, que el día ya decae, que el camino es arduo, y fuerte el cansancio.
Amén.
Petición
Señor te suplico que en todo este día mí corazón arda de amor por ti. Enséñame a valorar el don de la Eucaristía.
Evangelio
A continuación le presentamos un fragmento del evangelio de Lucas, para que pueda conocer más al respecto.
Del santo Evangelio según san Lucas 24, 13-35
«Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén. En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos.
Pero algo impedía que sus ojo lo reconocieran. El les dijo: «¿Qué comentaban por el camino?». Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: «¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!». «¿Qué cosa?», les preguntó.
Ellos respondieron: «Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron.
Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas. Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les había aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo.
Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron». Jesús les dijo: «¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No será necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?» Y comenzando por Moisés y continuando en todas las Escrituras lo que se refería a él.
Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba». El entró y se quedó con ellos. Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio.
Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. Y se decían: «¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?».
En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, y estos les dijeron: «Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!». Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan».
Propósito
Este escrito es considerado por muchos feligreses como un llamado a acercarse a la iglesia para visitar a Jesús en la eucaristía y pedirle el aumente de su fe.
Reflexión
Este escrito es reflexionado por muchos fieles como la necesidad de vivir con una fe profunda y luminosa que los lleve por los caminos de aceptación amorosa de la voluntad de Dios en sus vidas.
Refieren que cuando los discípulos de Emaús, caminaban con sus dudas y bajo la tentación del desánimo, escucharon las palabras consoladoras de Jesús.
Diálogo Final
Para concluir los devotos hacen una oración final, que consideran un dialogo con Jesús, que refiere lo siguiente:
Jesús quédate con nosotros, queremos vivir contigo. Eres Tú, Señor, nuestra única alegría y seguridad. Señor quiero vivir, siempre, cerca de Ti. Déjame entrar en tu corazón para que el mío arda de amor por Ti. Dame la gracia de valorar y recibir dignamente el sacramento de la Eucaristía.
Acción de gracias
Para iglesia es primordial el agradecimiento a Dios: Da gracias a Dios por el conocimiento que se te ha revelado en Jesucristo. Pide al Espíritu que te haga pasar de esta Escritura a la vida.
Tratamiento literario
En el marco de la literatura, el tema de la cena de Emaús se ha tratado al menos desde el siglo XII, cuando el poeta Laurentius de Durham lo desarrolla en un poema latino semidramático.
Tratamiento pictórico
En cuanto al arte, también encontramos a los Discípulos de Emaús en dos obras del pintor italiano Michelangelo Merisi da Caravaggio, en la que destacan Los discípulos de Emaús (Milán) y Los discípulos de Emaús (Caravaggio, Londres).
De igual forma se pueden encontrar en dos cuadros y dos grabados de uno de los artistas más importantes de la historia de los Países Bajos, Rembrandt Harmenszoon van Rijn, pintor y grabador neerlandés, considerado en la historia del arte como uno de los máximos maestros barrocos de la pintura y el grabado.
- 1648, Louvre
- 1629, Museo Jacquemart-André
- Grabado de 1639
- Grabado de 1654
Otros artistas que han pintado una extensa gama de cuadros destacan en este artículo en ellos destacan; Velázquez, Jacopo Bassano, Benedetto Gennari el Viejo (1628, Pinacoteca Civica di Cento), Jules Robert Auguste, Francesco Bassano el Joven, Duccio di Buoninsegna, Vittore Carpaccio, Vincenzo Catena.
Philippe de Champaigne, Albrecht Dürer, Mateo Gilarte, Jacob Jordaens, Giuseppe Marullo, Marco Marziale 1506, Panel, 122 x 141 cm. Gallerie dell’Accademia, Venice, Mathias Stomer, Pedro Orrente, Paolo Veronese, Tintoretto, Francisco de Zurbarán, La comida en Emaús y Tiziano.
Comentario bíblico
La aparición de Jesús a los discípulos de Emaús nos presenta la primitiva iglesia de los discípulos en marcha hacia la fe y revela los elementos constitutivos de la vida comunitaria.
Los discípulos, ayudados por el caminante anónimo, comienzan haciendo memoria de la vida de los últimos días: la pasión y la muerte de Jesús, las ilusiones truncadas y la tumba vacía con la aparición de los ángeles a las mujeres.
A continuación el compañero de camino hace una catequesis bíblica, siguiendo las Escrituras para ver qué dicen del Mesías sufriente. La vida y la palabra de Dios conducen a la celebración del sacramento, en este caso la fracción y la bendición del pan.
La conjunción de los tres elementos -vida, palabra, y fracción del pan- provocan la apertura del corazón y de los ojos para captar la presencia del Resucitado.
El Resucitado se revela en la alternancia entre presencia y ausencia: cuando está presente «no es visto», y cuando se abren los ojos de los discípulos, entonces ya no está.
«Y es que Jesús nos acompaña aunque no lo percibimos, y cuando se nos abren los ojos de la fe y el corazón de la comprensión entonces lo percibimos presente aunque nuestros ojos corporales no lo vean«.
Todo acaba retornando a Jerusalén, rápidamente, para contar lo que habían experimentado y vivido a lo largo del camino.
La vida cristiana no es completa si falta el testimonio de lo que vivimos con el corazón y los ojos de la fe bien abiertos: la presencia del Resucitado que transforma nuestras vidas.
Es la eucaristía donde mejor se expresa lo que quiere comunicarnos este episodio del evangelio de Lucas: acudimos con nuestra vida de toda la semana, la confrontamos con la palabra de Dios que escuchamos y que nos explica, nos nutrimos con el pan de vida que Jesús bendice y parte para nosotros, y salimos del banquete apresurado para testimoniar lo que hemos vivido en la presencia del Resucitado.
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