Son conocidas como las buenas acciones que los cristianos hacen por su prójimo, basados en el amor a Dios por sobre todas las cosas. Si no tiene un conocimiento claro sobre cuáles son las obras de misericordia corporales, sigue muy de cerca la lectura de este post.
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Obras de misericordia corporales
Para comprender un poco más el significado de las obras de misericordia corporales, hay que remitir una cita de San Mateo (Mt 25,31-16):
«En aquel tiempo, Jesús se acercó a sus discípulos y les dijo: cuando el hijo del hombre llegue con toda su gloria, acompañado de todo el coro de ángeles, se sentará a su derecha para contemplar sus vestiduras».«Entonces, serán congregadas ante él todas las naciones. Él apartará los unos a los otros, como así hiciera el pastor con todo su rebaño de ovejas. Así fue como separó a los cabritos a su izquierda y las ovejas a la derecha».
«Entonces, el Rey se dirige hacia el rebaño que se ubica a su derecha: Vengan, tomen posesión de este reino que ha sido preparado para cada uno de ustedes. Estuve hambriento y me disteis de comer y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis».
Gracias a la cita de San Mateo en el juicio final, indica que las ovejas apartadas a su derecha hicieron grandes obras que ante los ojos de Dios son buenas. Por el contrario, quienes no ayudan al prójimo, no alimentan al que no tiene, no dan de beber al sediento o de vestir a quien no tiene atuendo, estará condenado al infierno y a cada uno de sus ángeles malignos.
Por su parte, para rescatar a las almas del purgatorio, puede conocer todo sobre la novena a las almas benditas, muy efectiva si se realiza con fe.
En tal motivo, siempre es bueno ayudar al más necesitado para enaltecer el gran sentido de religiosidad, sin esperar un agradecimiento. Las buenas acciones nacen desde el corazón y Dios verá eso para la futura ascensión al Reino de los Cielos. Los justos tendrán un pase directo a la gloria de Dios; los malsanos y pecadores al infierno. De esto se tratan las obras de misericordia corporales.
Amar al prójimo y a Dios
Tal como lo indica el primer mandamiento, amar a Dios por sobre todas las cosas es esencial para comprender el trasfondo de realizar las obras de misericordia corporales. Acá vuelve la interpretación de San Mateo, quien explica las buenas obras que hizo el rebaño de la derecha con Dios, lo alimentaron cuando estuvo hambriento, le dieron de beber agua mientras estuvo sediento y lo visitaron cuando estaba enfermo.
Al final del día, todas estas obras misericordiosas que la gente tiene con su pueblo serán votos para la vida perpetua. No hay mejor modo de amar al prójimo que practicando las obras de misericordia corporales y espirituales.
Significado de misericordia
Miser: Miseria.
Cordia: Corazón.
¿Cuántas son?
Existen 7 obras de misericordia corporales, y las espirituales también son la misma cantidad, se darán a conocer con detalle más adelante en este post.
Corporales
- Dar de comer al hambriento.
- Dar de beber al sediento.
- Visitar al enfermo.
- Dar posada al necesitado.
- Vestir al desnudo.
- Socorrer a los presos.
- Enterrar a los muertos.
Espirituales
- Enseñar al que no sabe.
- Dar un buen consejo a quien lo necesite.
- Corregir al que no sabe.
- Perdonar las injurias.
- Consolar al triste.
- Sufrir con paciencia los defectos ajenos.
- Rogar a Dios por los vivos y muertos.
¿De dónde parten las obras espirituales?
A lo largo de la vida cristiana, la Santa Iglesia ha recalcado de las obras de misericordia espirituales que aparecen en los textos más antiguos como La Biblia. Se tratan de buenas actitudes, más que de acciones, como el soportar el sufrimiento, llevar un corazón colmado de bondad, el facilitar un consejo para un alma errando, entre otros. Para profundizar más este tema, puede echar un vistazo a cuáles son las obras de misericordia espirituales.
¿Amar a Dios antes que al prójimo?
Efectivamente si, antes de efectuar cualquiera de las obras de misericordia corporales y espirituales, es pertinente recordar los grandes dones de Dios y venerarlo. Cuando se habla de amar al prójimo, es producto del fruto que simboliza el alabar a Dios por encima de todas las cosas. Un dicho para simplificar esta idea es que las carretas no pueden ir por delante de los caballos.
El amor al prójimo no es más que un verdadero espejo de lo que representa amar a Dios por sobre todas las cosas, como se estipula en el primer mandamiento. Por ejemplo, si la persona es caritativa con un grupo de personas o presta servicio comunitario de forma desinteresada, pero no ama a Dios, estaría siendo un altruista filántropo o benefactor social.
Un presidente o gobernante que pertenezca a un movimiento social encaja a la perfección en este ejemplo de no amar a Dios con vehemencia, pero si velar por su prójimo con lo mejor de si.
Amar a Dios a través del prójimo involucra una conexión aún más fuerte con el Altísimo, porque la persona practicante de las obras de misericordia corporales y espirituales siente que es un emisario enviado por él para aplicar el bien sin mirar a quien.
Asimismo, el amor a Dios está comparado con el diseño de la cruz en la que murió Cristo. Es decir:
- El palo vertical representa el amor a Dios, porque su sentido apunta hacia arriba, hacia el cielo.
- El palo horizontal equivale al amor para el prójimo, para el resto de la humanidad. Ellos están a la altura en el sentido lateral.
Como el palo vertical es el que sostiene toda la cruz, quiere decir que el amor a Dios sostendrá el resto de la humanidad, siempre y cuando las obras de misericordia corporales se lleven a cabo con desinterés o sin esperar nada a cambio. Hay que ser portadores de Dios, aunque no está bien visto que a cada instante mencionen que actúan para agradarlo. Las mejores obras de misericordia corporales y espirituales son las que se hacen en silencio.
Uno de los primeros ejemplos si se trata de obras de misericordias corporales es el que hizo María Santísima en su visita a su prima Santa Isabel. María fue una portadora de Dios y su prima se percató inmediatamente de ello, porque aún San Juan Bautista cuando estuvo en su vientre, con sus saltos de alegría lo dejó saber. (ver Lc. 1, 39-44).
Con la frase “Den y se les dará” (Lc. 6, 38), todas las personas que ejercen el rol de portadores de Dios serán recompensados con el cielo al momento de fallecer.
Por otra parte, el Todopoderoso además derramará bendiciones en vida para que sus emisarios tengan éxito en todos los proyectos que emprendan. En cambio, otras personas tendrán que lidiar con los pecados perdonados hasta que su alma sea libre para escalar al cielo; mientras, esperarán en el purgatorio, aparte que los soberbios y poco altruistas van directo al infierno.
Si el acto de ayudar nace de la propia persona y no por un impulso divino, tal sujeto se convierte en el portador de si mismo y no en el emisario que Dios espera de él para ayudar al mundo con las obras de misericordia corporales y espirituales.
Para prestar un ejemplo de este apartado, es necesario tomar en cuenta un diálogo que el propio Jesús sostiene con Santa Catalina de Siena:
«Quiera o no quiera, el hombre se ve en la obligación de hacer actos caritativos con su prójimo. Aunque, si la ejercita para no amarme a mí, cualquier resultado no tendrá un peso positivo para su vida en el aspecto sobrenatural».
Dicho esto, ahora es momento de dar a conocer en primera instancia las obras de misericordia corporales, empezando por dar de comer al hambriento.
Dar de comer al hambriento
A partir de este instante, se conocerán las obras de misericordia corporales explicadas.
Para nadie es un secreto que en el mundo hay mucha hambre, sea por consecuencia de las guerras, saqueos o malas cosechas que no terminan de germinar. Lo cierto del caso es que niños, jóvenes, adultos y ancianos padecen la falta de alimentación más abrumadora en las aldeas más austeras del mundo. Para todos, duele esta situación en que muchas personas viven en malas condiciones por no comer bien, hasta morir de hambre.
Cualquier gesto de amor o de justicia que los hombres tengan con este sector de afectados por el hambre, serán recompensados al final del día. Es imposible ser indolentes frente a una situación crítica de otra persona que no tiene para comer y negar el alimento por avaricia u otras razones oscuras que se convierten en pecado.
El Evangelio de San Marcos (citado al principio de este post) es muy claro: «Dios premiará a todos aquellos que pueden socorrer al hambriento». De igual modo, el mundo debería encargarse de surtir un dote de alimentación para que alcance en todos y nadie padezca de hambre.
Es una obra de misericordia corporal que todo el mundo puede aplicar si posee alimento en abundancia, que pueda dotar a quienes más lo necesiten. Es solo un pequeño sacrificio que al final del día llenará el corazón de júbilo en todos los cristianos que actúan de buena fe. Hay que abrir los ojos e indagar en todas las necesidades que tiene el mundo y no son atendidas.
La Parábola de Talentos (Mt. 25,14-30) piensa de una manera muy similar a lo que estableció San Marcos: «A quien mucho se le da, mucho se le exigirá». Este pensamiento tiene cabida tanto en lo material como en el ámbito espiritual. El dar comida que sobra al más hambriento está bien, pero es más gratificante invitarlo a comer con lo que no sobre, porque Dios recompensará estas acciones con mayor abundancia para su portador.
Aunque no es una parábola propia, en los Evangelios prevalece la historia de una viuda que dio sus dos últimas monedas a favor de la bienaventuranza del Templo. Cuando Jesús vio este acontecimiento, al igual que otros que se sumaron a la causa dijo: «Todos dan a Dios de lo que les sobra. Ella, en cambio, dio todo lo que tenía para vivir». (Lc. 21, 1-4).
La historia de la viuda recuerda a otro acontecimiento citado en el Antiguo Testamento, esta vez por parte de la viuda de Sarepta que alimenta a Elías con el poco alimento que queda en su despensa. Otro hecho es que el hijo de esta viuda estaba atravesando un cuadro de hambre terrible. Para sorpresa, a la viuda no se le acabó a harina que le quedó y Dios multiplicó cada uno de sus alimentos para salvar a su hijo de morir por hambre.
Otro episodio que respalda esta obra de misericordia corporal es que muchas veces no sabemos a quién alimentamos. El caso de Abraham es bastante famoso, porque un día recibió 3 hombres que resultaron ser la Santísima Trinidad recubiertos en 3 ángeles. Luego de alimentarlos, Abraham recibió la noticia que en menos de un año sería padre, a través de la llegada de Isaac.
Dar de beber al sediento
Esta es otra de las obras de misericordia corporales más importantes. El planeta tierra está conformado en su mayor parte de agua (dulce) y a pesar de ello, muchos niños en el mundo han muerto deshidratados por falta de este vital líquido. En los pueblos donde más abunda la sequía y el clima desértico, obtener el agua es un privilegio que no todos pueden darse para subsistir.
A simple vista luce increíble que no todas las personas tengan acceso al agua potable. Desde luego, compete hablar de una sed espiritual que muchos hombres padecen, sed por el sentido de la vida, sed por calmar los dolores corporales, sed por ser felices. Jesús en el Laudato habla que la manifestación de la violencia en el hombre es comparable con la contaminación del agua que puede detallarse en el mundo.
Dar de beber al sediento es una de las obras de misericordia corporales que más repercusión puede tener a mediano plazo, porque con ello se incita a las demás personas a salvar el planeta y cuidar cada gota de agua. Dar de beber agua o cualquier líquido refrescante a hombre o mujer, es como si lo estuviese haciendo por el propio Cristo, que en su lecho de muerte tuvo los labios resecos.
Para explicar con más detalle lo que significa esta obra de misericordia corporal, es pertinente resaltar el regaño recibido de Santa Rosa de Lima por parte de su madre, por ayudar a los pobres y enfermos.
La santa para defender su postura declara lo siguiente a su progenitora: «Cuando ayudamos a los pobres y enfermos, estamos sirviendo a Jesús». De esta manera, deja en claro que ésta y cualquier otra obra de misericordia tiene la intención de atender a Jesús manifestado en el prójimo del mundo.
Para muchos cristianos el hecho de servir a los más necesitados es reinar en la tierra y recibir la mirada benévola de Dios. En algún momento, él también sufrió la escasez y austeridad, hasta que el rebaño de su derecha lo ayudó en todo lo necesario y multiplicó sus dones hasta estar sentados a su derecha para observar a los ángeles y arcángeles.
Dar posada al necesitado
En los tiempos antiguos, el hecho de brindar posada a quienes no tienen un sitio fijo para llegar se trataba de un asunto de vida o muerte. Gran parte de ellos efectuaron largas travesías, con el riesgo de ser robados o asesinados por los forasteros para robar sus pertenencias. Este no es el caso hoy en día, gracias al sistema de transporte que ha mejorado significativamente para partir de un sitio a otro con mayor seguridad.
Sin embargo, en algún momento corresponde la ocasión de recibir a un pariente o amigo en el hogar para brindarle un hospedaje seguro. A veces, hay razones de peso válidas para ofrecer alojamiento, sea por no tener un hogar, problemas de salud, ser corridos de la vivienda, entre otros.
Tampoco hay certeza de a quien se ayuda y no existe un mejor ejemplo que el de Abraham, quien acogió a los 3 hombres sin saber que se trataba de la Santísima Trinidad. Para cerrar con esta obra de caridad, hay que recordar las sabias palabras de San Pablo (Hb. 13, 2): «Nunca dejen de practicar la hospitalidad, pues algunos dieron alojamiento a seres espectaculares sin saberlo».
Vestir al desnudo
Para poner en práctica estas obras de misericordia corporales no es necesario gran esfuerzo, ni siquiera para vestir al desnudo. Cualquier persona que tenga ropa sin usar, fácilmente tiende a donarla a organismos benefactores o llevarla hasta la iglesia para ayudar a quienes no poseen ropa y calzado. Esto no quiere decir que la ropa a regalar esté en pésimas condiciones o a nada de quedar obsoletas para su uso, como unos zapatos rotos.
Visitar al enfermo
Visitar a un enfermo no significa hacerlo por un compromiso obligado, ni por cumplir con un carácter presencial. Se basa en una verdadera atención a los enfermos y ancianos, colaborar con lo que más sea necesario para mejorar su calidad de vida.
La buena compañía tiende a ser la mejor medicina para ellos, si no tienen familiares que velen por su integridad. La atención espiritual es crucial para aquellas personas que sufren de enfermedades terminales, hasta hacer de su agonía lo más llevadero posible.
En las Sagradas Escrituras puede ubicarse la Parábola del Buen Samaritano, que aplica en cada una de las obras de misericordia corporales. Dicha parábola menciona a un individuo que curó un herido con sus cuidados, pero al no poder prestar su servicio a tiempo completo, designó esta tarea a otra persona con un pago especial, pero con la misma devoción de visitar a los enfermos. (Lc. 10, 30-37).
Socorrer a los presos
Los presos, más que ayuda material necesitan un gran refuerzo espiritual para sentir que su condena es más llevadera. Para muchos presidiarios, la vida y su libertad culminó desde el momento de ser apresados, por crímenes determinados. Sin embargo, desde la cárcel, pueden ser personas de utilidad, inclusive pueden participar en talleres de carpintería, orfebrería o practicar deportes dentro de las instalaciones del recinto para recrear su mente y olvidar el encierro.
Así como se presta una ayuda para los culpables, en las cárceles hay inocentes pagando por una condena que quizá no es propia. Hace mucho tiempo, los cristianos de buen corazón pagaban para liberar a los presos y hacerlos sus esclavos, hasta convertirlos en personas de bien para el pueblo. En la actualidad esta práctica no es tan relevante pero sí lo fue en el pasado.
Enterrar a los muertos
La sepultura la conocemos propiamente gracias a la propia muerte y resurrección de Jesús. Cabe mencionar que el cuerpo de Cristo reposó en una tumba que ni tan siguiera era propia para él. José de Arimatea fue el responsable de que el Señor tuviese un sitio para descansar, aunque posteriormente tuvo que rendir cuentas ante Pilatos sobre aquella acción. Nicodemo en este proceso también contribuyó para darle sepultura a Jesús. (Jn. 19, 38-42).
En la antigüedad, el hecho de enterrar a todos los muertos se trataba de un mandato inexorable y sin discusión, más aún cuando se pasaba por tiempos difíciles provocados por las guerras, en el que fallecen centenares de personas. Según: 1 Cor 6, 19, la importancia de enterrar a los muertos es que después de fallecer, el Espíritu Santo ve en el cuerpo sin vida un templo para permanecer por siempre.
Caso contrario ocurre cuando el cuerpo termina siendo cremado, por ser una especie de «irrespeto» al templo donde reposa el Espíritu Santo. La mayoría de las personas esparce las cenizas en el primer sitio en que se imagina, por tanto no habrá un recinto particular para que el cuerpo repose. En este caso, es mejor brindar una cristiana sepultura que resguardar las cenizas del difunto en el hogar o difuminarlas en el mar.
Consideraciones de la cremación por parte de la Santa Iglesia
«La iglesia siempre permitirá el acto de la incineración, siempre y cuando no se ponga en tela de juicio la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo».
Para abrir este apartado, resultaba necesario citar ese estrato encontrado en el: «Catecismo de la Iglesia Católica #2301″. Ella quiere decir que puede aceptar la cremación, siempre y cuando el cuerpo esté presente en formato de ceniza en las misas para recibir la bendición. O incluso, en la misa a cuerpo presente puede estar sin el proceso de cremación.
El motivo por el cual la iglesia actúa de este modo es por respeto al cuerpo en el que se halla el Espíritu Santo, para recibir el mejor tratamiento posible antes de la cremación mientras permanezca en el templo.
El cuidado para las cenizas está basado en la utilización de un recipiente digno, con la imagen de Cristo en la cruz en la parte frontal o cualquier alegoría de su muerte plasmada. Su sitio de colocación final debe ser un nicho espacioso para que el pequeño compartimiento quepa a la perfección. Hay personas que prefieren enterrar la caja en una fosa en lugar del mausoleo, aunque con ello no presenta inconvenientes por irrespeto.
La iglesia católica no acepta que los restos de un cristiano sean esparcidos en espacios abiertos como el mar o ser arrojados por el aire hasta que el viento se lleve las cenizas. Mucho menos está bien visto que las cenizas permanezcan en el hogar. Esta prohibición puede leerse en Orden de Funerales Cristianos, Apéndice No. 2, Incineración, No. 417.
Obras de misericordia espirituales
Tienen la misma importancia que aplicar las obras de misericordia corporales, porque representan un gesto noble por ayudar al prójimo que lo necesita. El primero de ellos es enseñar al que no sabe.
Enseñar al que no sabe
A partir de acá, cada una de las obras de misericordia espirituales tienen un grado que trasciende a las obras de misericordia corporales, porque ya las acciones no requieren de visitar enfermos, obsequiar ropa o dar bebida y comida a quien no tiene. Acá, reside en la enseñanza para salvar de la ignorancia a las personas.
El método de enseñanza puede variar, de basarse en comunicaciones, interacción o por escrito, siempre y cuando se aclaren dudas al respecto para que la persona que «no sabe» tenga mayores nociones sobre aquello que desea aprender para el futuro y la vida misma. Un buen respaldo de estas obras de misericordia naturales y espirituales es la siguiente:
«Quien instruye a muchos para que sean justos, brillarán como lo hacen las estrellas en el firmamento». (Dan. 12, 3b).
Dar buen consejo a quien lo necesita
Dentro de las obras de misericordia corporales y espirituales, muchos cristianos se hayan en la disyuntiva de no saber qué hacer o cómo actuar en determinados momentos en que se requiere pensar con cabeza fría.
Cabe destacar que los consejos siempre son ofrecidos por la persona, en situaciones en que no sean forzados. A veces, un consejo bien pedido tiene mayor valor sobre otro que llega en el momento equivocado. Otro aspecto importante es que el consejero deberá estar en buena sintonía con Dios, para que sus palabras estén llenas de luz hasta encaminar a la persona sin rumbo a la decisión más acertada.
Si el consejo está iluminado por la gracia de Dios, o está lleno de buenas intenciones, quiere decir que es el apto para hacer sentir bien a una persona en momentos difíciles. No es buena idea intervenir con opiniones personales, que al final son subjetivas. El buen consejero será un gran guía para la persona en apuros. Para conocer todas los atributos cristianos, puede visitar el post de virtudes humanas.
«Los guías espirituales brillarán en el firmamento, tal como lo hace el bello resplandor». (Dan. 12, 3a).
Corregir al que está en error
En diversas ocasiones, este tipo de correcciones suelen ser violentas y no tienen nada que ver con las obras de misericordia corporales. Tampoco consiste en corregir a cada momento un error que no tiene mayor peso, pero si salvar a quien comete todo pecado que ofenda el buen nombre de Dios.
En esta instancia es conveniente mencionar una conexión fraterna, apoyado en una cita del propio Jesús:
«Si tu hermano está pecando con frecuencia, ve a hablar con él a solas para reprochar su actitud. Cuando te escucha, te has ganado la confianza del hermano. Si no te escucha, toma contigo a un par de sujetos más, para que se decida a través de la palabra grupal de dos o más testigos. Al mantenerse la negación, corresponde dar acto a la asamblea». (Mt. 19, 15-17).
Perdonar las injurias
«Perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden»
No hay mejor texto para iniciar con estas obras de misericordia corporales y espirituales que citando una frase memorable encontrada en el Padrenuestro. Mientras tanto, para sintetizar una idea parecida manifestada en San Mateo, Dios puede perdonar a todos los hombres quienes le ofenden o no creen en él. El caso contrario es más adverso, porque si un sujeto no perdona las injurias cometidas por otro, Dios tampoco lo acogerá en su reino. (Mt. 6, 14-15).
Consolar al triste
Consolar al triste se maneja dentro del mismo rubro que cuidar o visitar a los enfermos en las obras de misericordia corporales. Pero acá, son las palabras que tienen mayor impacto en la fuerza espiritual decaída de esa persona triste.
Un mensaje de aliento podría ser suficiente para que el triste salga adelante y vea el lado colorido de la vida, con abanico a soluciones por probar. Por ejemplo, una agradable conversación con ancianos deprimidos que se sienten desplazados por sus familiares.
Sufrir con paciencia los defectos ajenos
La paciencia es una gran virtud que si es manejada adecuadamente, puede convertir al cristiano en un ser bastante tolerante, para aminorar los defectos de otros que le rodean. No obstante hay un consejo interesante para aplicar todos los días: cuando el soportar estos defectos hacen más daño que bien, no se debe ser tolerante.
Orar por los vivos y muertos
Es bastante similar a las obras de misericordia corporales relacionadas a enterrar a los muertos, pero esta vez sugiere una imploro para pedir por las almas benditas del purgatorio y quienes están a tiempo de arrepentirse de todos sus pecados. San Pablo recomienda el orar por todos: vivos y muertos, además, también por los gobernantes y quienes toman las riendas de una nación.