Con la Novena a la Virgen del Carmen queremos manifestar nuestra devoción a Nuestra Santa Madre, quien es la que nos impulsa a ser más generosos, solidarios y más puros de corazón. Aprendamos en este post a rezarle a la Virgen del Carmen para lograr su atención y favores.
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Novena a la virgen del Carmen
Rezamos con mucho fervor cada día de esta Novena a la Virgen del Carmen para agradecer por los favores concedidos, para pedir por su Divina Intercesión ante Dios Padre por algún problema en particular por resolver y para pedir por la salvación de nuestras almas y la de nuestros hermanos, así como lo hacemos al rezar la oración a la virgen maría de la medalla milagrosa
¡Oh Santa Madre, amorosa y siempre pendiente de tus hijos, ante ti acudimos para que nos consueles! Por ello, te ofrecemos esta novena.
Primer día
- Plegaria.
Por la señal de la santa cruz. De nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
- Acto de contrición.
Dios mío y Señor mío, postrado ante ti, Majestad Soberana, acudo con todo mi ser, alma y corazón rendido a tus pies. Te adoro, confieso, bendigo, alabo y glorifico. Eres mi Dios y mi Señor; en ti creo, en ti espero y en ti confío me has de perdonar mis culpas, y dar tu gracia y perseverancia en ella, y la gloria que tienes ofrecida a los que perseveran en tu amor.
Perdóname, Señor, para que con alma limpia y pura, pueda alabar a la Santísima Virgen, Madre vuestra y Señora mía, y que, por su poderosa y divina intercesión, obtener la gracia especial que en esta Novena pido, para que sea mayor honra y gloria vuestra, y provecho de mi alma.
Amén.
- Oración inicial.
Santa María, madre que nos acoges en tu Santo Seno, ¡oh especial protectora de los que visten el escapulario de la Virgen del Carmen!, haz que seamos como tú para que podamos engendrar cada día a Jesús, en cada situación de nuestra vida. Te suplicamos intercedas ante tu querido hijo el perdón de nuestros pecados, el remedio a nuestras necesidades, la enmienda de nuestra vida, la salvación de nuestras almas, el consuelo de nuestras aflicciones, así como la gracia especial que te pedimos en esta Novena.
Enséñanos, Santa Madre a meditar la Palabra de Dios como tú lo hacías, para que en cada momento de nuestra vida podamos seguirla, practicarla y con ella hacer bien a nuestro prójimo. Con fervor te alabamos diciendo:
(rezar tres avemarías).
- Primer día: Frutos de virtudes y buenas obras.
¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que fuiste visualizada en aquella nube que el gran Profeta de Dios, Elías, vio levantarse del Mar, y con su lluvia dio frutos abundantes de la tierra, emulando tu fecundidad cuando diste al mundo a tu querido Hijo Jesús, como el salvador de nuestras almas. Te rogamos, Señora, nos llenes de lluvias de auxilios, para que nuestra alma genere muchos frutos en virtudes y buenas obras, a fin de que si servimos bien en esta vida, nos merezcamos gozar de la eterna. Así, Señora, humildemente te suplicamos diciendo:
(rezar La Salve)
Pedir el favor particular que se desee conseguir en esta Novena.
- María: Ejemplo de humildad.
Lo que nos dice la Palabra de la Anunciación:
Sucedió que Dios envió al ángel Gabriel a visitar a María, en la ciudad de Nazaret, en Galilea. Ella era una virgen que se había casado con José, de la casa de David. El ángel, al estar frente a María, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella quedó consternada por esa aparición y por esas palabras y se preguntaba qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande, se le llamará Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.»
Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» (Lc 1, 26,3)
- Oración final para todos los días.
Virgen santísima del Carmen; yo deseo que todos se refugien bajo la sombra protectora de tu santo Escapulario, que todos estén unidos a ti, Madre mía, por los estrechos y amorosos lazos de esta tu querida Insignia. ¡Oh hermosura del Carmelo! Estamos aquí, a tus pies, postrados con todo amor y fervor ante tu sagrada imagen, para solicitar tu protección.
Te encomiendo las necesidades de nuestro Santísimo Padre, el Papa, y las de la Iglesia Católica, nuestra Madre. Así también las de mi nación y las de todo el mundo, mis propias necesidades y las de mis familiares, amigos y bienhechores. Te pedimos, ¡oh Madre Celestial! nos mires con ojos de compasión a nosotros pecadores, que ofenden a tu divino Hijo, y a tantos infieles como gimen en las tinieblas. ¡Qué todos se conviertan y te amen, Madre mía! como yo deseo amarte ahora y siempre, y como te lo pedimos cuando rezamos la Poderosa Corona de da divina misericordia
Amén.
Segundo día
- Plegaria.
Por la señal de la santa cruz. De nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
- Acto de contrición.
Dios mío y Señor mío, postrado ante ti, Majestad Soberana, acudo con todo mi ser, alma y corazón rendido a tus pies. Te adoro, confieso, bendigo, alabo y glorifico. Eres mi Dios y mi Señor; en ti creo, en ti espero y en ti confío me has de perdonar mis culpas, y dar tu gracia y perseverancia en ella, y la gloria que tienes ofrecida a los que perseveran en tu amor.
Te amo por sobre todas las cosas y confieso ante ti todas mis culpas y pecados. Me arrepiento de todas mis ofensas y espero me concedas benignamente el perdón. Me pesa de todo corazón, ¡oh, Dios mío!, haberte ofendido, por ser quien eres. Propongo firmemente, ayudado por tu divina misericordia y gracia, nunca más volver a pecar, apartarme de las ocasiones en que puedo ofenderte, confesar todas mis culpas y procurar en servirte y agradarte.
Perdóname, Señor, para que con alma limpia y pura, pueda alabar a la Santísima Virgen, Madre vuestra y Señora mía, y que, por su poderosa y divina intercesión, obtener la gracia especial que en esta Novena pido, para que sea mayor honra y gloria vuestra, y provecho de mi alma.
Amén.
- Oración.
¡Oh Virgen María, Madre de Dios y Madre también de los pecadores! La divina majestad te engrandeció escogiéndote para verdadera Madre suya, ante ti acudimos para abogar por el perdón de nuestros pecados, para obtener tu consuelo ante las calamidades que afrontamos y para solicitar de ti la gracia especial que te pedimos con esta Novena, si conviene para la Gloria del Señor. Para conseguir esa gracia nos valemos de tu poderosa intercesión y anhelamos tener el espíritu de todos los ángeles, santos y justos para poder alabarte dignamente.
Madre María, experta en el servicio, abogamos por tu ayuda para comprender que siendo siervos los unos de los otros es como podremos lograr ser verdaderos discípulos de tu Hijo. Madre María haznos capaces de estar siempre disponibles para aquellos que cada día encontramos en nuestro camino necesitados de bondad, amor y sustento. Por ello te rezamos con fervor.
(rezar tres avemarías).
- Segundo día: Luz para conocer su infinita bondad y amarle con toda el alma.
¡Oh, Virgen del Carmen, María Santísima! Tú que ofrendaste a los Carmelitas con tu familiar trato y apoyo solícito, iluminándolos con la luz de tu enseñanza y con tu ejemplo oportuno, te pedimos, Señora, nos asistas con tu protección y mostrándonos a tu bendito Hijo Jesús como luz para conocer su infinita bondad para que nos redima de nuestras culpas y llorarlas para aprender a servirle con toda perfección. ¡Qué todo sea hecho para su honra y gloria y edificación de mis prójimos. Oh, Señora, te lo suplicamos humildemente, diciendo:
(rezar La Salve).
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena.
- María, espléndida en el servicio.
Lo que dice la Palabra de la visitación:
En aquellos días, se puso en camino María con mucha prisa dirigiéndose a la región montañosa, a una ciudad de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno. Desde ese momento, Isabel quedó llena de Espíritu Santo y exclamó: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que venga a verme la madre de mi Señor? Porque apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» (Lc 1, 39-45).
- Oración final para todos los días.
Virgen santísima del Carmen; yo deseo que todos se refugien bajo la sombra protectora de tu santo Escapulario, que todos estén unidos a ti, Madre mía, por los estrechos y amorosos lazos de esta tu querida insignia. ¡Oh hermosura del Carmelo! Estamos aquí, a tus pies, postrados con todo amor y fervor ante tu sagrada imagen, para solicitar tu protección.
Te encomiendo las necesidades de nuestro Santísimo Padre, el Papa, y las de la Iglesia Católica, nuestra Madre. Así también las de mi nación y las de todo el mundo, mis propias necesidades y las de mis familiares, amigos y bienhechores. Te pedimos, ¡oh Madre Celestial! nos mires con ojos de compasión a nosotros pecadores, que ofenden a tu divino Hijo, y a tantos infieles como gimen en las tinieblas. ¡Qué todos se conviertan y te amen, Madre mía! como yo deseo amarte ahora y siempre.
Amén.
Tercer día
- Plegaria.
Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
- Acto de contrición.
Dios mío y Señor mío, postrado ante ti, Majestad Soberana, acudo con todo mi ser, alma y corazón rendido a tus pies. Te adoro, confieso, bendigo, alabo y glorifico. Eres mi Dios y mi Señor; en ti creo, en ti espero y en ti confío me has de perdonar mis culpas, y dar tu gracia y perseverancia en ella, y la gloria que tienes ofrecida a los que perseveran en tu amor.
Perdóname, Señor, para que con alma limpia y pura, pueda alabar a la Santísima Virgen, Madre vuestra y Señora mía, y que, por su poderosa y divina intercesión, obtener la gracia especial que en esta Novena pido, para que sea mayor honra y gloria vuestra, y provecho de mi alma.
Amén.
- Oración.
Virgen Santísima, bienaventurada entre las mujeres, especial protectora de los que bendicen y usan el escapulario de la Virgen del Carmen, acudimos a ti en esta hora aciaga de mucha confusión y tribulación para que nos acerques a tu hijo amado con el fin de abogar ante Él por el perdón de nuestros pecados, enmendar nuestra vida, rogar por la salvación de nuestra alma y pedir la gracia especial que te pedimos en esta Novena a la Virgen del Carmen, para la Honra y Gloria del Señor, tal como te rogamos en las 15 Poderosas Oraciones de Santa Brígida. Te imploramos Virgen Madre:
Qué envolviste en pañales a tu Hijo Jesús, enséñanos a ser siempre pequeños y dejarnos llevar de tu mano hacia el buen Dios.
Ayúdanos a revestirnos de tu Hijo, para que seamos cada día dignos de su amor.
Esplendor del Cielo, cobíjanos a todos bajo tu manto.
(rezar tres avemarías)
- Tercer día: Qué Él habite en nosotros siempre amado, adorado y alabado.
¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que admitiste dignamente el obsequio filial de los Carmelitas, quienes fueron los primeros mortales que edificaron en tu honor un templo en el Monte Carmelo, donde concurrían fervorosos a darte culto y alabanza, te rogamos que hagas de nuestra alma templo vivo de la majestad de Dios, donde Él habite siempre amado, adorado y alabado por nosotros. Así, Señora, te lo suplicamos humildemente, diciendo:
(rezar La Salve).
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena.
- María, Madre que nos viste con su Escapulario.
Lo que dice la Palabra del Nacimiento de Jesús:
Mientras estaban en Judea, en la ciudad de Belén, para el empadronamiento de ley, se le cumplieron los días del alumbramiento y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada.
Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el ángel del Señor, la gloria del Señor los envolvió en su luz y se llenaron de temor. El ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en Belén, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.» Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial que alababa a Dios diciendo: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace.» (Lc 2, 1-20)
- Oración final para todos los días.
Virgen santísima del Carmen; yo deseo que todos sin excepción se cobijen bajo la sombra protectora de tu santo escapulario, que todos estén unidos a ti, Madre mía, por los estrechos y amorosos lazos de esta tu querida Insignia. ¡Oh hermosura del Carmelo! Míranos postrados reverentes ante tu sagrada imagen, y concédenos benigna tu amorosa protección.
Te recomiendo las necesidades de nuestro Santísimo Padre, el Papa, y las de la Iglesia Católica, nuestra Madre, así como las de mi nación y las de todo el mundo, las mías propias y las de mis parientes y amigos. Mira con ojos de compasión a tantos pobres pecadores, herejes y cismáticos como ofenden a tu divino Hijo, y a tantos infieles como gimen en las tinieblas del paganismo. Que todos se conviertan y te amen, Madre mía, como yo deseo amarte ahora y por toda la eternidad.
Amén
Cuarto día
- Plegaria.
Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
- Acto de contrición.
Dios mío y Señor mío, postrado ante ti, majestad soberana, acudo con todo mi ser, alma y corazón rendido a tus pies. Te adoro, confieso, bendigo, alabo y glorifico. Eres mi Dios y mi Señor; en ti creo, en ti espero y en ti confío me has de perdonar mis culpas, y dar tu gracia y perseverancia en ella, y la gloria que tienes ofrecida a los que perseveran en tu amor.
Te amo por sobre todas las cosas y confieso ante ti todas mis culpas y pecados. Me arrepiento de todas mis ofensas y espero me concedas benignamente el perdón. Me pesa de todo corazón, ¡oh, Dios mío!, haberte ofendido, por ser quien eres. Propongo firmemente, ayudado por tu divina misericordia y gracia, nunca más volver a pecar, apartarme de las ocasiones en que puedo ofenderte, confesar todas mis culpas y procurar en servirte y agradarte.
Perdóname, Señor, para que con alma limpia y pura, pueda alabar a la Santísima Virgen, Madre vuestra y Señora mía, y que, por su poderosa y divina intercesión, obtener la gracia especial que en esta Novena pido, para que sea mayor honra y gloria vuestra, y provecho de mi alma.
Amén.
Oración
¡Oh Virgen María, Madre de Dios y Madre también de los pecadores! ayúdanos a redimirnos ante Dios de nuestros pecados. Haz que, por tu intercesión, podamos alcanzar a tu bien amado Hijo, para que podamos pedir ante Él el perdón de nuestros pecados, alcanzar el consuelo de nuestras aflicciones y el remedio para nuestras necesidades, así como conseguir la gracia especial que pedimos en esta Novena, si la misma conviene a la Honra y Gloria del Señor. Por ello, Virgen María:
Mujer contemplativa, te pedimos nos ayudes a conservar en nuestro corazón las enseñanzas de cada día y en lograr verlas con los ojos de Dios.
Enséñanos a ver en nuestro prójimo el rostro de tu Hijo y a no hacer discriminaciones.
Virgen fecunda, condúcenos a todos a Jesús.
(rezar tres avemarías).
- Cuarto día: Para ser también llamados dignamente hijo tuyo.
¡Oh Virgen del Carmen, María Santísima! que por amor a los Carmelitas les honraste con el dulce nombre de hijos y hermanos tuyos, alentándolos con singular fervor y confianza, permite que también nosotros podamos sentir a esa amorosa Madre, que nos das el remedio, el consuelo y el amparo a todas nuestras necesidades y aflicciones, exaltando las más hermosas virtudes.
Te rogamos, Señora, nos mires como Madre amantísima y nos permitas la gracia de imitarte, para que podamos también dignamente ser llamados hijos tuyos, y que mi nuestro nombre sea inscrito en el libro de la predestinación de los hijos de Dios y hermanos de mi Señor Jesucristo. Así señora, te lo pedimos, tal cual lo hacemos en el Poderoso Rosario a la Rosa Mística, diciendo:
(rezar La Salve).
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena.
- María, mujer contemplativa.
Lo que dice la Palabra de la visita de los Reyes Magos
Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: «¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle.» Al oírlo el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén.
Convocando a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, les preguntaba dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: «En Belén de Judea, porque así está escrito por el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel.»
Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Y, avisados en sueños que no volvieran a Herodes, se retiraron a su país por otro camino. (Mt 2, 1-12)
Oración final para todos los días
Virgen santísima del Carmen; yo deseo que todos sin excepción se cobijen bajo la sombra protectora de tu santo Escapulario, que todos estén unidos a ti, Madre mía, por los estrechos y amorosos lazos de esta tu querida Insignia. ¡Oh hermosura del Carmelo! Míranos postrados reverentes ante tu sagrada imagen, y concédenos benigna tu amorosa protección.
Te recomiendo las necesidades de nuestro Santísimo Padre, el Papa, y las de la Iglesia Católica, nuestra Madre, así como las de mi nación y las de todo el mundo, las mías propias y las de mis parientes y amigos. Mira con ojos de compasión a tantos pobres pecadores, herejes y cismáticos como ofenden a tu divino hijo, y a tantos infieles como gimen en las tinieblas del paganismo. Que todos se conviertan y te amen, Madre mía, como yo deseo amarte ahora y por toda la eternidad.
Amén.
Quinto día
Plegaria:
Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
- Acto de contrición.
Dios mío y Señor mío, postrado ante ti, Majestad Soberana, acudo con todo mi ser, alma y corazón rendido a tus pies. Te adoro, confieso, bendigo, alabo y glorifico. Eres mi Dios y mi Señor; en ti creo, en ti espero y en ti confío me has de perdonar mis culpas, y dar tu gracia y perseverancia en ella, y la gloria que tienes ofrecida a los que perseveran en tu amor.
Te amo por sobre todas las cosas y confieso ante ti todas mis culpas y pecados. Me arrepiento de todas mis ofensas y espero me concedas benignamente el perdón. Me pesa de todo corazón, ¡oh, Dios mío!, haberte ofendido, por ser quien eres. Propongo firmemente, ayudado por tu divina misericordia y gracia, nunca más volver a pecar, apartarme de las ocasiones en que puedo ofenderte, confesar todas mis culpas y procurar en servirte y agradarte.
Perdóname, Señor, para que con alma limpia y pura, pueda alabar a la Santísima Virgen, Madre vuestra y Señora mía, y que, por su poderosa y divina intercesión, obtener la gracia especial que en esta novena pido, para que sea mayor honra y gloria vuestra, y provecho de mi alma.
Amén.
- Oración.
¡Oh Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra! por lo que su divina majestad te engrandeció al elegirte para ser la verdadera madre suya, te suplicamos intercedas para llegar a tu amadísimo Hijo y poder pedir la salvación de nuestras almas, la enmienda de nuestras vidas y la gracia especial por la cual te ofrendamos esta Novena, si así le conviene a la honra y gloria de Nuestro Señor. Te rogamos Hija de Sión que:
Que purifiques nuestro corazón para que pueda pertenecer por completo a Jesús.
Que liberes nuestros corazones, para que sin miedo podamos ser sólo de su propiedad.
Qué hagas nuestro corazón semejante al tuyo.
Quisiéramos, Santa Madre e Hija de Sión, tener el espíritu de ángeles, santos y justos para poder alabarte siempre y dignamente, diciendo:
(rezar tres avemarías)
¡Oh Virgen del Carmen, María Santísima! que para defender a los Carmelitas, tus hijos, por el riesgo de que se extinguiera la sagrada Religión del Carmen, le mostraste tu gran amor y predilección con que los amparas, pidiendo al Sumo Pontífice, Honorio III, los aceptase benignamente y confirmase su institución, señalando que esa era tu voluntad y la de tu sagrado Hijo. Así, Señora te rogamos encarecidamente nos defiendas de todos los enemigos de alma y cuerpo, para que podamos siempre estar al santo servicio de Dios y tuyo. Así, Señora, te lo imploramos humildemente, diciendo:
(rezar La Salve).
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena.
- María, Señora de la ofrenda.
Lo que dice la Palabra de la presentación en el templo:
Cuando se cumplieron los días en que debían purificarse, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle ante Dios, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón. Era un hombre justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo le había revelado que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a las gentes y gloria de tu pueblo Israel.»(Lc 2, 22-32).
- Oración final para todos los días.
Virgen santísima del Carmen; yo deseo que todos sin excepción se cobijen bajo la sombra protectora de tu santo Escapulario, que todos estén unidos a ti, Madre mía, por los estrechos y amorosos lazos de esta tu querida Insignia. ¡Oh hermosura del Carmelo! Míranos postrados reverentes ante tu sagrada imagen, y concédenos benigna tu amorosa protección.
Te recomiendo las necesidades de nuestro Santísimo Padre, el Papa, y las de la Iglesia Católica, nuestra Madre, así como las de mi nación y las de todo el mundo, las mías propias y las de mis parientes y amigos. Mira con ojos de compasión a tantos pobres pecadores, herejes y cismáticos como ofenden a tu divino Hijo, y a tantos infieles como gimen en las tinieblas del paganismo. Solícitos te rogamos, como también lo hacemos en la oración a la sangre de Cristo por los hijos, que todos se conviertan y te amen, Madre mía, como yo deseo amarte ahora y por toda la eternidad.
Sexto día
- Plegaria.
Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
- Acto de contrición.
Dios mío y Señor mío, postrado ante ti, Majestad Soberana, acudo con todo mi ser, alma y corazón rendido a tus pies. Te adoro, confieso, bendigo, alabo y glorifico. Eres mi Dios y mi Señor; en ti creo, en ti espero y en ti confío me has de perdonar mis culpas, y dar tu gracia y perseverancia en ella, y la gloria que tienes ofrecida a los que perseveran en tu amor. Te amo por sobre todas las cosas y confieso ante ti todas mis culpas y pecados.
Me arrepiento de todas mis ofensas y espero me concedas benignamente el perdón. Me pesa de todo corazón, ¡oh, Dios mío!, haberte ofendido, por ser quien eres. Propongo firmemente, ayudado por tu divina misericordia y gracia, nunca más volver a pecar, apartarme de las ocasiones en que puedo ofenderte, confesar todas mis culpas y procurar en servirte y agradarte.
Perdóname, Señor, para que con alma limpia y pura, pueda alabar a la Santísima Virgen, Madre vuestra y Señora mía, y que, por su poderosa y divina intercesión, obtener la gracia especial que en esta Novena pido, para que sea mayor honra y gloria vuestra, y provecho de mi alma.
Amén.
- Oración.
¡Oh Virgen María, Madre de Dios y Madre Nuestra! qué fuiste elegida para ser la verdadera de Nuestro Señor Jesucristo, te imploramos nos permitas llegar a tu Santo Hijo Jesús para que interceda ante Dios Padre por el perdón de nuestro pecados, la salvación de nuestra alma, el consuelo de nuestras aflicciones y la gracia especial que te suplicamos en la Novena de hoy, si es para la Honra y Gloria de Dios. Por tal motivo Dulce María, infatigable buscadora de Dios:
Danos esa misma fuerza y resistencia que tú has tenido para buscar también a Jesús, tu hijo bien amado.
Guía nuestros pasos para que en el camino de la vida podamos siempre seguir a Jesús.
Sé tú nuestra compañera en nuestro caminar hacia Jesús. A ti María rezamos:
(rezar tres avemarías)
- Sexto día: Vivir siempre como verdaderos cristianos y custodios del Santo Escapulario.
¡Oh Virgen del Carmen, María Santísima!, qué ofrendaste a los Carmelitas por ser especiales hijos tuyos, la singular prenda del Santo Escapulario, el cual es vínculo de tantas gracias y favores para los que con devoción lo visten y cumplen sus obligaciones. Procuraremos, con Divina Ayuda, imitando tus virtudes, demostrar ser tus hijos. Te rogamos, Señora, nos permitas la gracia de vivir siempre como verdaderos cristianos y custodios del Santo Escapulario, por ello, Santa Virgen María, te imploramos humildemente, diciendo
(rezar La Salve).
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena.
- María, infatigable buscadora de Dios.
Lo que dice la Palabra sobre Jesús hallado en el templo:
Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió los doce años, subieron como de costumbre a la fiesta. Al volverse ellos pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres. Creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero, al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca.
Virgen santísima del Carmen; yo deseo que todos sin excepción se cobijen bajo la sombra protectora de tu santo Escapulario, que todos estén unidos a ti, Madre mía, por los estrechos y amorosos lazos de esta tu querida Insignia. ¡Oh hermosura del Carmelo! Míranos postrados reverentes ante tu sagrada imagen, y concédenos benigna tu amorosa protección.
Te recomiendo las necesidades de nuestro Santísimo Padre, el Papa, y las de la Iglesia Católica, nuestra Madre, así como las de mi nación y las de todo el mundo, las mías propias y las de mis parientes y amigos. Mira con ojos de compasión a tantos pobres pecadores, herejes y cismáticos como ofenden a tu divino Hijo, y a tantos infieles como gimen en las tinieblas del paganismo. Que todos se conviertan y te amen, Madre mía, como yo deseo amarte ahora y por toda la eternidad.
Amén.
Séptimo día
- Plegaria.
Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
- Acto de contrición.
Dios mío y Señor mío, postrado ante ti, Majestad Soberana, acudo con todo mi ser, alma y corazón rendido a tus pies. Te adoro, confieso, bendigo, alabo y glorifico. Eres mi Dios y mi Señor; en ti creo, en ti espero y en ti confío me has de perdonar mis culpas, y dar tu gracia y perseverancia en ella, y la gloria que tienes ofrecida a los que perseveran en tu amor. Te amo por sobre todas las cosas y confieso ante ti todas mis culpas y pecados.
Me arrepiento de todas mis ofensas y espero me concedas benignamente el perdón. Me pesa de todo corazón, ¡oh, Dios mío!, haberte ofendido, por ser quien eres. Propongo firmemente, ayudado por tu divina misericordia y gracia, nunca más volver a pecar, apartarme de las ocasiones en que puedo ofenderte, confesar todas mis culpas y procurar en servirte y agradarte.
Perdóname, Señor, para que con alma limpia y pura, pueda alabar a la Santísima Virgen, Madre vuestra y Señora mía, y que, por su poderosa y divina intercesión, obtener la gracia especial que en esta Novena pido, para que sea mayor honra y gloria vuestra, y provecho de mi alma.
Amén.
- Oración.
¡Oh Virgen María, Madre de Dios y Madre Nuestra! Que fuiste engrandecida al ser escogida entre todas las mujeres para ser Madre de Nuestro Señor Jesús, te suplicamos intercedas por nosotros ante tu Amadísimo Hijo para ser redimidos de los pecados cometidos, ser consolados de todos nuestras aflicciones, lograr el remedio a nuestras necesidades y se nos conceda la gracia especial que a través de esta Novena te pedimos, si conviene a la Honra y Gloria de Dios. Te suplicamos Madre Hermosa, Virgen de la escucha:
Qué abras nuestro corazón para que podamos escuchar las palabras de tu Hijo Amado.
Qué abras nuestro corazón y nuestra inteligencia, como te lo pedimos en la novena de súplica a Santa Rita (Nueve Días), para que al escuchar las palabras de tu Hijo Jesús, las pongamos en práctica.
Qué nos hagas fuertes en nuestros propósitos y para ello decimos:
(rezar tres avemarías)
- Séptimo día: Encontrar la seguridad en las tribulaciones y peligros.
¡Oh Virgen del Carmen, María Santísima! qué ofrendaste con tu Santo Escapulario de la Virgen del Carmen a los que con devoción lo usan, un poderoso escudo para defenderse de todos los males y peligros de este mundo y de las asechanzas del maligno, lo cual da fe de tantos milagros. Te rogamos, Señora, que seas nuestra defensa en esta vida mortal y así encontrar la anhelada seguridad a las tribulaciones y peligros, y salir victoriosos de las tentaciones, contando siempre con tu especial asistencia. Por ello, Santa Madre, te suplicamos humildemente, diciendo:
(rezar La Salve).
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena.
- María, Virgen de la escucha.
Lo que dice la Palabra de los Dichosos los pechos que amamantaron a Jesús:
Estaba él diciendo estas cosas cuando alzó la voz una mujer de entre la gente y dijo: «¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!» Pero él dijo: «Dichosos más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan.» (Lc 11, 27-28).
- Oración final para todos los días.
Virgen santísima del Carmen; yo deseo que todos sin excepción se cobijen bajo la sombra protectora de tu santo Escapulario, que todos estén unidos a ti, Madre mía, por los estrechos y amorosos lazos de esta tu querida Insignia. ¡Oh hermosura del Carmelo! Míranos postrados reverentes ante tu sagrada imagen, y concédenos benigna tu amorosa protección.
Te recomiendo las necesidades de nuestro Santísimo Padre, el Papa, y las de la Iglesia Católica, nuestra Madre, así como las de mi nación y las de todo el mundo, las mías propias y las de mis parientes y amigos. Mira con ojos de compasión a tantos pobres pecadores, herejes y cismáticos como ofenden a tu divino Hijo, y a tantos infieles como gimen en las tinieblas del paganismo. Que todos se conviertan y te amen, Madre mía, como yo deseo amarte ahora y por toda la eternidad.
Amén.
Octavo día
- Plegaria.
Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
- Acto de contrición.
Dios mío y Señor mío, postrado ante ti, Majestad Soberana, acudo con todo mi ser, alma y corazón rendido a tus pies. Te adoro, confieso, bendigo, alabo y glorifico. Eres mi Dios y mi Señor; en ti creo, en ti espero y en ti confío me has de perdonar mis culpas, y dar tu gracia y perseverancia en ella, y la gloria que tienes ofrecida a los que perseveran en tu amor. Te amo por sobre todas las cosas y confieso ante ti todas mis culpas y pecados.
Me arrepiento de todas mis ofensas y espero me concedas benignamente el perdón. Me pesa de todo corazón, ¡oh, Dios mío!, haberte ofendido, por ser quien eres. Propongo firmemente, ayudado por tu divina misericordia y gracia, nunca más volver a pecar, apartarme de las ocasiones en que puedo ofenderte, confesar todas mis culpas y procurar en servirte y agradarte.
Perdóname, Señor, para que con alma limpia y pura, pueda alabar a la Santísima Virgen, Madre vuestra y Señora mía, y que, por su poderosa y divina intercesión, obtener la gracia especial que en esta Novena pido, para que sea mayor honra y gloria vuestra, y provecho de mi alma.
Amén.
- Oración.
¡Oh Virgen María, Madre de Dios y Madre Nuestra!, tú siempre presente cuando necesitamos de guía y orientación, te imploramos nos lleves ante tu Querido Hijo y ruegues por la salvación de nuestra alma, el consuelo de nuestras aflicciones, el perdón de mis pecados y la gracia especial que te pedimos en esta Novena, si es para Honra y Gloria de Dios. Para conseguirlo, Señora, nos valemos de poderosa intercesión y por ello, María, Madre, que estuviste al pie de la cruz:
Quédate junto a nosotros para consolarnos y fortalecernos con nuestras cruces cotidianas y para que, como tú, sepamos estar en pie, aceptar y ofrecer nuestro dolor a Dios.
Abre nuestro corazón para acogerte en todo momento y sentir tu consuelo sanador.
Seas nuestra guía en la vida cotidiana. Por ello te decimos:
(rezar tres avemarías)
- Octavo día: Amparo y consuelo en la hora de mi muerte.
¡Oh Virgen del Carmen, María Santísima! qué proteges en la hora de la muerte a los que con devoción usan tu Santo Escapulario, para que logren por medio de la verdadera penitencia salir de esta vida en gracia de Dios y librarse de las penas del infierno. Te rogamos, Santa Madre, nos asistas, ampares y consueles en la hora de nuestra muerte, y nos permitas verdadera penitencia, la contrición de todos los pecados y verdadero deseo de ver y gozar de cuando estemos en la presencia de Dios, y que nuestra alma no se pierda ni condene, mas bien que llegue a la vida eterna con Dios. Así te lo suplicamos humildemente, diciendo:
(rezar La Salve).
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena.
- María, al pie de la cruz.
Lo que dice la Palabra del momento al pie de la cruz:
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa. (Jn 19, 25-27).
- Oración final para todos los días.
Virgen santísima del Carmen; yo deseo que todos sin excepción se cobijen bajo la sombra protectora de tu santo Escapulario, que todos estén unidos a ti, Madre mía, por los estrechos y amorosos lazos de esta tu querida Insignia. ¡Oh hermosura del Carmelo! Míranos postrados reverentes ante tu sagrada imagen, y concédenos benigna tu amorosa protección.
Te recomiendo las necesidades de nuestro Santísimo Padre, el Papa, y las de la Iglesia Católica, nuestra Madre, así como las de mi nación y las de todo el mundo, las mías propias y las de mis parientes y amigos. Mira con ojos de compasión a tantos pobres pecadores, herejes y cismáticos como ofenden a tu divino hijo, y a tantos infieles como gimen en las tinieblas del paganismo. Que todos se conviertan y te amen, Madre mía, como yo deseo amarte ahora y por toda la eternidad.
Amén.
Noveno día
- Plegaria.
Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
- Acto de contrición.
Dios mío y Señor mío, postrado ante ti, Majestad Soberana, acudo con todo mi ser, alma y corazón rendido a tus pies. Te adoro, confieso, bendigo, alabo y glorifico. Eres mi Dios y mi Señor; en ti creo, en ti espero y en ti confío me has de perdonar mis culpas, y dar tu gracia y perseverancia en ella, y la gloria que tienes ofrecida a los que perseveran en tu amor. Te amo por sobre todas las cosas y confieso ante ti todas mis culpas y pecados.
Me arrepiento de todas mis ofensas y espero me concedas benignamente el perdón. Me pesa de todo corazón, ¡oh, Dios mío!, haberte ofendido, por ser quien eres. Propongo firmemente, ayudado por tu divina misericordia y gracia, nunca más volver a pecar, apartarme de las ocasiones en que puedo ofenderte, confesar todas mis culpas y procurar en servirte y agradarte.
Perdóname, Señor, para que con alma limpia y pura, pueda alabar a la Santísima Virgen, Madre vuestra y Señora mía, y que, por su poderosa y divina intercesión, obtener la gracia especial que en esta Novena pido, para que sea mayor honra y gloria vuestra, y provecho de mi alma.
Amén.
- Oración.
¡Oh Virgen María, Madre de Dios y Madre Nuestra! interceda ante tu Hijo Amado para nuestros pecados sean perdonados, para que recibamos el consuelo a nuestras aflicciones, para que recibamos el remedio de nuestras necesidades, la salvación de nuestras almas y la gracia especial que te pedimos a través de esta Novena, si es para conveniencia, Honra y Gloria de Dios. Acudimos a tu Santa Intercesión para lograr el favor del Santo Padre. Santa María, hermana en la comunidad cristiana, te imploramos:
Que seas también nuestra hermana en esta vida.
Ven junto a nosotros y reza para que nuestra oración llegue al corazón de tu Hijo.
Recíbenos bajo tu manto protector.
(rezar tres avemarías)
- Noveno día: Nuestras obligaciones de cristiano y devoción del santo escapulario.
¡Oh Virgen del Carmen, María Santísima! que aun después de tu muerte, seguiste dando tu amor a los Carmelitas, como toda Madre piadosa, consuelas sus almas, cuando están en el Purgatorio, y con tus ruegos lograr liberarlos de esas penas para ir a gozar de Dios, te rogamos nos permitas, Santa Madre, nos llenes de tu divina Majestad para que podamos cumplir con las obligaciones de cristiano y la devoción del Santo Escapulario y así poder lograr ese favor que tanto ansiamos. Te lo suplicamos humildemente, diciendo:
(rezar La Salve).
Pedir la gracia particular que se desee conseguir en esta Novena.
- María, hermana en la comunidad cristiana.
Lo que dice la Palabra del encuentro con María, la Madre de Jesús y los discípulos:
Entonces se volvieron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos, que está próximo a Jerusalén la distancia de un camino sabático. Y cuando llegaron, subieron a la estancia superior, donde vivían, Pedro y Juan, Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el de Alfeo, Simón el Zelota y Judas de Santiago. Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres y de María la madre de Jesús y de sus hermanos. (At 1, 12-14).
- Oración final para todos los días.
Virgen santísima del Carmen; yo deseo que todos sin excepción se cobijen bajo la sombra protectora de tu santo Escapulario, que todos estén unidos a ti, Madre mía, por los estrechos y amorosos lazos de esta tu querida Insignia. ¡Oh hermosura del Carmelo! Míranos postrados reverentes ante tu sagrada imagen, y concédenos benigna tu amorosa protección.
Te recomiendo las necesidades de nuestro Santísimo Padre, el Papa, y las de la Iglesia Católica, nuestra Madre, así como las de mi nación y las de todo el mundo, las mías propias y las de mis parientes y amigos. Mira con ojos de compasión a tantos pobres pecadores, herejes y cismáticos cómo ofenden a tu divino Hijo, y a tantos infieles como gimen en las tinieblas del paganismo. Que todos se conviertan y te amen, Madre mía, como yo deseo amarte ahora y por toda la eternidad.
Amén.