¿Jesús verdadero Dios y verdadero Hombre?, este es el gran misterio que debemos develar y es, nuestra fe quién nos brindará la respuesta. En este artículo realizaremos ese análisis esperando que al finalizar la lectura del mismo usted se encuentre fortalecido y sin dudas que empañen la credibilidad en que Jesús es Verdadero Dios y Verdadero Hombre.
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Jesús verdadero Dios y verdadero hombre
Será para la mayoría un verdadero misterio reconocer que Jesús verdadero Dios y verdadero Hombre, es posible que la primera duda se presente cuando hablamos de Jesús como Dios y no de Jesucristo, para poder entonces dilucidar el misterio de Jesús verdadero Dios y verdadero Hombre debemos entonces comenzar por analizar las Sagradas Escrituras y acompañar su lectura con la histórica tradición cristiana.
Antecedentes
Existían teólogos alejandrinos que no aceptaban la doctrina cristiana definida en Efeso en la cual definían la unión de las dos naturalezas en Cristo, Jesús es verdadero Dios y verdadero Hombre. Los alejandrinos contrarios a esta doctrina señalaban que tener dos naturalezas equivalía a ser dos personas.
El fundamento para ellos considerar que Jesús era una sola persona y no dos naturalezas era que luego de la Encarnación de Jesús, pasó a ser una sola porque la naturaleza humana habría sido absorbida por la divina.
Sin embargo, esta propuesta de una sola naturaleza debía ser reconocida también en su concilio, el patriarca Dióscoro de Alejandría, logró que fuera convocado un concilio en Efeso por el emperador Teodosio II. Para este concilio fue enviada una carta por parte del Papa León I, en la cual defendían las dos naturalezas de Jesús, sin embargo, Dióscoro de Alejandría no permitió que fuera leída y se impuso de manera violenta con la doctrina de una naturaleza única.
Esta profesión de fe fue apoyada por todos los obispos presentes. De esta manera se fundamenta entonces la doble cualidad y atributo de Jesús en la doctrina Cristiana, reconociéndolo como Jesús verdadero Dios y verdadero Hombre en una única persona.
Jesús, verdadero hombre y Dios
En las Sagradas Escrituras existen numerosas versículos que indican que Jesús se hace conocer como el hijo de Dios, el hecho de ser el Hijo del Creador hecho hombre en la Tierra, nacido de Santa María Virgen sin pecado original concebido, es uno de los fundamentos que indican que en la Tierra Jesús es verdadero Dios y verdadero Hombre.
En las Santas Escrituras específicamente en el Nuevo Testamento se encuentran las evidencias de su vida, de su paso por la Tierra, de sus palabras, pensamientos, mandamientos y ejemplos que cada uno de sus discípulos, tocados por el Espíritu Santo detallaron con ferviente amor y dejaron para nosotros escritos que nos ayudan a reconocer a Jesús como verdadero Dios y verdadero Hombre.
En Juan Capítulo 8, versículo 58, el apóstol escribe “De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, Yo soy”, podemos resaltar en este versículo que Jesús se atribuye de manera inequívoca la investidura de ser la representación de Dios en la Tierra, se presenta en su nombre, Dios Padre y Creador en los cielos y Jesús Dios Hijo y Redentor en la Tierra.
Juan en el capítulo 10 versículo 30 escribe en nombre de Jesús “Yo y el Padre uno somos”, siendo Dios Padre Creador y Jesús una sola entidad, es otra afirmación de que Jesús es verdadero Dios y verdadero Hombre. Jesús en sus palabras siempre indicaba quien era y a pesar de su poder, nunca dejó de ser un Hombre humilde.
Por qué hablamos de Poder, porque Jesús también dejó muy claro que él había sido bendecido con todo el Poder del cielo, esto está claramente escrito por Mateo en el capítulo 28 versículo 18 en donde señala que Jesús se acercó y les habló diciendo: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”.
Al conceder Dios Padre toda potestad a Jesús hecho Hombre en la Tierra, está sobreentendido que Jesús tiene el poder del juicio final sobre la humanidad y también el poder sobre la Ley, poder originario del Poder de Dios, pero siendo ellos “uno solo” no hay duda que Jesús tenía el mismo Poder que el Dios Padre Creador.
Jesús verdadero Dios y verdadero Hombre es irrefutable concebirlo de esta manera porque así como tenía Poder para enjuiciar el comportamiento pecaminoso del hombre por orden y permiso entregado por su Padre como se indica en Juan capítulo 5 versículo 22 “Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dió al Hijo”, también tenía el Poder de perdonar los pecados, este hecho se encuentra registrado también en las Santas Escrituras en Juan capítulo 20 versículo 22 “Recibid el Espíritu Santo”.
Como podemos ir observando en la medida que vamos adentrándonos en las Sagradas Escrituras vamos encontrando fundamentos que muestran que Jesús es verdadero Dios y verdadero Hombre. Su misión al venir enviado por su Padre a la Tierra en principio era pronunciar el juicio final sobre la Humanidad, sin embargo, siendo uno solo como el Dios Padre, Jesús es amor y al llegar y vernos no pudo más que entregarse en cuerpo y alma para salvar lo que estaba perdido.
Jesús tenía al momento de encontrarse en la Tierra como Hombre, capacidades para mostrar su poder divino, es por ello, que realiza “milagros”, o se permitía mostrar “signos” que servían ante los ojos del hombre como testimonios de que él Jesús era el mismo Dios en la Tierra y por ello a través de sus milagros demostraba que había venido al mundo el Reino de Dios.
Esta hermosa dualidad en la que se presenta Jesús es robustamente respaldada no sólo por sus enseñanzas, palabras y sacrificios, sino por la humildad que imprimía en cada una de sus acciones, en cada uno de sus pasos dejaba testimonio de ser el Hijo de Dios, sin necesidad decirlo, pero también dejaba testimonio y se daba a conocer como Hombre.
Cuando leemos con detenimiento el Nuevo Testamento, especialmente los Evangelios, encontramos en cada palabra respaldo de que Jesús es verdadero Dios y verdadero Hombre. Esta afirmación es respaldada por cada uno de sus apóstoles y evangelistas.
Se siente tal cual como se lee, una manera verdaderamente simplista de ver e identificarse con el Hijo de Dios. En la mayoría de las iglesias se reconoce su sacrificio, sin embargo, hay la tendencia de presentarlo como un Hombre maravilloso, extraordinario, pero sólo como hombre.
Al principio del Cristianismo era todo lo contrario, Jesús para principios de siglo era más bien visto como un ser etéreo, el cual tenía una figura o apariencia de Hombre pero que realmente era un Dios. Por lo tanto, en la búsqueda de encontrar el equilibrio y un reconocimiento de Jesús lo más cercano a la realidad y que además tiene respaldo escrito en las Santas Escrituras, la Iglesia proclama con absoluta verdad que Jesús es verdadero Dios y verdadero Hombre, todo en un solo Ser, una sola persona.
Existen innumerables testimonios en las Santas Escrituras y en la historia cristiana que fundamentan la verdadera humanidad de Jesucristo. Es lógico que el comienzo de reconocer a Jesús Hijo de Dios en la Tierra como un verdadero hombre sea refiriéndonos a la Encarnación de Jesús.
Jesús como verdadero Dios y verdadero Hombre es definitivamente un hecho histórico y real, existen evidencias de la que Jesús llegó a la Tierra como Hombre para identificarse con toda la humanidad. En Colosenses capítulo 1 versículo 16 señala “Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él”.
Pero también podemos identificar su Humanidad porque nació de una Mujer se encuentra todo reseñado en Mateo capítulo 1 versículos 18 al 25. En ellos se cuenta de cómo María habiéndose unido a José había concebido un Hijo del Espíritu Santo, el ángel que informa José el acontecimiento le indica incluso su nombre 21: “Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.
Lucas habla abiertamente del nacimiento de Jesús desde el vientre de una Mujer y describe los acontecimientos del alumbramiento en la noche de Belén, Capítulo 2 versículos 6 y 7 “Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento” “Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón”.
Como un niño nacido hombre fue tratado, está claramente escrito en Lucas capitulo 2 versículo 21 y 22 “Cumplidos los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre JESÚS, el cual le había sido puesto por el ángel antes que fuese concebido”.
“Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor“, su vida de niño transcurrió como la de cualquier otro niño de carne en la Tierra, pero se fortalecía lleno de sabiduría y gracia ante Dios y ante los hombres.
Luego de ser concebido y nacido de Santa María Virgen, desarrolló una vida dentro de lo normal como Hombre en la Tierra, cuando se hace un análisis teológico Jesús muestra un aspecto importante de su vida terrenal. Jesús sentía las necesidades del hombre como por ejemplo tener hambre, podemos reconocer esta necesidad humana en Mateo capítulo 4 versículo 2 “Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre”.
También Jesús como verdadero hombre comía y era presa de la tentación, tenía emociones muy humanas y además muestras fisiológicas como sudar, sangrar, sueño o cansancio, entre otras. Cada una de las cualidades humanas indicadas anteriormente podemos encontrarlas reseñada en la Santas Escrituras.
En Lucas capítulo 1 versículo 23 dice “Pero mientras navegaban, él se durmió. Y se desencadenó una tempestad de viento en el lago; y se anegaban y peligraban”. En Mateo capítulo 4 versículo del 1 al 11 señalan varias de las tentaciones a las que fue sometido, estuvo bajo la tentación del diablo, quien le mostró reinos, poder y más para que por él fuera adorado, pero Jesús a pesar de ser tentado no cedió.
También cuentan de su sangre en Juan capítulo 19 versículo 34 “Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua” en la Pasión de Cristo son múltiples las muestras de humanidad de Jesús cuyo cuerpo reaccionaba y mostraba hasta la desfiguración posterior a los maltratos recibidos por sus verdugos.
Jesús era un hombre con emociones a flor de piel en Marcos capítulo 3 versículo 5 podemos leer “Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y la mano le fue restaurada sana”.
Y la tristeza y la angustia también se hacían presentes en el cuerpo de Jesús hecho hombre, estos sentimientos son revelados en Mateo capítulo 26 versículo 37 “Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera”.
Como podemos ver, al realizar la lectura de las Santas Escrituras del Nuevo Testamento encontramos fundamentos verdaderamente robustos de que Jesús es verdadero Dios y verdadero Hombre. Además es incluso lógico pensar en la necesidad y conveniencia de que Jesús fuera carne, fuera hombre como cualquiera de nosotros, por voluntad del Dios Padre el tuvo que morir en la Cruz como parte del sacrificio necesario para redimir todos nuestro pecados.
En Hebreo capítulo 9 versículo 22 se encuentra una escritura en donde el sacrificio es purificación “Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión”. También para demostrar a todos los incrédulos que después de su muerte física como Hombre, resucitaría como el verdadero Hijo de Dios que era.
La Humanidad de Jesús como hombre queda totalmente revelada en el martirio sufrido durante la Flagelación, la Coronación de Espinas, el agónico camino cargando la pesada Cruz, su crucifixión. Fueron muestras de irrefutable humanidad su cansancio, el dolor corporal, sus expresiones de sufrimiento.
Soportar tanto dolor infringido no lo hacía menos humano, lo hacía también un Dios, pero sólo un hombre podía morir en la Cruz como él lo hizo, y un verdadero Dios podía resucitar de la muerte. Jesús es un verdadero Dios y un verdadero Hombre.
La Iglesia en sus oraciones y evangelios deja muy claro la vida de Jesucristo en su paso por el mundo terrenal y su posterior glorificación con solo leer el Credo de los Apóstoles reza con claridad: “Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado”.
Se evidencia una vida Jesús como Hombre que se confirma y reafirma con la resurrección de Jesús, donde volvió a tomar el mismo de cuerpo de Hombre. La misma palabra resucitar significa volver a la vida en el cuerpo. Jesús resucitado se reencuentra con su apóstoles, pudo hablar, orar, comer. Ellos pudieron constatar el maltrato sufrido por que pudieron reconocer sus heridas.
Como podemos ver Jesús es verdadero Dios y verdadero Hombre existen testimonios de que así lo corroboran, sus apóstoles y creyentes que lo siguieron en su camino evangelizador, que tuvieron la oportunidad de ser sanados por él, que tuvieron la oportunidad de darle abrigo después de sus largos caminos recorridos, son evidencia de la inexistencia de una posible contradicción de la existencia de un verdadero Dios y un verdadero Hombre en un mismo ser, Jesús.
Hemos visto a través de la lectura de éste artículo, la cantidad de fundamentos que revelan la existencia de Dios en la Tierra como Hombre y de manera menos contundente pero acompañando cada una de la evidencias, hemos dejado ver también su acción como Dios, a continuación desarrollaremos los fundamentos que permiten reconocer a Jesús como Dios.
El reconocimiento de Jesucristo como verdadero Dios y verdadero Hombre, forma parte de la doctrina Cristiana desde el año 451 después de Cristo, establecido en el concilio de Calcedonia. Así como hemos visto que Jesús es verdadero Hombre, en esa misma medida, Jesús es verdadero Dios, esto se encuentra detallado en las Sagradas Escrituras.
En Mateo capítulo 5 versículo 17 señala el reconocimiento de Jesús como Hijo del Dios Padre, en el momento del Bautismo Mateo indica “Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd.”. ¿Quién es distinto al Padre que le da vida?
Otra de las evidencias más contundentes de que Jesús es verdadero Dios se encuentra en Juan Capítulo 10 Versículo 30 “Yo y el Padre uno somos”. Lo que indica que Jesús tiene exactamente la misma naturaleza del Dios Padre.
Existen innumerables pasajes bíblicos que dan fe que Jesús es verdadero y verdadero Hombre, en Juan capítulo 1 versículo 18 señala Juan “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer”. Es de manera contundente el hecho de creer y haber conocido al Dios verdadero y creer en el Dios Padre por confiar y creer en la palabra de Dios Hijo. Está claramente indicado que al Dios nadie lo vio jamás, fue Jesús quien lo dio a conocer.
En Colosenses capítulo 2 versículo 9 “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” señalan sin duda alguna que Jesús es verdadero Dios y verdadero Hombre porque en Él habita Dios. Esta afirmación es acompañada por la confesión de Juan cuando indica en el capítulo 5 versículo 21, en donde compara el Poder de Dios Padre con el Poder de Dios Hijo, mostrando ninguna diferencia entre ambos “Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida”.
La encarnación, cumplimiento de una promesa
Cuando Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso o Jardín del Edén, Dios les prometió enviar un Salvador, cuando llegó entonces el reconocimiento por parte de Dios Padre la plenitud de los tiempos, fue enviado Jesús a la Tierra, su único hijo.
Dios Padre había elegido al pueblo israelita para crear y concretar a través de Jesús esa alianza definitiva inicialmente interrumpida por Adán y Eva, pero ahora luego de haber preparado al pueblo elegido, al cual había mostrado sus designios. El haber enviado a su Hijo es la demostración del inmenso Amor de Dios hacia la humanidad.
En cumplimiento de la promesa hecha a Adán y Eva, Jesús verdadero Dios y verdadero Hombre para buscar y salvar lo perdido, esta afirmación se encuentra claramente indicada Mateos capítulo 18 versículo 11 “Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido” reafirmado en la palabra escrita por Juan capítulo 3 versículo 17 “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”.
Es una doctrina de fe la existencia de Jesús, pero también es un hecho probado, porque existen estudios y análisis del Nuevo Testamento que así lo confirman, por lo tanto la duda no tiene cabida en los hombres de fe. Porque de no haber existido Jesús verdadero Dios y verdadero Hombre, tampoco existirían otros testimonios antiguos no cristianos, paganos y judíos, sobre su existencia.
La Iglesia cree en la Fe
Fue una lucha encarnecida la que tuvo que librar la iglesia para defender la verdad de la fe, porque existían alrededor del reconocimiento de Jesús verdadero Dios y verdadero Hombre, muchas herejías. En el siglo I los ebionitas consideraban a Jesús un simple hombre, con cualidades de santo. En el siglo II surge la creencia de que Jesús no era Hijo de Dios, sino que era un hijo adoptivo de Dios, reconociéndolo como una sola persona.
El reconocimiento de Jesús como verdadero Dios y verdadero Hombre fue defendido por San Juan en sus escrituras, porque doctrinas como el docetismo señalaban que Jesús no tuvo cuerpo, fue una aparición y no tuvo nacimiento de vientre, apareció ya siendo un adulto, es decir, no tuvo crecimiento, todo lo que por supuesto, es desmentido por los apóstoles y evangelistas. La Iglesia triunfa frente a todas las herejías reafirmando la verdadera humanidad de Jesús en cuerpo y espíritu.
La unión hipostática
La unión hipostática no es más que el término que se utiliza para describir cómo Jesús verdadero Dios toma la naturaleza humana, permaneciendo como Dios, es la explicación de Jesús verdadero Dios y verdadero Hombre. Es la unión en una misma persona de la naturaleza humana y la Divina, a esto se refiere la unión hipostática.
Esta es una unión inseparable, por lo tanto, Jesús será para siempre y por siempre Dios y hombre. Esto es perfectamente identificable en la lectura del Nuevo Testamento, Jesús en oportunidades sufría las limitaciones humanas, un ejemplo de ello podemos reconocerlo en Juan capítulo 4 versículo 6 “Y estaba allí el pozo de Jacob».
«Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo”, pero también daba muestra del Poder de ser Dios como lo indica Juan en el capítulo 11 versículo 43 y 44 “Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!” “Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario”.
En ambas situaciones las acciones procedían de su persona, de una misma persona con dos naturalezas. Para muchos y para nosotros que somos creyentes y tenemos nuestra fe fortalecida, ésta es una evidencia más que suficiente para entender la unión hipostática.
Sin embargo en los siglos iniciales de la humanidad existían controversias, interpretaciones que diferían entre doctrinas nacientes y las establecidas, por lo tanto, la Iglesia debía mantenerse en un alerta constante, desmintiendo falacias que generaban dudas sobre la naturaleza hombre y divina de Jesús.
La iglesia hizo frente a esta errónea concepción en el Concilio de Éfeso del año 431 en el cual reconocieron a María como Madre de Dios mediante la concepción humana del Hijo de Dios en su vientre. Superada esta propuesta, posteriormente surgió la herejía monofisita, es decir, aquella que indicaba que Jesús era una persona que vive en una sola naturaleza, pues la naturaleza humana habría sido absorbida en la divina.
Humanidad de Jesucristo
La Iglesia ha enseñado que el alma humana de Cristo está dotada de un verdadero conocimiento humano. La doctrina cristiana ha mostrado que Jesús en cuerpo de hombre tenía un conocimiento adquirido, pero también tenía un conocimiento espiritual que solo le es propia a los bienaventurados.
El conocimiento de Jesús verdadero Dios y verdadero Hombre no podía ser ilimitada, desde su nacimiento adquirió el conocimiento como un humano más, quiso experimentar en carne propia su crecimiento en sabiduría, en estatura y en gracia, tal como lo indica Lucas en el capítulo 2 versículo 52 “Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres”.
Pero no olvidemos que en él reposa el Espíritu Santo, por lo que también recibía el conocimiento infundido directamente por Dios en la inteligencia humana, Marcos y Juan escribieron al respecto. La humanidad de Jesús tiene el mismo peso en importancia que su deidad, él nació como un ser humano siendo totalmente divino.
No podemos olvidar que la Humanidad como consecuencia del Pecado Original, carga con la ignorancia y la tendencia al pecado, es por ello, que para algunos el concepto de la coexistencia entre Jesús verdadero Dios y verdadero Hombre es difícil de comprender.
Existen varios fundamentos de peso que pueden contribuir a entender que la presencia de Jesús en la tierra, primero era necesaria porque Dios cumple sus promesas y la dualidad en su naturaleza era inevitable debía nacer humano y era Dios. Como señalamos Dios había prometido un Salvador cuando echó del Edén a Adán y Eva y por eso envía a su único Hijo Jesús.
Necesariamente Jesús tenía que nacer humano, porque debía nacer bajo la Ley y sólo los seres humanos nacemos bajo la Ley. Tenía que ser necesariamente humano para poder redimir los pecados de los otros que habían nacido bajo esa misma Ley. Para poder guardar la Ley y no transgredirla, debía ser un ser perfecto, Jesús verdadero Dios, verdadero Hombre, era el único que podía rescatarnos de la culpa.
Esta condición se encuentra reseñada en Hebreos capítulo 9 versículo 22 “Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión”. Por lo tanto, Jesús perfecto y amoroso derramó su sangre humana pero santa para que Dios perdonara nuestros pecados.
Hemos podido ver cómo Jesús fue sometido a toda tipo de pruebas y tentaciones y es por ello por ser verdaderamente Dios, que las superó y en su vivencia como verdadero Hombre nos comprendió, entendió de nuestros errores y nos ayudó.
Jesús no sólo fue tentado por el demonio, también fue brutalmente maltratado, perseguido, vivió en la pobreza humana, fue humillado, despreciado y soportó los dolores, tristezas, angustias más que cualquier ser humano. De que otra manera hubiera Él podido experimentar todo lo vivido sino como un humano.
Creer que Jesús vino en carne y alma, creer que Jesús es verdadero Dios y verdadero Hombre es muestra de Fe y la Fe es requisito para nuestra salvación, nacemos y ya es inevitable llevar una vida signada por la segura muerte, pero Jesús verdadero Dios y verdadero Hombre vino para redimirnos y darnos la oportunidad de la Salvación y poder llegar a vivir la vida eterna.
Dudar la unidad hipostática de Jesús es concederle espacio al anticristo y todo lo que lo ayuda a que nuestra fe se debilite, no podemos cederle espacio al mal. Jesús hombre derramo su sangre por nosotros y no puede haber sido derramada en vano.
Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Timoteo capítulo 2 versículo 5 “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”.
Juan capítulo 11 versículo 35 “Jesús lloró”. Hebreos capítulo 2 versículo 9 “Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos”.
Lucas capítulo 2 versículo 52 “Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres”. Juan capítulo 4 versículo 29 “Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo? «.
No infundas tus dudas basado en preguntas que ya hemos respondido para ti, recuerda que el mal siempre está al acecho de las almas, cuando se preguntan si Jesús era Dios ¿por qué murió en la Cruz?, si realmente Jesús era Dios ¿cómo puede estar vivo?, estamos cayendo en el terreno que el mal quiere, estamos dudando y por lo tanto, al dudar nos alejamos de Dios.
Cuando nuestra fe es fuerte y sincera reconocemos que la humanidad y divinidad en Jesús no compiten, en Él es perfecta la presencia de ambos tipos de naturaleza, por ello, Jesús es verdadero Dios y verdadero Hombre.
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