Conoce todo sobre la devota Eucaristía

Conocer el sacramento de la eucaristía nos permite acercarnos más al conocimiento de Jesús y del por qué de la consagración del pan y el vino. Es por ello que en este post te queremos dar información relevante de esta celebración religiosa de la Iglesia Católica.
Eucaristía

¿Qué es la Eucaristía?

La Eucaristía es la ceremonia de la Iglesia cristiana en la que se celebra la consagración del cuerpo y la sangre de Jesucristo a partir de la conversión del pan y el vino sacramental. Es una forma de agradecer por ese bien que nos da Nuestro Señor.

De hecho, el vocablo eucaristía proviene del griego εὐχαριστία, que significa acción de gracias. Ha recibido distintas traducciones dependiendo de la corriente religiosa y su tradición. Así encontramos que a la eucaristía se le llama también Cena del Señor, Santísimo Sacramento, Última Cena, Cena Pascual, Santa Cena, Santo Sacrificio, Santos Misterios.

Como signos preponderantes de este sacramento tenemos:

  • Pan sacramental (con o sin levadura) y
  • Vino sacramental.

Como sabemos, éstos se consagran en el altar (o mesa de comunión) y a los que los consumen se les llama comulgantes, de quienes se dicen que “reciben la eucaristía».

Para los católicos el momento en que el pan y el vino de la eucaristía se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo se denomina transubstanciación. Mientras que los luteranos consideran que el cuerpo y la sangre de Cristo están realmente presentes «en, con y bajo» las formas del pan y el vino, mas no presencia real, y lo denomina unión sacramental.

En este post: Conoce a Jesús es posible saber más de Cristo y su sacrificio representado en la eucaristía.

Por su parte, los cristianos reformados creen en que si hay presencia espiritual real de Cristo en la eucaristía, al igual que los anglicanos quienes afirman universalmente la presencia real de Cristo durante esta celebración.

Otros, como los cristadelfianos creen que este acto es solo un memorial conmemorativo de la Última Cena.

Según el catecismo de la Iglesia Católica la eucaristía representaría un signo de unidad, vínculo de caridad y banquete pascual en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da prenda de la vida eterna.

Teología

En cuanto a la concepción teológica se toman en cuentan cinco aspectos importantes que forman la base para la reflexión según la corriente religiosa que se profese. Así tenemos, entonces:

Primero: La institución del sacramento

La teología de la Iglesia Católica considera a la eucaristía como sacramento desde el momento en que Jesucristo la estableció durante la Última Cena. Ello se evidencia cuando Cristo tomó el pan, lo partió y se los dio a sus discípulos diciendo:

“Tomad y comed, este es mi cuerpo, que será entregado por vosotros”

Eucaristía
«Tomad y comed este es mi cuerpo»

Asimismo, procedió con el cáliz, del cual tomó y se lo dio a sus discípulos diciendo:

“Tomad y bebed todos de él, porque esta es mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por muchos para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía.”

Esto se toma de los Evangelios de Mateo 26.26-29, Marco 14,22-25, Lucas 22,19-20 y en la 1 carta a los Corintios 11,23-26.

De acuerdo con lo señalado en esos episodios evangélicos se presentan dos visiones aceptadas del mismo hecho:

  • La Cena Pascual ocurrió en la víspera de la crucifixión de Jesús
  • Y la Cena Pascual estaba prevista en el Antiguo Testamento, basándose en la que celebraban los judíos, en la cual se consumía pan sin levadura, carne de cordero asada al fuego y hierbas amargas.

Algunos hechos que Cristo adelantó a su muerte en la Santa Cena son:

  • Su propia muerte al decir “mi cuerpo que será entregado” y “el cáliz de mi sangre, que será derramada”.
  • El ser servicial, cuando en la cena Jesús lavó los pies de sus discípulos y les mandó a seguir ese ejemplo. Esto lo narra el Evangelista Juan en 13,1-20 y 15,12.

Segundo: La Eucaristía y el sacrificio

Cuando en la eucaristía católica se realiza este sacramento, se considera que se está representando el mismo sacrificio que hizo Jesús en la cruz, en el cual quedó perpetuado su recuerdo a través de los siglos.

Es por ello que se considera que la eucaristía es también una especie de sacrificio, en el cual se hace como una ofrenda sacramental. Gracias a este ceremonial en cada eucaristía, no solo se rememora ese acontecimiento, sino que se hace presente y actual, de cierta manera, ya que emplean las mismas palabras que Cristo pronunció en aquel momento de la Cena Pascual. Las mismas palabras que reprodujeron los evangelistas Lucas en 22,19-20 y Matías 26,28.

Consideran los conocedores del tema, que tanto el sacrificio que ofreció Jesús en la cena como el propiamente dicho de la cruz son un solo, sacrificio, pues ambos Cristo es sacerdote y víctima.

¿Qué es la Eucaristía?

Los padres de la Iglesia

En la historia de la liturgia de la iglesia, diversos padres mártires y santos han señalado su parecer acerca de la eucaristía. Así tenemos a:

  • San Ireneo de Lyon para quien la carne y la sangre de Cristo son «el nuevo sacrificio de la Nueva Alianza», «que la Iglesia recibió de los apóstoles y que ofrece a Dios en todo el mundo». Según su opinión la eucaristía es el cumplimiento de la profecía de Malaquías.
  • San Cipriano expresó que, igual que lo ofrecido por Melquisedec en su tiempo, Cristo también ofreció ese sacrificio al Dios Padre, y ambos eran igualmente consistentes en pan y vino, que es lo mismo que ofrecer el cuerpo y la sangre.

Es así que lo que hace el sacerdote es imitar lo que Cristo hizo y él hace realmente las veces de Cristo. Ofrece, entonces, en la iglesia a Dios un sacrificio verdadero, tal cual Cristo lo hizo.

  • También San Ambrosio habló del sacrificio de Cristo en la misa, en la cual Él es sacerdote y ofrenda, y así lo expresó: «Aunque ahora no se ve a Cristo sacrificarse, sin embargo, Él se sacrifica en la tierra siempre que se ofrenda el cuerpo de Cristo».
  • Por su parte, San Ignacio de Antioquía nos hace ver el sacrificio que se simboliza en la eucaristía, al señalar que: «Tened, pues, buen cuidado de no celebrar más que una sola eucaristía, porque una sola es la carne de nuestro Señor Jesucristo, y uno solo el cáliz para la reunión de su sangre, y uno solo el altar, y de la misma manera hay un solo obispo con los presbíteros y diáconos».

Más tarde en la Edad Media

  • Santo Tomás de Aquino afirmó que el sacrificio en la eucaristía está plenamente identificado como el que hizo Cristo en la cruz y con ello continuó con la doctrina de los Padres.
  • Asimismo, Pedro Lombardo en el libro de Sentencias reafirmó que Cristo es inmolado cada día en el sacramento de la eucaristía, pues este cumple con la memoria, aún cuando Cristo murió solo una vez. Según sus palabras: «lo que es ofrecido y consagrado por el sacerdote se llama sacrificio y oblación porque es memoria y representación del verdadero sacrificio y de la santa inmolación hecha en el altar de la cruz».

Durante la Reforma Protestante

Esta reforma contravino en muchas facetas la doctrina del sacrifico eucarístico.

Así, para Martín Lutero el sacrificio de Cristo fue uno solo y la misa era un don recibido, no una ofrenda sacrificial que se deba ofrendar a Dios. En virtud de ello, abolió lo que dictaba el canon romano, así como las misas privadas y dejó solo el recuerdo de la Cena.

Eucaristía
Martín Lutero

Juan Calvino destacó, por su parte, que la misa podía ser considerada como sacrificio mientras sea de alabanza y acción de gracias, mas no de una manifestación real del sacrificio original.

Ulrico Zwinglio también se refirió a la eucaristía recalcando que el sacrificio de Cristo es único y que la misa es solo un recuerdo del mismo, como garantía de la redención que Cristo nos legó.

Luego de muchas consideraciones, encuentros y desencuentros entre católicos, luteranos y anglicanos, algunos reformadores han estado deliberando sobre esta teología del sacrificio eucarístico y al respecto se han podido dilucidar ciertas posiciones más o menos cercanas, mas no comunes, todavía.

Como parte de la Reforma Católica

Igualmente, dentro de la misma Iglesia Católica se han producido cambios y se ha abordado este tema, como por ejemplo en el Concilio de Trento, en el que se buscaba resolver la controversia con los protestantes en cuanto si la misa es ofrenda sacrificial o no.

Eucaristía
Concilio de Trento

Se aprobaron sus definiciones en septiembre de 1562, basadas en la antigua fe del Santo Evangelio, en lo relatado por los Apóstoles y en la doctrina de los Santos Padres. Entre las definiciones aprobadas están:

  • La ofrenda sacramental de la eucaristía es un sacrificio verdadero ofrecido a Dios.
  • El sacramento de la eucaristía es un sacrificio que representa y rememora el que hizo Cristo en la cruz por Cristo. Gracias a él es posible la remisión de los pecados
  • Jesucristo es oferente y ofrecido en la eucaristía y en la cruz. La única diferencia es que en la cruz fue ofrecimiento cruel hecho por el mismo Cristo, mientras que en la misa no hay derramamiento de sangre y es hecho por ministerio de los sacerdotes.
  • Es un sacrificio visible, tal como lo señala el Concilio que exige la naturaleza humana.
  • Fue instituida por el mismo Cristo, cuando dijo: «haced esto en memoria mía».

En el magisterio reciente

Se hace referencia en este punto a lo aprobado por Pío XII cuando destacó en la encíclica Mediator Dei,​ que se restablecía la doctrina tridentina del sacrificio eucarístico, el cual señala:

  • Su institución
  • Su verdadera renovación del sacrificio de la cruz, en la que se recuerda:
    • a Jesucristo como sacerdote y víctima
    • que la diferencia entre ambos es que el ofrecimiento fue cruento en la cruz e incruento en la misa.
En cuanto a lo cruento del sacrificio, se han destacado las señales externas de ese sacrificio que simbolizan su muerte. Así, el pan y el vino que por la transustanciación se convierten en su cuerpo y su sangre revelan que el cuerpo de Cristo así como su sangre están realmente presentes en la eucaristía. Ellos simbolizan la cruenta separación de cuerpo y la sangre.

De tal modo, es completamente válido expresar que la muerte de Cristo se repite en cada uno de los sacrificios que se hacen en el altar, en donde se conmemora su entrega.

Para conocer sobre frases que hablen de eucaristía se recomienda las mejores frases del Papa Francisco.

Así quedó plasmado en Mediator Dei, n. 89.

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  • Los fines del sacrificio tanto en la cruz como en la eucaristía; a saber: la glorificación de Dios, la acción de gracias, la propiciación de los pecados de todo el género humano, vivos y difuntos, y la impetración de la gracia y bendición de Dios, que habla de:
      • El valor infinito del sacrificio divino.
      • La participación de los fieles dentro del sacrificio eucarístico. Al respecto, hace una distinción entre el sacerdocio de los fieles, a través del bautismo, y el ministerial, derivado del sacramento del Orden Sagrado.

Por otra parte, de la constitución Sacrosanctum Concilium del Concilio Vaticano II, se desprende:

Que Jesucristo instituyó el sacramento de la eucaristía con su cuerpo y sangre, la noche de la Santa Cena, en la que sería traicionado.

Este acto se iba a perpetuar por los siglos, hasta su regreso, así como también destacó el Sacrificio de la Cruz, el confiar a su Esposa, la Iglesia, en la que se hiciera el Memorial de su Muerte y Resurrección, que incluyera:

    • El sacramento de piedad
    • El signo de unidad
    • El vínculo de caridad
    • El banquete pascual
    • El alma llena de gracia y
    • La gloria venidera.

Así lo destacó en el Sacrosanctum concilium, n. 47.

La ofrenda de la Iglesia es reconocida por San Pablo VI en la encíclica Mysterium fidei como parte del sacrificio.

En dicha encíclica señala que la Iglesia, al ser sacerdote y víctima juntamente con Cristo, hace ofrenda durante toda la misa del sacrificio y resalta que, aun cuando su celebración sea en privado ofrecida por un sacerdote, realmente no es una acción privada y se trata de una acción tanto de Cristo como de la Iglesia.

En ella al ofrecer el sacrificio, aprende a ser ella misma sacrificio universal para el perdón de los pecados y salvar, así, a la humanidad.

Así quedó expresado en Mysterium fidei, n. 4.

Eucaristía

Por su parte el mismo Papa ha dicho en el Credo del Pueblo de Dios, que:

Los católicos creemos que en la eucaristía el sacerdote representa a la persona de Cristo, en virtud de la potestad que recibió por el sacramento del orden. Es por ello que la ofrece en nombre de Cristo y también de parte de los miembros de su Cuerpo místico. Es, entonces, realmente el sacrificio del Calvario, que se hace presente en los altares.

Así se documentó en el Credo del Pueblo de Dios, n. 24

Por su parte, San Juan Pablo II hizo mención en su encíclica Ecclesia de Eucharistia de que en la eucaristía en esencia es parte indisoluble de la pasión y muerte del Señor Jesucristo, ya que no solo se evoca, sino que existe allí sacramentalmente, convirtiéndose en el sacrificio de la Cruz perpetuado por los siglos.

Se puede verificar lo señalado por San Juan Pablo II en la Ecclesia de Eucharistia, n. 11.

Por otra parte, el Catecismo de la Iglesia Católica ha identificado cada uno de los aspectos involucrados en la eucaristía. Veamos:

  • Está la eucaristía como el núcleo central de la Iglesia, ya que a través de ella Jesucristo la vincula junto con sus miembros a su sacrificio de alabanza y acción de gracias ofrecido una vez en la cruz al Padre para luego derramar bendiciones de salvación sobre su Cuerpo, que es la Iglesia.
  • Está la eucaristía como conmemoración de la Pascua de Cristo, o lo que es lo mismo, de la obra de la salvación realizada por su vida, muerte y resurrección.

Esta obra es representada por la acción litúrgica. También se puede consultar las obras de misericordia espirituales que nos recuerdan a Jesús.

  • Confirma que es el mismo Cristo, sacerdote eterno de la nueva Alianza, quien a través de los sacerdotes, se ofrece en el sacrificio eucarístico, siendo su presencia visible por las especies del pan y del vino; es decir, la ofrenda del sacrificio eucarístico.
  • Se instituye que solo los presbíteros válidamente ordenados pueden efectuar la eucaristía y consagrar el pan y el vino, porque es por ellos o a través de ellos que se convierte en el Cuerpo y la Sangre del Señor.
  • En la eucaristía se ofrece igualmente la redención de los pecados tanto de vivos como de muertos, con lo cual se pueden recibir de Dios sus beneficios espirituales o temporales.

Eucaristía

Es por ello pertinente señalar que con el sacramento de la eucaristía, Cristo nos brinda la gloria que podremos tener junto a él. De allí que al participar en este santo sacrificio, nos identificamos con su pasión y con su corazón, dándonos fuerza para luchar en esta vida y pedir al Señor por la vida eterna, para unirnos a María Santísima, a todos los Santos y a la Iglesia del cielo.

Al respecto, el papa Benedicto XVI nos expresó en su exhortación apostólica Sacramentum caritatis que la institución de la eucaristía constituyó la manera como Jesús nos anticipaba e involucraba en el sacrificio que se iba a producir en la cruz, así como también en lo que sería el triunfo de la resurrección.

También nos dice que Él sería el cordero inmolado, de acuerdo con los designios que el  Padre dispuso desde la misma creación, según la primera Carta de San Pedro en los versículos del 18 al 20.

Queda, así, evidenciado el carácter salvador que significaría su muerte en la cruz, así como la victoria sobre el mal al producirse la resurrección.

De allí que con la institución de la eucaristía quedó demostrado el acto de amor y de redención de Jesús para con la humanidad, mediante su muerte violenta.

Tercero: Presencia de Cristo en la Eucaristía

Las Iglesias, Católica, Ortodoxa y Copta han sostenido que, al ser consagrados, el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo. A esta conversión la Iglesia Católica la llama la “transubstanciación”, aun cuando tanto el pan como el vino mantienen sus características de color, olor, sabor, textura, etc.

La Iglesia, además, mantiene la creencia absoluta de que todo Cristo, vivo con su alma y su divinidad, se presenta en ella, de forma real y sustancial a través de la eucaristía, por lo que señala que ella es Cristo mismo.

En virtud de ello se hace a través de la misa la adoración a Cristo. Además a través de este sacramento se destacan los demás sacramentos. Como sabemos la misión de estos es santificar, pero en la eucaristía se halla el autor mismo de esa santificación.

En la Iglesia se considera que la presencia de Cristo en la misa se mantiene, mientras se conserven en apariencia el pan y vino, estando Cristo presente todo entero en cada una de sus partes; es decir que la fracción del pan no divide a Cristo.

Eucaristía

Por su lado, también las Iglesias Anglicanas afirman que al consagrar el pan y el vino estos pasan a ser el Cuerpo y la Sangre de Cristo, por eso se le considera y se le denomina Jesucristo Sacramentado, Presencia Real del Señor Jesús en el Sacramento del Altar.

En cuanto a la Iglesia Luterana, ésta revela que en la eucaristía subsisten el cuerpo y la sangre de Cristo junto con el pan y el vino. A esta teoría se le ha llamado consustanciación.

Ahora bien, si nos referimos a la mayoría de las iglesias reformadas; entre ellas la bautista, la pentecostal, etc., éstas consideran que el pan y el vino no cambian, por lo que ellos utilizan la eucaristía solo como una rememoración de la Última Cena.

Con respecto a los Padres de la Iglesia

De acuerdo con lo encontrado en el Catecismo de la Iglesia Católica, los Padres de la Iglesia se refirieron en su momento a la fe de la Iglesia fundamentada en la eficacia de la Palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo, que hacen posible la conversión del pan en el cuerpo y el vino en la sangre de Cristo.​ Seguidamente se da algunos ejemplos:

  • Martirio de San Ignacio de Antioquía

Expresó su fe en diversas cartas dirigidas a las comunidades cristianas en camino a su martirio.

Decía: «Ellos (los docetas) no reconocen la Eucaristía como la carne de Jesucristo, nuestro Salvador, que ha sufrido por nuestros pecados y el Padre benignísimamente ha resucitado».

Es por ello que advierten sobre la importancia de lograr conocer el servicio de la eucaristía, pues ella es conocimiento de la pasión de Nuestro Señor Jesucristo mediante la carne y la sangre.

  • Mientras tanto, San Justino escribió en su Apología Primera que consideraba a la eucaristía el alimento del hombre y además que participar en ella era un hecho aprobado para quienes creen las enseñanzas de Jesús, que son verdaderas y también que la remisión de pecados y vivir tal y como Cristo nos ha enseñado.

De hecho, se toma el pan y bebida común como Jesucristo vivo, que se encarnó por la palabra de Dios, tomó forma de carne y sangre para salvarnos.

Igualmente, se nos ha enseñado que el alimento consagrado gracias al poder de la oración que proviene de Él, y que nutre nuestra carne y sangre por la transformación, es la misma carne y sangre de ese Jesús encarnado.

Efectivamente, los Apóstoles en sus evangelios lo transmitieron así, tal y como les fue ordenado: que Jesús, tomando pan y dando gracias, dijo: «Hagan esto en memoria mía, este es mi cuerpo»; e igualmente tomando la copa y dando gracias, dijo: «Esta es mi sangre»; y se las dio solo a ellos.

Eucaristía
San Justino
  • Al respecto, San Ireneo de Lyon refirió que al igual que el pan terrenal al recibir la invocación y consagración de Dios, ya no es pan sino eucaristía, que conjuga lo terreno y lo celestial, así también nosotros al recibir esta eucaristía no somos ya corruptibles y podemos contar con la esperanza de la resurrección.​

Igualmente acota San Ambrosio que ese hecho no es de lo que produce la naturaleza, sino lo que la bendición ha consagrado al transformar el pan y el vino, lo cual supera en gran medida a la naturaleza y ésta misma cambia por efecto de la bendición.

Por su parte, San Juan Crisóstomo expresó: «Cuánta gente dice hoy: ‘Querría ver a Cristo en persona, su cara, sus vestidos, sus zapatos’. ¡Pues bien, en la eucaristía es a él al que ves, al que tocas, al que recibes! Deseabas ver sus vestidos; y es él mismo el que se te da no solo para verle, sino para tocarlo, comerlo, acogerlo en tu corazón».

Durante la Edad Media

En esta época se produjeron más dimensiones acerca del tema debido a la corriente filosófica de la escolástica, en las que se exageraba como por ejemplo lo señalado por los cafarnaitas que decían que la carne de Cristo en la eucaristía sería la misma de su encarnación, con lo cual la misa sería una especie de antropofagia querida por Dios.

Asimismo, en esa época, se comenzó a hablar del símbolo sacramental en el que se hace diferencia entre el cuerpo y sangre del Señor de su encarnación y su presencia en el sacramento.

Incluso Berengario de Tours agregó sobre muchos más simbolismos, por lo que fue condenado por la Iglesia Católica obligándolo a suscribir profesiones de fe que tendían al otro extremo.

No fue sino hasta siglo XIII durante el cual se desarrolló una posición teológica más balanceada y sopesada. Entre esas posiciones destaca la de Santo Tomás de Aquino, quien suscribió la presencia real y sacramental.

Apoyado en la filosofía aristotélica, se fundamentó la teología de la «transubstanciación».

Así lo expresó Tomás de Aquino teológicamente en la tercera parte de la Summa Theologiae,​ y de manera espiritual y con lirismo en los himnos que, según se ha señalado, compuso para la misa de Corpus Christi, solemnidad propiciada por el Papa Urbano IV, luego del milagro de Bolsena.

Eucaristía
Santo Tomás de Aquino

Más tarde en el IV Concilio de Letrán se lleva a cabo la consagración de la terminología escolástica que refiere que Jesucristo está realmente contenido en cuerpo y sangre en el sacramento del altar bajo el pan y el vino, una vez transustanciados, por gracia divina.

También en el II Concilio de Lyon se hizo evidente el sacramento de la eucaristía cuando fue consagrado el pan ázimo en la misma Iglesia Romana, enseñando que en dicho sacramento el pan si se transustancia en el cuerpo y el vino en la sangre de Jesucristo.

Para John Wyclif esto no fue ciertamente así y rechazó la transubstanciación de Santo Tomás de Aquino. Para Wyclif no había ninguna desaparición de la sustancia del pan y del vino, pues para él la presencia de Cristo en la eucaristía es sacramental o es signo, de manera virtual.

Tal opinión fue desechada y condenada en los Concilios locales de Oxford, Canterbury y Londres de 1382 y ratificadas en el Concilio ecuménico de Constanza.

En la época de la Reforma

Estos reformadores de manera contundente indicaron que Cristo no permanece en el pan y vino consagrados al finalizar la Misa, por lo que no debe ser adorado en los mismos, y, por ende, no deben ser guardados.

No obstante, se encontraron con diferencias entre ellos:

  • Por ejemplo, Lutero siempre fue de la opinión de que sí existía la presencia real de Cristo, pero nunca aceptó la transustanciación, pues para él eso era una «sofisticada especulación». Opinaba que el pan y el vino siempre eran eso pan y vino, pero que en ellos está también el Cuerpo y Sangre de Cristo. Esto fue denominado teoría de la «consustanciación», aun cuando él no empleó esos términos exactamente.
  • También, Zuinglio, Karlstadt y Ecolampadio hablaban de una presencia meramente simbólica.
  • Igualmente Calvino admitió una cierta presencia, que se denominó «virtus spiritualis» que se producía durante la celebración de la cena, sin embargo, él aclaraba que se trataba de algo relacionado con la fe.
Eucaristía
Calvino
  • Por su parte, los anabautistas sostenían en sus deliberaciones que aún no estaba definida la presencia del cuerpo y la sangre de Cristo durante la celebración de la Cena por lo que se ha llamado transubstanciación.
    • Al respecto, alegaron que es la comunidad cristiana la que forma ese cuerpo de Cristo​ en la cual se comparte un mismo alimento, así como su sangre, todo ello inspirado por el amor de esa comunidad cristiana a Cristo, así como Él los amó que llegó a entregar su vida por ellos.

Concuerdan todos ellos en que el pan y el vino forman parte de la Cena como una especie de unión con la sangre de Cristo y participan de su cuerpo. El Salmo 23 de la biblia católica nos ayuda a inspirarnos y confiar en Cristo y conocer de su pasión.

En la Contrarreforma

Para esta época se abordó este tema en la sesión XIII del Concilio de Trento del año 1551 en el que se aprobó el Decreto sobre la Santísima Eucaristía.

Se buscaba dar conocimiento de la posición de la doctrina católica en contraposición con lo expuesto por los reformadores.

Se concretó en dicho acto que:

  • La presencia de Cristo en el sacramento no es en signo o figura, como lo esbozaron Zuinglio, Ecolampadio, ni tampoco algo virtual como dijo Calvino.
  • Concretaron que «en el santísimo sacramento de la Eucaristía se contiene verdadera, real y sustancialmente el cuerpo y la sangre, juntamente con el alma y la divinidad, de nuestro Señor Jesucristo y, por ende, Cristo entero».
  • Se hizo una distinción entre presencia «natural» y «sacramental», ambas reales, porque no se contraponen entre sí, pues se trata del mismo Salvador. Esto es porque está a la derecha del Padre, que es su modo natural de existir, pero también está en muchos otros lugares en forma sacramental en su sustancia, que aun cuando no es fácil expresar con palabras, si es posible por el pensamiento según la fe.
  • Tal como fue señalado por los antepasados de la Iglesia primitiva de Cristo en cuanto a este sacramento de la eucaristía, se desprende que nuestro Redentor instituyó ese sacramento en la Última Cena, luego de bendecir el pan y el vino con las palabras precisas atestiguando que daba a sus Apóstoles su cuerpo y su sangre.
  • Esta acotación desecha lo expresado por los cafarnaitas y descarta el simbolismo que quisieron imponer Berengario, Zuinglio y Ecolampadio.​

 

John Ecolampadio
  • Además se estableció la presencia de ambas especies y carácter permanente, contraponiéndose a los reformadores, que abogaban por la comunión bajo las dos especies.
  • Se afirmó la validez del término «transustanciación».

Cómo es el magisterio reciente

Encontramos varios representantes y eventos que confirman la presencia eucarística de Cristo:

  • El Papa Pío XII lo reafirma en su encíclica Mediator Dei , destacando la presencia real y el culto eucarístico.

También lo hace en la encíclica Humani Generis, condenando las posturas teológicas de los que defendían la presencia simbólica.

  • El Concilio Vaticano II hace referencia al tema en la llamada Constitución Sacrosanctum Concilium.

En el Concilio de Trento se deliberó sobre el tema eucarístico en tres sesiones y en todo momento se aludió a la eucaristía como el centro del misterio eclesial.

​Asimismo, gracias a este concilio se vuelven a considerar los distintos aspectos de la eucaristía en forma conjunta. Así, se conjugan tanto la presencia real como su culto que se habían constituido en el centro del ceremonial, restando importancia a la celebración y a la comunión de los fieles.

  • En su encíclica Mysterium Fidei, Pablo VI reformuló los principales aspectos de la teología tridentina.

Afirmó, además, los diversos modos en que Cristo está presente en la Iglesia, dando preponderancia a lo eucarístico.

Eucaristía
Pablo VI
  • En cuanto al Credo del Pueblo de Dios se dejó en claro que toda interpretación teológica sobre este misterio debía contemplar el pan y el vino que dejaban de existir después de la consagración, dando paso a la presencia divina del cuerpo y la sangre de Cristo bajo las especies sacramentales de pan y vino, tal como lo quiso el mismo Señor a fin de dárnoslo como alimento para unirnos en su cuerpo místico.
  • Así también en el Catecismo de la Iglesia Católica se hace referencia a las distintas presencias reales de Cristo en la Iglesia.

Acota que se dice real a la de Cristo, aun cuando las otras también son reales, mas la de Cristo lo es por excelencia.

Apunta que la presencia de Cristo en la eucaristía comienzan en el mismo momento de la consagración y está allí mientras las especies eucarísticas lo estén, señalando las consecuencias que de ello se generan hacia el culto de la eucaristía fuera de la misa.

  • Así, también San Juan Pablo II quiso expresar su parecer y nos lo presentó en la encíclica Ecclesia de Eucharistia, en la que resaltó que la esencia de la Iglesia es la eucaristía, lo cual encierra en sí el misterio de la Iglesia, pues no es solamente una experiencia de fe.

Es por ello, según sus palabras, que la Iglesia experimenta con alegría cómo se celebra todo el tiempo y de formas diferentes la promesa del Señor, cuando nos dijo que: «He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo», según lo expresara Mateo en 28, 20.

Juan Pablo II y la Eucaristía
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Gracias a la sagrada eucaristía y en virtud de la transformación del pan y el vino en cuerpo y en sangre de Cristo, genera una inmensa alegría por esta presencia.

Este divino sacramento ha traído esperanza desde que la Iglesia comenzó su peregrinar en Pentecostés hacia la patria celeste.

  • Igualmente, el papa Benedicto XVI comentó también sobre este sacramento en la exhortación apostólica Sacramentum Caritatis expresando que la eucaristía es un santo sacramento de caridad en el que el mismo Jesucristo nos revela el amor infinito de Dios por nosotros.

En él se manifiesta ese amor tan grande que lleva a dar la vida por el otro, tal como lo relató el evangelista Juan en 13,1 diciendo que en efecto: «los amó hasta el extremo», lo que evidencia la infinita humildad de Jesús antes de morir por nosotros en la cruz.

De esa misma forma Cristo nos sigue amando en el sacramento eucarístico «hasta el extremo», hasta dar su cuerpo y su sangre.

Cuarto: Eucaristía y comunión

Lo concertado en el Concilio Vaticano II establece una mayor unión con los fieles logrando que participen más activamente en la celebración eucarística, bien sea a través de algunas funciones específicas o mediante la oración.

Al respecto en el Catecismo de la Iglesia Católica se encuentra estipulado que en la institución de la Iglesia existe una «comunión de los santos», en la que se encuentran:

  • «Cosas santas»
  • La eucaristía, con lo cual se busca la unión de todos sus devotos,
  • La unión entre ambas, formando así un solo cuerpo, que es el de Cristo.

Por otra parte, se nos habla en el libro de los Hechos de los Apóstoles acerca de la primera comunidad cristiana, en la cual se hace una unión entre:

  • La celebración de la fracción del pan
  • Los compromisos de comunión y
  • la división de los bienes.
Eucaristía
Concilio Vaticano II

Se señala en el libro que solían escuchar todos juntos las enseñanzas de los Apóstoles y participaban de la vida común, compartiendo la fracción del pan y las oraciones.

Había una estrecha relación entre los fieles devotos en la que se compartían los frutos obtenidos.

Así por ejemplo hacían venta de algún bien y el ingreso obtenido se distribuía entre sí, dependiendo de las necesidades de cada quien. Asistían juntos al Templo, compartían el pan y comían en comunidad llenos de esperanza.

Asimismo, alababan a Dios y eran queridos por todos. El Señor hacía crecer la comunidad con los que debían salvarse.

También en la denominada época patrística hubo una relación muy cercana entre eucaristía y comunidad cristiana. En la oración al Santísimo Sacramento se hace referencia a este poderoso sacramento de la eucaristía.

Al respecto, se puede mencionar lo que pensaban diversas autoridades y entes:

  • San Ignacio de Antioquía para quien se debía tomar y aprovechar lo que ofrecen los frutos de la eucaristía, como son:
    • La carne del Señor
    • El cáliz de su sangre
    • El altar
    • Los obispos
    • Los presbíteros y diáconos y
    • Que todo se hiciera según Dios.
  • Santo Tomás de Aquino refirió que en la eucaristía se encuentra la gracia que representa la «unidad del Cuerpo Místico», la cual implica la comunión con Cristo y entre nosotros, así como la unidad del pueblo cristiano.
  • El Catecismo de la Iglesia Católica refuerza lo anterior señalando que los frutos que se obtienen de la comunión son:
    • Acrecienta la propia unión con Cristo.
    • Ofrece unidad del Cuerpo místico.
    • Esto nos dice que la eucaristía la hace la Iglesia, pero los que la reciben quedan más estrechamente vinculados a Cristo y es por ello que están todos juntos en un mismo cuerpo que es la Iglesia.
    • Establece un compromiso en favor de los pobres.

Eucaristía

En la teología de la liberación

Esta teología resalta el marco de persecución y muerte inminente que se celebró en la Última Cena entre Jesús y los suyos.

En ella se conjugaban:

  • El beneplácito por la nueva alianza y por la salvación.
  • La tristeza por la muerte próxima.

Sin embargo, ese pesar no impidió que celebraran superando los pesares con el amor de la comunión.

En la Cena se comparte con los que han logrado reconciliarse y entregan su vida por la salvación de los humanos reconciliándolos con Dios.

De allí que se diga que la eucaristía no se debe tergiversar para mostrar una reconciliación que realmente no existe.

En tal sentido, en Hechos 2,37-47 se habla de la fracción del pan que debe estar unida a la comunión de todos los bienes materiales, así como a la unión de los corazones, de la oración y del Espíritu.

Quinto: Eucaristía como prenda de gloria por venir

A todos los que reciben este sacramento de la eucaristía Cristo les ha prometido la vida eterna, según lo reseña el evangelio de San Juan en 6,54-56, en el que expresa:

Eucaristía
La Iglesia y la presencia real de Cristo

El que come mi carne y bebe mi sangre

tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.»

De acuerdo con lo expresado por Josep M. Rovira Belloso, sacerdote y teólogo español, existe en la eucaristía una fuerza propia en la que se contempla el anticipo de la presencia de Cristo y en la que se intuye el final de lo que será la historia humana futura.

Además, esa fuerza nos empuja a ese final que se hará vivo y de manera testimonial por el apoyo mismo de la libertad del ser humano.

Al ser la eucaristía una anticipación ya implica que hay una existencia y permanencia en ella de Cristo y que en el futuro inminente Él estará también a la derecha del Padre.

Se nos muestra aquí al Cristo como dueño del tiempo.

Nos lleva esto a puntualizar que la eucaristía es como un adelanto de la plenitud celestial prometida y que todos los humanos esperamos con fe.

Con la eucaristía el Señor nos anticipa a todos su presencia y su gracia.

Sobre esto, en el Catecismo de la Iglesia Católica encontramos que:

  • La Iglesia sabe que Cristo viene en la eucaristía
  • Que ya está presente entre nosotros.
  • Pero es una presencia velada, sobrentendida.
  • De allí que debamos celebrar todos constantemente la eucaristía, mientras esperamos la llegada gloriosa de Nuestro Salvador.

Es por todo esto que la eucaristía se ha constituido en nuestra prenda de mucho valor y segura, que nos da la esperanza y la fe del cielo y de la tierra nueva en la que habrá la justicia anhelada.

Es pertinente, entonces, rescatar el que cada vez que celebramos el misterio de la eucaristía, estamos haciendo la obra de nuestra propia redención, partiendo un mismo pan para la inmortalidad, para vivir en Cristo Jesús para siempre, tal como lo expresara San Ignacio de Antioquía en Efesios 20,2.

Eucaristía
San Ignacio de Antioquia

Signos de la eucaristía

Como signos que caracterizan este sacramento, tenemos:

  • El material

El material fundamental del sacramento de la eucaristía es el pan de trigo y el vino de vid.

El pan

Para este pan se toman en cuenta varias consideraciones y se dan algunas concesiones; a saber:

  • En el rito latino también se puede usar el llamado pan ácimo, que es el que está aún sin fermentar.
    • Esto está respaldado en la Instrucción General del Misal Romano.
    • Dicho pan ácimo debe ser de reciente confección.
  • Los orientales han empleado y aún utilizan el pan fermentado, considerado válido por la Sede Romana.
  • La Iglesia también ha contemplado, tomando en cuenta la gran cantidad de personas enfermas celíacas, el preparar hostias con un mínimo de gluten requerido y sin añadiduras de otras sustancias o aplicando procedimientos extraños que alteren la naturaleza original del pan.
  • De igual forma, se ha dispuesto que este tipo de pacientes también pueden comulgar solo con vino, si les es imposible digerir el pan, incluso el de bajo en gluten.
  • También los sacerdotes que tampoco toleren el gluten, por ser celíacos, deberán concelebrar sus eucaristías junto con otro presbítero, con el debido permiso del obispo. En dicho ceremonial en el cual solo este sacerdote celíaco comulgaría con vino, no puede presidir la concelebración. ​
Eucaristía
El pan eucarístico

El vino

Para el vino a emplear se incluyen los siguientes aspectos:

  • Este debe ser producto de la vid, natural y puro, sin ningún tipo de mezcla con otras sustancias.
  • Solo se debe mezclar con agua, siguiendo la antigua tradición que los entendidos señalan viene desde los tiempos del mismo Jesucristo.
  • El uso del vino y el agua aluden a la sangre y agua que manaron del costado de Cristo al recibir la lanza.
  • También se dice que esta unión representa del pueblo cristiano con Cristo. ​
  • A menudo se presenta el caso de sacerdotes que por su salud, se les prohíbe tomar vino, ni siquiera en mínimas cantidades.
    • Para estos casos se ha previsto, siempre con permiso del Obispo, emplear mosto, que es una especie de zumo de uva fresco o conservado, sometidos a procedimientos en los que no hay fermentación, pero que no alteran su naturaleza.
    • Uno de esos procedimientos es el congelamiento. ​
  • La forma como se lleva a cabo la celebración – La consagración

Como parte del ceremonial dentro de la Iglesia católica está la creencia absoluta de que el pan es convertido en el cuerpo y el vino en la sangre del Señor en el momento de mayor solemnidad de la misa como es el de la consagración.

En ese preciso momento, el sacerdote rememora la escena en la cual Cristo instituye el sacramento, repitiendo las mismas palabras usadas por Jesús, «esto es mi cuerpo», «esta es mi sangre», «haced esto en conmemoración mía».

Nos enseña la Iglesia que de la fuerza que tienen las palabras y de la acción que proviene de Cristo, así como del poder del Espíritu Santo,  se hacen presentes sacramentalmente ese pan y ese vino pasando a ser su Cuerpo y su Sangre y su sacrificio ofrecido en la cruz de una vez para siempre.

Eucaristía

  • El ministro que la lleva a cabo

En cuanto a la celebración de la eucaristía, solo la deben hacer un presbítero o el obispo, quienes deberán ser válidamente ordenados.

La Instrucción General del Misal Romano ha permitido que varios ministros puedan celebrar de manera conjunta la eucaristía, lo cual se ha denominado concelebración. En ésta se manifiesta la unidad del sacerdocio y del sacrificio, así como del pueblo de Dios. Es interesante lo que dice el evangelio de judas sobre la eucaristía.

Esta eucaristía se sustenta:

  • en la ordenación del Obispo y de los sacerdotes
  • en la bendición de un Abad
  • en la Misa Crismal, que es aquella en la que el Obispo bendice los óleos durante el Jueves Santo.

Asimismo, se recomienda para:

  • la misa del Jueves Santo
  • la misa conventual
  • la misa principal en iglesias y oratorios.
  • las misas para cualquier tipo de reuniones de sacerdotes, tanto seculares como religiosos
  • la misa en concilios, reuniones de obispos y sínodos
  • en la ordenación del Diácono.
Ordenación Diáconos
  • Los participantes de la misma

Aún cuando se ha estipulado que solo el presbítero debida y válidamente ordenado puede efectuar la consagración, en la Iglesia se ha establecido que la eucaristía, siendo fuente y núcleo de toda la vida cristiana, así como suma de nuestra fe, puede ser llevada a cabo por laicos en algunas de sus funciones.

Esto se puede hacer siempre y cuando se siga el canon 230 del Derecho canónico, cuando la necesidad lo amerite y no haya ministros consagrados disponibles.

Entre esas funciones se incluyen:

  • Efectuar el ministerio de la palabra
  • Presidir las oraciones litúrgicas
  • Administrar el bautismo
  • Dar la sagrada comunión.

Todo se lleva a cabo de conformidad con lo prescrito en el derecho.

La Iglesia católica incluye entre los preceptos de su doctrina que:

  • Solo se debe recibir la eucaristía en estado de gracia, sin pecado mortal alguno.
  • Si se recibiere estando en pecado mortal se estaría cometiendo un sacrilegio.

Así se señala también en 1 Corintios 11,27-29:

«Quien tenga conciencia de hallarse en pecado grave (pecado mortal)

que no comulgue el Cuerpo del Señor

sin acudir antes a la confesión sacramental«.

Por otra parte, es práctica común que la Iglesia inste a sus devotos a acudir todos los domingos y días festivos, o con más frecuencia, siempre en estado de gracia, a la misa y de recibir al menos una vez al año la comunión sacramental.

De acuerdo con lo estipulado en los preceptos de la Iglesia, ésta considera que Cristo la preside, siendo el ente principal de esta reunión o celebración eucarística.

Luego, se ubican sus representantes. Primeramente, el obispo o el presbítero, quien preside la celebración, tal como se ha señalado «in persona Christi capitis» («en la persona de Cristo Cabeza»).

Se encuentran a continuación todos los creyentes, participando activamente, ya sea como lectores, presentando ofrendas, dando la comunión y el resto orando.

Al respecto, es propicio acotar en este punto que la Iglesia, cuyo rol de sacerdote y víctima en conjunción con Cristo, ofrece en su totalidad la misa a ese sacrificio, pues se reconoce que toda misa, aun celebrada en forma privada por un sacerdote, no constituye acción privada, ya que se trata de una acción de Cristo y de la Iglesia.

Realización del ritual

La forma de llevar a cabo el ritual del sacramento de la eucaristía se ha mantenido en sus sesiones básicas. Esa estructura para efectuar la celebración ha sido descrita por muchos representantes de la Iglesia y se han generado versiones con pocas variaciones entre ellas.

Así tenemos la que presentó Justino en la Primera Apología en el que señaló que la celebración eucarística contaba con las siguientes partes:

  • Liturgia de la palabra
  • Homilía
  • Oración de los fieles
  • Abrazo de la paz
  • Presentación de los dones y plegaria eucarística
  • Comunión eucarística
  • Comunión de bienes.
Eucaristía
Comunión eucarística

No obstante, con el transcurrir de los años, siempre surgen variaciones tendientes a amoldarlo a las circunstancias del momento que se está viviendo. A continuación una estructura general actualizada para la celebración eucarística.

Ritos iniciales: Son ritos introductorios a la celebración y preparan a los fieles para escuchar la palabra y celebrar la eucaristía.

Comprende: Entrada, Señal de la cruz, Saludo, Acto penitencial, Gloria, Oración colecta.

  • Procesión de entrada: Se efectúa al llegar al templo para celebrar el misterio considerado el más grande de nuestra fe.
    • Se pide a los fieles acompañar la procesión de entrada cantando con alegría.
  • Saludo inicial: El sacerdote primeramente besa el altar y hace la señal de la cruz y luego saluda a la asamblea.
  • Acto penitencial: Se pide con humildad al Señor por el perdón de todas las ofensas y culpas cometidas.
  • Gloria: Se alaba a Dios, reconociendo su santidad.
  • Oración/Colecta: Es la oración que el sacerdote hace al Padre, en nombre de toda la asamblea, reconociendo todas las intenciones de la comunidad.

Liturgia de la palabra: En esta parte se escucha a Dios, quien nos ofrece su Palabra, a la cual se responde cantando, meditando y rezando.

Comprende: Primera Lectura,  Salmo Responsorial, Segunda Lectura, Aleluya, Evangelio, Homilía, Credo y Oración universal.

  • Primera lectura: Tomada del Antiguo Testamento, en la que Dios Padre nos habla a través de la historia del pueblo de Israel y de sus profetas.
  • Salmo: Se medita mediante una oración o cantando un salmo.
  • Segunda lectura: Del Nuevo Testamento, nos habla Dios y nos da sus enseñanzas por intermedio de los apóstoles.
  • Evangelio: A partir del canto del Aleluya, se hace la proclamación del misterio de Cristo.
    • Al finalizar aclamamos diciendo: «Gloria a ti, Señor Jesús».
  • Homilía: El sacerdote o diácono celebrante procede a explicar la Palabra de Dios.
  • Credo: Una vez culmina la Palabra de Dios, se hace la confesión de nuestra fe.
  • Oración de los fieles: Todos los fieles rezan los unos por los otros pidiendo por las necesidades de todos.
Eucaristía
Oración de los fieles

Liturgia de la eucaristía I: Consta de tres partes:

  • Rito de las ofrendas
  • Gran Plegaria Eucarística (parte central de la celebración. Se incluye una plegaria de acción de gracias y se rememora la muerte y resurrección de Jesús)
  • Rito de comunión.
  • Presentación de dones: En este punto se presentan el pan y el vino que serán transformados en el cuerpo y la sangre de Cristo.
    • Se lleva a cabo la colecta en beneficio de toda la Iglesia.
    • Se hace la oración sobre las ofrendas.
  • Prefacio: Aquí se trata de elevar una oración de acción de gracias y alabanza a Dios.
  • Epíclesis: Para este momento, el sacerdote celebrante extiende sus manos sobre el pan y el vino e invocando al Espíritu Santo, pide su acción que los transforme en el cuerpo y la sangre de Jesús.
  • Consagración: El sacerdote evoca la última cena y pronuncia las mismas palabras que Jesús dijo.
    • El pan y el vino se transforman en el cuerpo y en la sangre de Jesús.
  • Aclamación: Todos los fieles aclaman el misterio central de nuestra fe.
  • Intercesión: Se hace el ofrecimiento de este sacrificio de Jesús en comunión con toda la Iglesia.
    • Se pide por el Papa, por los obispos, por todos los difuntos y por todos nosotros.
  • Doxología: El sacerdote ofrece al Padre el cuerpo y la sangre de Jesús, por Cristo, con él y en él, en la unidad del Espíritu Santo.
    • Todos los fieles responden: «Amén».
  • Padre Nuestro: Con este rezo nos preparamos para comulgar y rezamos al Padre como Jesús nos enseñó.
  • Comunión: Llenos de alegría los fieles acuden al altar a recibir a Jesús, que es el pan de la vida.
    • Antes de comulgar se sugiere hacer un acto de humildad y de fe.
  • Oración: Se hace el debido agradecimiento a Jesús por haberlo recibido y le pedimos que nos ayude a vivir en comunión. La Oración Bendita sea tu Pureza nos ofrece un medio de comunicarnos con Dios en la eucaristía a través de su Santa Madre .

Ritual de despedida: Son ritos con los cuales se concluye la celebración.

  • Bendición: Se recibe la bendición del sacerdote.
  • Despedida y envío: Alimentados los fieles con el pan de la vida y la Palabra Divina, los fieles vuelven a su vida regular a vivir lo celebrado, llevando a Jesús en sus corazones.
    • Los devotos dejan la eucaristía imbuidos del Espíritu Santo.
    • No obstante, están conscientes de que el camino de la santidad no es fácil, que se requieren, no fuerzas humanas que se debilitan muy fácilmente, sino la fuerza divina de Jesús.
    • Esta es la fuerza que es posible con la eucaristía, cuando se hace de corazón.
    • Al comulgar, muy probablemente nos sintamos de una manera distinta y ello ocurre porque Cristo comienza a vivir más intensamente en nosotros.
    • Al respecto, podremos decir como San Pablo:

«Vivo yo, pero ya no soy yo, sino Cristo quien vive en mí.»

Los entendidos en la materia eclesiástica recomiendan que luego de comulgar y dirigirnos a nuestros asientos, es el momento de la eucaristía que podemos aprovechar cada uno de manera particular para tener una breve conversación con el Dios Padre y expresarle nuestro sentir.
Eucaristía
Hablando con Dios

Podemos agradecerle por habernos permitido compartir con Él, quien nos conoce muy bien, sabe lo que sentimos y está haciendo lo pertinente para que estemos bien.

Aun cuando no lo percibamos o no veamos algún cambio o progreso en la penuria por la que estemos pasando, en ese momento de intimidad con el Señor, luego de la comunión, podemos decirle:

  • Todo lo que queramos
  • Lo que nos alegra
  • Lo que nos preocupa
  • Darle gracias por todo lo bueno que nos ha dado
  • Decirle lo mucho que lo amamos y
  • Que queremos cumplir con su voluntad
  • Pedirle que nos ayude a nosotros y a todos los hombres
  • Ofrecerle cada acto que hagamos en nuestra vida.

Significado de la eucaristía como sacramento

  • Por su naturaleza: A través de la eucaristía se logra, mediante la transformación del pan y el vino, la presencia verdadera y real de Cristo, con su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad.
    • Es por ello que se le denomina el “sacramento por excelencia”.
    • Es el sacramento en el que está Cristo más fehacientemente vivo.
    • Es el sacramento fuente de todas las gracias.
    • En él se conjugan todos los demás sacramentos, los cuales tienden o tienen objetivo final la eucaristía.
    • Es el que ayuda al alma para recibir la Gloria de Dios.

Eucaristía

  • Como institución: Ya desde el mismo Antiguo Testamento se esbozaban conceptualizaciones y prácticas sobre este sacramento, entre ellas están:
    • El sacrificio de Melquisedec. Este fue el sacerdote que a manera de acción de gracias por la victoria de Abraham, ofreció pan y vino como ofrenda a Dios. Esto nos lo relata Génesis 14, 18.
    • El mismo sacrificio de Abraham. Este fue el sacrificio que se iba a hacer a Dios, ofrendado a su propio hijo Isaac, todo por amor a Dios, tal como lo leemos en Génesis 22, 10.
    • El maná, ampliamente usado en la época de peregrinaje del pueblo de Israel por el desierto y que les sirvió como sustento físico y espiritual, tal como lo señala Exodo 16.
    • También encontramos el sacrificio del cordero pascual, con el que el pueblo de Israel se pudo librar de la muerte en Egipto. Así nos lo reseña Exodo 12.
    • Igualmente, fue señalada como profecía por Salomón en el libro de los Proverbios. Se refiere al episodio en el que le ordena a los criados a ir a comer y beber el vino que les había preparado.
      • Lo relata específicamente Proverbios 9,1.
      • En el, el profeta Zacarías se refirió al trigo de los elegidos y al vino que purifica.
  • Más adelante, ya en época del Nuevo Testamento:
    • El mismo Cristo, al multiplicar los panes, anticipó lo que sería su presencia real, corporal y sustancial. Esto sucedió en Cafarnaúm, cuando expresó:

“Yo soy el pan de vida…

Si uno come de este pan vivirá para siempre,

pues el pan que yo daré es mi carne,

para la vida del mundo”. (Jn. 6, 32-34;51)

    • En el momento de la Santa Cena, sabiendo que había llegado su “hora”, luego de lavar los pies a sus apóstoles y brindarles el mandamiento del amor, instituyó la eucaristía, tal como nos lo relata Mateo 26, 26 -28; Marcos 14, 22 -25 y Lucas 22, 19 – 20).
Eucaristía
Santa Cena
    • Todo esto lo hizo con la única finalidad y deseo que permanecer con nosotros y, de alguna manera, nunca separarse y hacerlos partícipes de su Pasión.
    • Ello produjo el sacramento de la eucaristía gracias al infinito amor de Jesucristo por el hombre.

Así fue declarado en el Concilio de Trento, instaurándolo como verdad de fe y como un sacramento propio en el que encontramos los elementos esenciales de los sacramentos:

    • Signo externo o materia: pan y vino
    • Forma: confiere la gracia
    • Fue instituido por Cristo.

Este fue su legado a la humanidad de celebrar este sacramento y recalcando, tal cual lo dice el Evangelio de Juan en 6,54, la necesidad de recibirlo, pues allí se puntualiza que hay que comer y beber de su sangre para poder salvarnos.

Y la Iglesia, fiel y obediente a las enseñanzas y preceptos de Dios, ha acatado y asumido todas las condiciones para cumplir con esa orden de Nuestro Señor.

Al principio, en la era de los primeros cristianos, se hacían las reuniones en las sinagogas. En éstas se leían Lecturas del Antiguo Testamento, luego de lo cual se hacía lo que se llamó la “fracción del pan”. Esto aconteció en la época cuando fueron expulsados de las sinagogas.
Fracción del Pan

No obstante, no dejaron de reunirse en cualquier lugar que podían una vez a la semana, en las que leían y se distribuían el pan, cumpliendo así el mandato que Cristo les dejó a los Apóstoles.

Con el pasar del tiempo agregaron nuevos tipos de lecturas, nuevas oraciones, nuevas enseñanzas hasta el año 1570, cuando San Pío V determinó como se debía hacer el rito de la Misa, el cual se mantuvo hasta el Concilio Vaticano II.

  • Por sus aportes: Son los aportes que como seres humanos y como creyentes recibimos de este sacramento.

En primer lugar podemos destacar que al recibir la eucaristía contamos con que Cristo sigue presente en nuestro cuerpo, proveyéndonos de todo el bien espiritual que la Iglesia nos puede dar.

Así nos lo prometió poco antes de ascender al Padre cuando estaban reunidos Él y sus discípulos en Galilea:

“Sepan que Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de los tiempos”.

Y lo ha cumplido.

El ejemplo más significativo y notorio es en la Última Cena cuando al bendecir el pan y el vino, les expresó:

“Esto es Mi Cuerpo, coman de él; ésta es Mi Sangre, beban de ella, y hagan esto en conmemoración Mía”.

Igualmente, está presente en la Eucaristía con todo Su Cuerpo, Su Sangre, Su Alma, Su Divinidad.

En el altar se materializa el Jesucristo vivo, divino Redentor, desde que se instituyó el misterio de la Santísima Eucaristía. En ella participamos todos, todos los días, todas las veces que queramos para que Él nos lleve a la vida eterna, en virtud de la comunión que hacemos con su Cuerpo Sagrado y su Preciosa Sangre. Así, permanece y habita en nosotros, en nuestros corazones.

 Eucaristía
Jesús Redentor

Ahora bien, veamos algunos de los principales efectos o beneficios que sentimos al recibir la Sagrada Eucaristía en el alma de quien la recibe con fe. Tenemos pues que la eucaristía:

    • Nos da fuerza y energía, las cuales obtenemos de la comunión en virtud de que allí en la misma hostia está el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, que nos redime de las culpas cada vez que la recibimos.

 Por tal motivo, aun cuando se tenga una vida muy difícil y complicada, que nos lleva a la desesperanza por la cantidad de problemas que debemos enfrentar y que se nos cierren todos los caminos y oportunidades, siempre podemos contar con el cobijo del Señor en su refugio de fe.

De ahí que se asevere y con toda propiedad que la Sagrada Comunión nos fortalece para luchar en la vida. Asimismo nos lo refieren las mejores Citas Bíblicas, relacionadas con la eucaristía.

    • Al estar ya dentro del alma de quien la recibe con fe, hace que nuestro pensamiento en cuanto a la muerte no perturbe, ni angustie, ni quebrante nuestra paz y esto sucede porque, como ya sabemos, quien come Su Carne y bebe Su Sangre tendrá  vida eterna y Él lo resucitará en el último día.

Y esas son las palabras de sus promesas, que se convierten en palabras de vida, porque, igual que Él, podemos pasar a través de la puerta de la muerte en forma victoriosa y resucitar a la vida eterna.

    • Se convierte en banquete para nuestra alma, que llena de su gracia, fe y esperanza, pues en dicho banquete sagrado recibimos nada más y nada menos que el Cuerpo y la Sangre de Cristo, con el que conmemoramos el memorial de Su Muerte y celebramos Su Resurrección, y nos prepara para la Gloria Futura.
    • Es el dogma reconfortante, que nos da vitalidad y nos impulsa hacia una vida ideal. Gracias a ese vigor que sentimos luego de la Comunión, laten nuestros corazones por el Sagrado Corazón que ahora llevamos dentro y el Salvador comienza a inundar nuestras venas con su sangre que nos purifica de todos los pecados, de toda debilidad y mezquindad, limpiándonos de toda suciedad no deseada y haciendo que todos los latidos sean solo por nuestro Padre Dios y para su gloria.
Capsula de liturgia: frutos de la Eucaristía

Una vez conscientes de todos esos frutos que recibimos de la eucaristía y que se asientan en el alma de todos los creyentes, nos queda ahora considerar preguntarnos ¿Qué es la Santa Misa?.

  • Se trata realmente del momento de gozo que nos brinda el Señor de recibirlo en cada ocasión que lo necesitemos, pues en cada Misa es el mismo Cristo, Nuestro Redentor, que se hace presente en nuestra mente con su Cuerpo, Su Sangre, Su Alma y Su Divinidad y que, además, lo hace todos los días por nosotros, rememorando su sacrificio de forma sacramental.
  • Eso es realmente así, pues cuando Cristo instituyó la eucaristía claramente les dijo a sus Apóstoles “hagan esto en memoria mía”, y ello significaba nada más que un recordatorio constante de su muerte, al darse a sus fieles, hasta la consumación de sus tiempos, Su Cuerpo y Su Sangre, mediante la transformación del pan y del vino.
  • Por tal motivo, todos concuerdan en afirmar que la Santa Misa constituye un tesoro de incalculable valor que, incluso en nuestros días, es el mismo Cristo quien renueva en cada Celebración su Sacrificio del Calvario que ofreció aquella noche del Jueves Santo.
  • Por ello estamos todos llamados a participar de la Misa, porque cuando Jesucristo ofrece su sacrificio, nosotros también debemos participar activamente en ese Sagrado Acto, simplemente porque somos parte junto con Él, de un solo Cuerpo Místico, el cual durante la Santa Misa, reaparece de manera constante con la Santa Sangre de Cristo, para beberla y obtener de ella la ofrenda de la gracia vivificadora.
  • Jesucristo no quiso que Su Sacrificio Redentor en el Calvario fuera solo una vez, sino que lo quería perpetuar por los siglos de los siglos. Se ofrece, por ello, nuevamente en Sacrificio al Padre Celestial por nosotros, cada vez que celebramos la Santa Misa.

Es propicio en este momento recordar que nada en el mundo se mueve sin la voluntad de Dios. En virtud de eso, es importante que consideremos la eucaristía como un acto maravilloso de Acción de Gracias y de alabanzas al Padre como una forma de rendir tributo por:

  • El Sacrificio de Cristo y de Su Cuerpo
  • La presencia constante de Cristo en nosotros
  • El poder de Su Palabra y de Su Espíritu
  • Ser el que infunde gracia y salvación cada vez que recibimos a Cristo
  • La transformación del pan y del vino, que luego pasarán a ser Su Cuerpo y Su Sangre en nosotros
  • Llenarnos con su presencia con el pan y el vino sacramentados que nos conectarán con el Padre.

Algunos creyentes consideraban que Cristo al ofrecernos Su cuerpo y Su Sangre en el Sacramento de la Eucaristía, lo ofendíamos. No obstante y a pesar de ello, Su amor por nosotros fue tal que no quiso negarnos este don.

Se aconseja que al momento de la elevación de la hostia y el cáliz sagrado, mirarlos directamente como una manera de:

  • Pedirle perdón por las faltas cometidas
  • Decirle que lo amamos
  • Agradecerle por todos los dones y frutos que nos da constantemente.
Eucaristía
Elevación de la hostia

Tal cual Jesús vive del Padre y para el Padre, nosotros por nuestra parte deberíamos hacer algo similar y vivir del Padre y su Palabra. Para tener siempre esta verdad siempre presente en la lista de virtudes humanas cristianas, se nos presentan algunas virtudes que se deberían cultivar para dar mayor gloria de Dios.

De la Última Cena también se desprende que nuestro Señor Jesucristo no solo ofreció Su Cuerpo y Su Sangre a los apóstoles. También les dio una orden de manera muy sutil al señalarles: “Hagan esto en memoria mía”.

Esa fue su orden para que su cuerpo fuera considerado alimento de vida eterna y lo pudieran comer sus devotos durante todos los tiempos y así cumplir su promesa:

“Yo estaré con ustedes hasta la consumación de los siglos”.

Se reitera, entonces que la eucaristía es Comunión con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, tal cual fue su deseo y en la Santa Cena no dejó lugar a dudas cuando invitó a todos sus Discípulos, no solamente a sus Apóstoles, al Banquete de Su Cuerpo y de Su Sangre, a que repitieran los mismo como Él dijo:

  • Tomen y coman, este es Mi Cuerpo
  • Tomen y beban todos de ella, pues esta es Mi Sangre.

En definitiva para los católicos es totalmente cierto que Jesús está con Su Cuerpo, Su Sangre y Su Alma, y Su Divinidad, en cada especie consagrada. Igualmente sabemos que en cada misa nos llama a comulgar con las dos especies consagradas.

Esto nos lleva a plantearnos y respondernos algunas interrogantes sobre este sacramento de la eucaristía.

  • ¿Es importante la eucaristía?.

Ciertamente se trata de un sacramento importante, especialmente a título personal, porque al recibirlo con devoción nos llena de paz y gozo el alma, sobre todo en momentos de perturbación.

Debemos una vez consumido este alimento divino, ponernos en oración para agradecer a Dios y para contarle por lo que estamos pasando.

Esta es una manera de establecer ese contacto necesario con Él, para que  nos dé la tranquilidad de pensar y meditar mejor las cosas y lograr visualizar la solución al problema que tenemos.

Al respecto se dijo en el Concilio Vaticano II que el sacrificio eucarístico es «fuente y cima de toda la vida cristiana», porque contiene todo el bien espiritual que nos aporta la Iglesia, que es Cristo mismo.

Eucaristía
Sacrificio eucarístico
  • ¿Cómo es que llega hasta nuestros días?.

Es un sacramento surgido de la experiencia de Nuestro Señor Jesucristo la víspera del Viernes Santo, en la que no solo anticipó su sacrificio, sino que también nos dejó a través de sus discípulos las instrucciones para perpetuar ese acto a través del tiempo.

De esta manera, la eucaristía se ha constituido en el acontecimiento pascual que actualiza la Última Cena a lo largo de los siglos.

Veamos, entonces, la misa como el memorial sacrificial que perpetúa el banquete sagrado de la comunión en el Cuerpo y la Sangre del Señor, además del sacrificio de la cruz.

  • ¿Cómo sabemos que Cristo está en la eucaristía?.

El hecho de contemplar a Cristo como parte central de este sacramento implica saber reconocerle en ese momento y dondequiera que Él se manifieste.

Por ello, lo podemos encontrar en forma fehaciente en la misa, en su mensaje, en el ceremonial, pero sobre todo en el sacramento vivo de su cuerpo y de su sangre eucarísticos, con los que nos alimenta.

Pero Cristo está en nuestros corazones cuando lo recibimos con gran devoción y fe en la hostia sacramental. Vivimos, entonces, en nuestro corazón el Cristo eucarístico.

Esto constituye, realmente, un misterio de fe y, al mismo tiempo, misterio de luz y para los que son muy sensibles, lo pueden percibir en su ser y sentir la presencia real de Cristo.

En cada celebración eucarística, los creyentes podemos revivir lo que sintieron los dos discípulos de Emaús al constatar la presencia de Cristo, tal como lo relata Lucas en 24-31: «Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron».

  • ¿Cómo debemos recibir el acto de la comunión?. 

Para recibir al Señor a través de la comunión, se ha establecido en el Catecismo de la Iglesia Católica que para hacerlo es indispensable tener conciencia de que no estamos en pecado grave por lo que se requiere que acudamos a un sacerdote para recibir el sacramento de la reconciliación antes comulgar.

Asimismo debemos ponernos en oración para estar limpios de espíritu. Para ello podemos valernos de la sagrada oración de los fieles, que nos ayuda en este cometido.

Esto se ha hecho así desde que se concretó en el Concilio de Trento, en el que explícitamente se señaló que, para recibir dignamente la eucaristía, era primordial hacer la confesión de los pecados, si estamos conscientes de que hemos cometido pecado mortal.

  • ¿Y qué nos pasa cuando hacemos la comunión?. 

Al recibir el Sagrado Cuerpo de Cristo en la hostia se materializa efectivamente en nosotros la comunión con Cristo, estableciéndose una unión entre el Señor y nosotros sus fieles devotos. Recibimos su cuerpo, tal como fue ofrecido por nosotros en la Cruz para el perdón de los pecados.

Cuando comulgamos recibimos al mismo Cristo como alimento para nuestra alma.

Eucaristía
La comunión de una creyente
  • ¿Fuera de la Misa cómo debemos encontrarnos con la Eucaristía?.

El culto que debemos rendir a la eucaristía fuera de la misa es un acto de mucho valor para la vida de la Iglesia. Ese culto se concreta en nuestro comportamiento como hijos de Dios, siguiendo sus divinos preceptos y enseñanzas actuando con respecto y dignidad. Así también se concreta en nuestras relaciones con el prójimo, aportando nuestra ayuda al necesitado y ser servicial, tal como nos enseñó Cristo.

Además, debemos convertirnos en agentes evangelizadores llevando la Palabra de Dios a las comunidades y orientando a los confundidos en las cuestiones de fe.

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