Las parábolas de Jesús tienen hermosos mensajes morales y espirituales que nos permiten reconocer sus enseñanzas y mantenernos en el camino del Señor. Te invitamos a conocerlas aquí.
Indice De Contenido
- 1 Las Parábolas de Jesús
- 2 Temas
- 3 Parábolas del Evangelio canónico
- 3.1 Evangelio de Mateo, Marcos y Lucas
- 3.2 La parábola de los talentos
- 3.3 La parábola de la oveja perdida
- 3.4 La parábola del buen samaritano
- 3.5 La parábola del tesoro escondido
- 3.6 La parábola del hijo pródigo
- 3.7 La parábola del sembrador
- 3.8 La parábola de los dos hijos
- 3.9 La parábola del fariseo y el publicano
- 3.10 La parábola de la red barredera
- 3.11 La parábola del grano de mostaza
- 3.12 La parábola del juicio final
- 3.13 La parábola de la levadura
- 3.14 La parábola de la perla
- 3.15 La parábola de las diez vírgenes
- 3.16 La parábola del trigo y la cizaña
- 3.17 La parábola de los obreros de la hora undécima
- 3.18 La parábola de los invitados a las bodas
- 3.19 La parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro
- 3.20 La parábola del administrador
- 3.21 La parábola de los viñadores homicidas
- 3.22 La parábola de la dracma perdida
Las Parábolas de Jesús
Es importante señalar que la Parábolas de Jesús no son fábulas, debemos recordar que en las fábulas se utilizan animales que son humanizados, esto no lo verán en las parábolas escritas por Jesús de Nazaret, tampoco se realizan alegorías, las parábolas se fundamentan en hechos u observaciones reales o creíbles de la naturaleza, en las cuales se resaltan de manera muy inteligente situaciones y elementos de la vida cotidiana.
¿Qué son las parábolas?
Debemos estar bien claros que las parábolas son cuentos, relatos, historias muy sencillas que tienen la finalidad de enseñar a las personas mensajes que sean de fácil comprensión y además que sea muy sencillo recordarlo.
Jesús de Nazaret utilizaba las parábolas, para hacer llegar sus mensajes llenos de contenidos religiosos y morales, para ello, se valía de sus vivencias y la vida cotidiana que observaba en sus diferentes recorridos evangelizando.
Las parábolas de Jesús las podemos encontrar reseñadas en los evangelios canónicos, también pueden ser halladas en los evangelios apócrifos, como los de Tomás y los de Santiago. Las parábolas de Jesús de Nazaret son uno de los aspectos más característicos del evangelio. En cada uno de ellos podemos reconocer aspectos de la personalidad de Jesús, así como también de si doctrina.
Es posible que en cada una de las parábolas escritas por Jesús de Nazaret cuando son leídas se generen interpretaciones, su contenido sea levemente modificado en el momento en que son trasmitidos, sin embargo, siempre mantienen un sello personal y un mensaje específico en cada una.
Es una estrategia muy efectiva utilizada por nuestro amado Salvador, ya que al ser leídas o escuchadas cuando son trasmitidas en las evangelizaciones causan un impacto en nosotros que se fijan cada una de las parábolas de Jesús en nuestra memoria, por lo tanto, se asegura que las mismas sean retransmitidas a otros.
El propósito de cada una de éstas parábolas es enseñarnos como debemos actuar y vivir para poder ser merecedores de entrar al Reino de los Cielos, también en la mayoría de las parábolas de Jesús podemos reconocer cada uno de sus misterios.
En varias ocasiones Jesús de Nazaret utilizó las parábolas como armas, pero no armas que matan o dañan sino todo lo contrario, fueron utilizadas como armas dialécticas, para de una manera muy inteligente de dirigirse a los líderes religiosos y sociales cuando disentía de ellos, podemos poner como ejemplo de este tipo de uso en la Parábola del fariseo y el publicano y también en la Parábola de los dos hijos.
En la Biblia podemos encontrar algunas parábolas, por ejemplo en el libro de Marcos capítulo 4 versículos del 10 al 123. En este artículo realizaremos la reseña de algunas de las parábolas de Jesús, sin embargo, deseamos iniciar con ésta de Marcos tal cual se encuentra en reseñada en los libros, además nos muestra la importancia de entenderlas y predicarlas.
Jesús desde el principio indicó que las parábolas serán comprendidas por aquellos que hayan aceptado a Dios en su corazón de manera sincera y honesta, pero sin embargo fueron realizadas para aquellas personas que tienen sus corazones con una coraza que no permite entre en ellos Jesús y que además tienen cerrado sus ojos y por ello no pueden ver, ni entender.
Temas
Las parábolas de Jesús tienen la característica de abordar diferentes temas, por ejemplo la parábola tan conocida que hace referencia al Reino de los Cielos, el cual va creciendo lentamente a partir de pequeños comienzos.
También la parábola de la Perla de Gran valor hace referencia al gran valor que tiene el Reino de los Cielos y también las dificultades que pueden surgir en la búsqueda de ese reino y que bien vale el precio pagado. También la Perla de Gran valor aborda el tema de la necesidad de accionar para poder tener logros, las cosas no caen del cielo o llegan hasta uno sin que uno las procure.
También hay parábolas que tocan temas escatológicos es decir de los últimos tiempos, teológicamente es el estudio de las «cosas finales», pudiera decirse el fin de la vida individual, de los tiempos o del mundo. Otras parábolas abordan el perdón, la necesaria persistencia de la oración, entre muchos otros temas que podemos ir descubriendo en la medida que vamos conociendo el mapa conceptual de las parábolas de Jesús de Nazaret.
Parábolas del Evangelio canónico
Antes de comenzar hacer una lista de parábolas de Jesús debemos saber que el evangelio canónico está constituido por los escritos del Nuevo Testamento, los cuales fueron redactados en el siglo I y que han sido aceptados por las iglesias cristianas.
Como vamos a observar en el desarrollo de éste artículo reconoceremos en las parábolas de Jesús de Nazaret ejemplos vivos, situaciones de la vida ordinaria, las cuales enriquecen, haciendo del relato un mensaje amplio pero de fácil entendimiento. Jesús habla del Reino de Dios con mucha sutileza, a través de sus parábolas invita a quienes las escuchan a interesarse pero les advierte que deben tener un corazón dispuesto a la conversión a Dios.
Puedes leer las reflexiones a las parábolas del maestro en esta sección igualmente más adelante encontrarás la lista y clasificación de las parábolas de Jesús.
Evangelio de Mateo, Marcos y Lucas
La parábola del sembrador: Se encuentra en los libros de Mateo capítulo 3, versículos del 3 al 23; Marcos capítulo 4, versículos del 2 al 20 y Lucas capítulo 8, versículos del 4 al 8. La parábola de la cizaña está reseñada en Mateo capítulo 13, versículos del 24 al 30.
La parábola del grano de mostaza está en los libros de Mateo capítulo 13, versículos 31 y 32, Marcos capítulo 4, versículos del 30 al 32 y Lucas capítulo 13, versículos 18 y 19. La parábola de la levadura la pueden encontrar en Mateo capítulo 13, versículo 33 y Lucas capítulo 13, versículos 20 y 21.
La parábola del hijo pródigo la encuentran reseñada en Lucas capítulo 15, versículos del 11 al 32. La parábola de los obreros a la hora undécima la pueden leer en Mateo capítulo 20, versículo 1al 16. La parábola de los invitados a las bodas se sitúa en Mateo capítulo 22, versículos del 2 al 14.
La higuera estéril se encuentra reseñada en Lucas capítulo 13, versículos del 6 al 9. La parábola de los dos hijos está en Mateo capítulo 21, versículos del 28 al 32. La parábola de las vírgenes necias y prudentes se encuentra en Libro de Mateo capítulo 25, versículos del 1 al 13. Al igual que la Parábola de los talentos también la encuentran en Mateo capítulo 25, versículos del 14 al 30.
Esto solo por nombrar algunas, ya que hay muchas más que incluso desarrollaremos en este artículo, estas que dejamos en este pequeño listado es para que aquellas personas que aún no conocen las parábolas de Jesús se inicien fácilmente ubicándolas en el evangelio. A continuación comenzaremos a reseñar algunas de las hermosas parábolas de Jesús y su significado, es importante recordarles que aquellos que la lean y no entiendan su mensaje deben abrir su corazón a Dios y alejarse del pecado.
La parábola de los talentos
Ésta bella parábola cuenta de un hombre que se marchó por un tiempo de sus tierras pero antes de irse entregó sus bienes a sus servidores. Los fue llamando uno a uno y repartió sus bienes, de manera no equitativa, a uno de ellos le entregó cinco talentos, a otro de los sirvientes le entregó dos y a otro de los sirvientes le entregó solo uno, pero los repartió según la capacidad de cada de uno de sus sirvientes y, luego de repartidos sus bienes, se marchó.
El sirviente que había recibido cinco talentos salió y de manera inmediata puso a negociar con los talentos recibidos y logró duplicarlos, ahora no tenía cinco talentos sino 10. De igual manera, lo hizo el sirviente que había recibido solo dos talentos y también logró duplicarlos, ganando otros dos.
Pero el sirviente que había recibido un solo talento fue, hizo un hoyo en la tierra y ocultó el dinero que le había entregado su señor. Paso mucho tiempo hasta que regreso el amo de dichos servidores e hizo cuentas con ellos.
Se reunió con el servidor al que le había entregado los cinco talentos, éste le mostró cinco talentos más de los que le había entregado y le dijo: Señor, cinco talentos me entregaste al momento de partir, he aquí cinco talentos más que he ganado. Le respondió su amo: Muy bien, siervo has mostrado ser bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, yo te confiaré lo mucho; ahora entra en el gozo de tu señor.
Luego vino el segundo servidor al que le había entregado los dos talentos, y este se dirigió a él diciendo: Señor, dos talentos me entregaste al momento de tu partida, ahora aquí te entrego dos talentos más que he ganado. Le respondió su amo: Muy bien siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, yo te confiaré lo mucho: ahora entra en el gozo de tu señor.
Por último le tocó el turno al sirviente que había recibido un talento, quien dirigiéndose al amo le dijo: Señor, sé que eres un hombre de firme de carácter, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; eso me lleno de miedo y por temor preferí esconder tu talento en tierra, aquí tienes lo tuyo.
Esta parábola de Jesús fue dicha como una profecía a sus discípulos, esta profecía se cumpliría cuando él se convirtiera en rey y comenzaran los últimos días, Mateo capítulo 24, versículo 3. Jesús contó la parábola de los talentos para que sus discípulos ungidos reconocieran en su historia lo que él esperaba de ellos.
Pero lo importante de esta bella parábola es que no importa si somos ungidos o no, todos debemos aprender de esta historia y entender lo que ella significa, evangelizar era algo muy importante y valioso para Jesús. A través de la predicación y utilizando las parábolas de Jesús podemos lograr que muchas personas se hagan discípulos.
Es importante que identifiquemos en la parábola de los talentos que cuando el amo les entregó a sus sirvientes los talentos, es Jesús encargándoles a sus ungidos la labor de predicar, esto se encuentra reseñado en Mateo capítulo 24, versículo 14:
“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”.
Así que los talentos representan la responsabilidad de predicar y hacer discípulos.
Los dos sirvientes que ganaron más dinero representan en realidad a los ungidos fieles en los últimos días. En la parábola de Jesús, los dos sirvientes recibieron una cantidad diferente de talentos, esto no significa para nada que existan diferentes grupos de ungidos fieles, esto significa que ambos, aun recibiendo distintas cantidades de talentos, los multiplicaron, por lo tanto, el mensaje es para ambos igual de duro.
Ahora debemos hacernos una pregunta ¿solo los ungidos deben trabajar duro en la predicación?, pues claro que No, todos los que somos creyentes debemos trabajar igual de duro en la predicación y hay buenas noticias actualmente en referencia al trabajo que se viene haciendo desde las iglesias y es que todos los días se bautizan personas que se unen al camino de Señor y esto es porque trabajamos duro en la predicación de su palabra.
La parábola de la oveja perdida
Esta bellísima parábola de Jesús tiene su origen cuando a Jesús se acercaban todos los publicanos y pecadores para escucharlo, sin embargo, los fariseos y los escribas entre dientes y a sus espaldas murmuraban: «Jesús recibe a los pecadores y come con ellos, insinuando que les prestaba más atención a ellos que a quienes los seguían».
De esta situación surgida por su atención a los pecadores surje la parábola de Jesús de la oveja perdida, que cuenta así:
Al llegar a casa, invitará a los familiares, amigos y vecinos y les dirá: Alégrense conmigo, porque he encontrado la oveja que se me había extraviado. Pues les digo que de la misma manera habrá alegría en el Cielo por un pecador que hace penitencia, que por noventa y nueve justos que no la necesitan.
Esta hermosa parábola de Jesús sobre la oveja perdida es una muestra del inmenso amor que Jesús nos tiene, él es nuestro Salvador y siempre prestará la ayuda al más necesitado y todos debemos estar de acuerdo que lo más necesitados son aquellos que se encuentran lejos del camino del Señor, por ello, a través de esta parábola de la oveja perdida Jesús nos motiva y o llama a estar siempre pendiente y dispuestos a apoyar al necesitado y a perdonar.
La parábola del buen samaritano
El origen de esta parábola de Jesús surge cuando un doctor de la Ley se dirige a Jesús con una supuesta inquietud, pero era solo para tentarle y le pregunta Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna? No podemos olvidar que Jesús tiene la capacidad de leer en nuestros corazones, sabiendo entonces la intención del doctor de la Ley Jesús le contesta:
¿Qué está escrito en la Ley? Y el doctor de la ley le respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo”. Jesús mira a sus ojos con ternura y le dice: Has respondido bien, haz entonces lo que dice la ley y vivirás. Pero el doctor de la ley queriendo justificar su intervención le pregunta a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?
Jesús con voz calma y reflexiva le dijo que todo se encontraba escrito, sin embargo, lo escrito estaba sujeto a interpretaciones y algunas de ellas modificaban y deformaban el fondo del verdadero mensaje, se interponen limitaciones poniendo en peligro de no entender y vivir lo más importante de la ley y lo que realmente le da sentido a todo que es amar a Dios plenamente, y a todos los hombres con ese mismo amor.
Esa pregunta realizada por el doctor de ley con intenciones de emboscada a Jesús, generó una de las más hermosas parábolas de Jesús llamada la parábola del buen samaritano, la cual cuenta así:
Un hombre se dirigía de Jerusalén hacia Jericó cuando llegaron unos asaltantes, quienes le quitaron todo lo material que llevaba consigo y no conforme con ello le hicieron varias heridas dejándolo tirado sobre el suelo y se marcharon, dejándolo casi muerto.
Venia por el mismo camino casualmente un sacerdote quien vio al hombre mal herido en el suelo, pero no se detuvo y siguió de largo. Igualmente paso un levita, por el lugar donde se encontraba el hombre moribundo, pero igual que el sacerdote, lo vio y siguió de largo.
Al día siguiente, le canceló al posadero y dio un poco más de dinero y le dijo: Cuida de él, y lo que gastes de más te lo daré a mi vuelta.
Jesús pregunto al doctor de la ley ¿Cuál de estos tres te parece que fue el prójimo de aquel que cayó en manos de los asaltantes? Él le dijo: El que tuvo misericordia con él. Y Jesús respondió: «Pues anda y haz tú lo mismo».
Es la manera más hermosa de enseñar, les pregunto: ¿creen ustedes que al doctor de la ley, se le olvidará quien es su prójimo? ¿Se habrá él reconocido en algunas de las personas que pasaron por al lado del hombre herido y no lo ayudaron?
En esta hermosa parábola de Jesús podemos reconocer los peligros de la vida cuando cuenta que el hombre iba camino de Jerusalén a Jericó, este es el trayecto que recorremos en la vida, mostrado por Jesús como un trayecto de común. Los asaltantes por supuesto representan al mal y sus secuaces acompañantes.
El sacerdote que paso por al lado del hombre y no lo ayudo deja ver claramente a los falsos predicadores que interpretan la ley y en su interpretación deforman lo importante, como bien lo dijo Jesús al doctor de la ley. El levita muestra a los que siguen al sacerdote que mal interpreta la ley actuando de la misma manera.
El buen samaritano es el hombre que ayuda al hombre herido, es que el amo a su prójimo de un modo divino, es el misericordioso que se olvida de sus ocupaciones, cura, cuida e incluso se despoja de su dinero para ayudar y además dice que volverá para ver cómo sigue. Es él, el que mejor cumple la ley de Dios por amar con misericordia.
La parábola del tesoro escondido
Esta parábola de Jesús es pequeña pero con un gran mensaje dice así:
«El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo que, al encontrarlo un hombre, lo oculta y, gozoso del hallazgo, va y vende todo cuanto tiene y compra aquel campo».
Esta bella parábola de Jesús nos enseña que el reino de Dios es nuestro tesoro más preciado. En Mateo capítulo 19, versículo 29 se dice:
“Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna”.
Debemos apartar nuestra mirada de lo material de las cosas terrenales porque desvían nuestra atención de la riqueza espiritual. Cuando reconocemos que nuestra verdadera riqueza es Jesús, comenzaremos a estar menos preocupados que aquellas personas que no reconocen a Dios.
La parábola del hijo pródigo
Esta es otra de las bellas parábolas de Jesús y tiene un gran mensaje de perdón y reencuentro, léanla con detenimiento y atención y podrán reconocer en ella la forma en cómo Jesús nos recibe cuando pedimos perdón y reconocemos nuestro pecado.
Un hombre tenía dos hijos, el más pequeño de ellos le dijo un día a su padre que le entregará en vida toda la parte de la herencia que le correspondía a él. El padre hizo cuenta de sus bienes y los repartió. A los pocos días de haber recibido su herencia el hijo más joven reunió todo, y se marchó a un país lejano, estando en ese país se entregó a una vida de diversión, vino y mujeres, malgastando toda su fortuna.
Luego de haber agotado todo su dinero, llegó a la región donde el vivía una época de hambre y comenzó a sentir la necesidad de no tener nada. Comenzó entonces a trabajar con un hombre, quien le pidió que fuera a sus tierras a guardar unos cerdos, su hambre era tal que llegó incluso a pensar en comer las algarrobos que comían los cerdos.
Viéndose en esa situación comenzó a recapacitar sobre su vida, recordó a su padre y pensó cuantos jornaleros estarán trabajando para él y tendrán pan en abundancia sobre sus mesas y yo aquí pasando hambre.
Decidió entonces levantarse e ir al encuentro de su padre y decirle sobre sus pecados contra el cielo y contra él, pensaba el hijo joven que ya no era digno de ser su hijo y le pedía que lo tratará como a cualquiera de su jornaleros. Así que determinado se levantó y comenzó el camino de regreso a la casa de su padre.
Estando en el camino y aun faltándole mucho por llegar a su casa, el Padre vio a su hijo y sintió compasión por él, salió corriendo a su encuentro y lo abrazo con fuerza y cubrió su rostro de besos. El hijo comenzó a decirle al padre todo lo que había pensado: padre he pecado contra el cielo y contra ti, ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo.
El hijo mayor aún se encontraba en el campo y cuando regreso a la casa escucho la música y los cantos, sorprendido llamó a uno de los criados y le preguntó qué pasaba. Este le dijo: tu hermano ha regresado y tu padre ha matado el ternero cebado por haberle recobrado sano. El hermano mayor se indignó y se rehusaba entrar a la casa, pero su padre salió a convencerlo.
El hijo mayor le reclamo a su padre: Como era posible tal festejo, él que tenía todos los años sirviéndole sin desobedecer ninguna orden suya, y jamás me has dado ni un cabrito para divertirme con mis amigos. Pero en cuanto ha venido este hijo tuyo que mal gasto tu fortuna con meretrices, has hecho matar para él el ternero cebado.
El padre le respondió: «Hijo amado, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero tenía que celebrar y alegrarme, porque ese hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado».
Esta hermosa parábola de Jesús muestra que a pesar de la rebeldía del hijo menor y no queriendo obedecer el consejo de su padre, el siempre espero por su regreso y su arrepentimiento, y cuando el hijo regreso a casa con las manos vacías, el padre lo recibió con todo su amor y festejo por su regreso, porque su corazón retornaba lleno. De esta misma forma seremos recibidos por Dios cuando dejemos el mundo del pecado y comencemos a andar el camino de su palabra.
La parábola del sembrador
En todo lugar en donde Jesús estaba se acercaba siempre una multitud, un día salió Jesús de casa y se sentó a la orilla del mar, como era costumbre comenzó a reunirse a su alrededor una multitud de personas eran tantas que tuvo que subirse sobre una barca para quedar más alto y poder dirigirse a las personas que se concentraron a su alrededor y permanecía en la orilla.
Comenzó entonces Jesús a hablarles: Un día como hoy salió un sembrador a sembrar y al esparcir sus semillas unas cayeron junto al camino y llegaron unos pájaros y se la comieron. Otra parte de las semillas cayó en terreno rocoso, pero había suficiente tierra por lo que las semillas brotaron en poco tiempo porque el suelo no era profundo; pero cuando salió el sol, se tostaron y se secaron, porque su raíz era débil y superficial.
Otra parte de las semillas cayó entre espinos; pero los espinos crecieron y la sofocaron. Otra, en cambio, cayó en tierra fértil y dio fruto, una parte el ciento, otra el sesenta y otra el treinta. El que tenga oídos, que oiga.
Los discípulos pidieron una explicación a Jesús: ¿Por qué les hablas en parábolas? Y Jesús respondió: A ustedes se les ha dado a conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no se les ha dado ese privilegio. Porque al que tiene se le dará y abundará, pero al que no tiene se le quitará incluso lo que tiene así sea poco.
Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen, es así que se cumpliéndose en ellos la profecía de Isaías, que dice: oiréis, pero no entenderéis, con la vista miraras, pero no verás. Porque se ha atontado el corazón de este pueblo, se han hecho duros sus oídos, y han cerrado sus ojos.
Al hablarle en parábolas quizás vean con los ojos, oigan con los oídos, y entiendan con el corazón y así se conviertan, y pueda yo sanarlos. Bienaventurados, ustedes amados discípulos que con sus ojos ven y con sus oídos oyen.
Al escuchar entonces la parábola de Jesús del sembrador, todo el que oye la palabra del Reino y no entiende, viene el mal y le quita lo sembrado en su corazón: esta es la semilla que cae en el camino. El que oye la palabra, y la recibe con alegría pero no es constante cuando viene una tribulación por causa de la palabra, enseguida deja de creer, esta es la semilla sin raíz fuerte que cayó en la roca.
El que oye la palabra, pero las preocupaciones de este mundo y la tentación de las riquezas sofocan la palabra, esta es la semilla que nación entre espinos. El que oye la palabra y la entiende, la reproduce, es tierra fértil.
La parábola de los dos hijos
Esta parábola es una enseñanza que no llama a reflexión porque muchos que aparentemente siguen a Dios no entendieron el mensaje de Juan El Bautista y rechazaron su enseñanza.
La parábola cuenta que un hombre tenía dos hijos; el padre se dirigió al primero y le mando Hijo, ve hoy a trabajar en la viña, el hijo le contestó: No quiero, sin embargo, se arrepintió de su respuesta y fue. Luego el padre se dirigió al segundo, y le dijo lo mismo que al primero, el hijo le respondió: Voy, señor; pero no fue.
Jesús pregunto: ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre? y todos respondieron: El primero. Jesús continuó: La verdad les digo que los publicanos y las meretrices les van a preceder en el Reino de Dios. Porque Juan El Bautista vino a ustedes por camino de justicia y no le creyeron; en cambio, los publicanos y las meretrices si le creyeron. Y ustedes aun viendo esto, ni siquiera se movieron después a penitencia para poder creerle.
La parábola del fariseo y el publicano
En esta parábola de Jesús se habla de dos hombres subieron al Templo para rezar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, se quedó de pie y oraba en silencio: Oh Dios padre, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni como ese publicano. Yo ayuno dos veces por semana, pago mi diezmo de todo lo que poseo.
El publicano, por su parte se quedó alejado y ni siquiera se atrevía a mirar al cielo, golpeaba su pecho diciendo: Oh Dios ten compasión de mí que soy un pecador. Os digo que éste bajó justificado a su casa, y aquél no. Porque todo el que se ensalza será humillado, y todo el que se humilla será ensalzado.
Es muy claro el mensaje que deseaba dar Jesús con esta parábola hay personas que confían en sí mismos como justos y menospreciaban a otros, exactamente esto fue la oración de fariseo una oración llena de vanidad y de ego, mientras que la oración del fariseo reconocía sus pecados y le pedía a Dios misericordia. Debemos liberarnos de culpas por fe y con honestidad.
La parábola de la red barredera
Jesús contaba a los que se acercaron a escucharle que «El Reino de los Cielos es muy parecido a una red, esta es echada en el mar y recoge todo clase de cosas. Cuando la red está llena es arrastrada hasta la orilla, y allí entonces son seleccionados todo lo recogido echando en cestos lo bueno, mientras que lo malo lo tiran fuera. Igualmente será el fin del mundo: los ángeles vendrán y separarán a los malos de entre los justos y los arrojarán al horno del fuego. Allí será el llanto y rechinar de dientes”.
Claramente en esta parábola de Jesús nos dice que la red es lanzada a todos no hay distinción de personas, todos somos llamados al arrepentimiento y a ser servidores de Cristo pero al final, se dará retribución conforme a la palabra, a nuestro comportamiento apegado a la palabra de Dios mientras tengamos vida terrenal. Se reconoce con facilidad que los buenos peces son los justos, los que viven según el evangelio de Cristo, y por supuesto que los malos peces son los que lo rechazan.
La parábola del grano de mostaza
«El Reino de los Cielos es semejante al grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo; es ciertamente la más pequeña de todas las semillas, pero cuando ha crecido es la mayor de las hortalizas, y llega a ser como un árbol, hasta el punto de que los pájaros del cielo acuden a anidar en sus ramas».
Con esta sencilla parábola de Jesús podemos aprender hacer grande milagros, porque todos los milagros comienzan por las cosas más pequeñas. La semilla de mostaza minúscula como pocas se convierte en un hermoso árbol en donde anidan los pájaros. Así debe comenzar nuestra pequeña transformación para que nuestro corazón sea tierra fértil que permita crecer en el esa diminuta semilla.
Para ello, debemos comenzar por hacer el milagro de perdonar, debemos perdonarnos a nosotros mismos primero y luego perdonar a quien nos hizo daño, al tener sano nuestro corazón comenzaremos hacer milagros. La vida misma nos llena de miles de semillas de mostaza quizás algunas de esas semillas debemos transformarlas y comenzando por las pequeñas nos haremos unos expertos y podremos cambiar las grandes.
La parábola del juicio final
Este discurso narrado por Jesús cuenta sobre cómo será cuando llegue el fin del mundo, se realizará la separación de buenos y malos. Nos deja ver lo pasajero de nuestro tiempo en esta vida terrenal. Dice que al momento del fin del mundo Dios separara a las ovejas de los cabritos.
En este caso las ovejas son las personas mansas y humildes de corazón que han escuchado y respetado la palabra de Dios y sus acciones son coherentes, por lo tanto, serán llamados al gozo eterno, mientras que los cabritos son aquella personas renuentes que no escuchan la palabra de Dios y están lejos incluso de ponerla en práctica. Ya quedará de cada quien decidir si quiere ser oveja o cabrito.
La parábola de la levadura
Esta parábola de Jesús cuenta como se parece el Reino de los Cielos a la levadura que toma una mujer y mezcla con tres medidas de harina, hasta que todo fermenta. Si nos damos cuenta se asemeja un poco al mensaje de la semilla de mostaza que vimos y analizamos anteriormente, es decir, algo muy pequeño se transforma en algo muy grande, en este caso algo muy pequeño transforma al mezclarla con otra substancia, puede multiplicar su tamaño, mejorar su textura, su aroma y su sabor.
La parábola de la perla
El Reino de los Cielos es semejante a un comerciante que busca perlas finas y, cuando encuentra una perla de gran valor, va y vende todo cuanto tiene y la compra. Si quieres conocer un poco más sobre esta parábola te invitamos a leer este enlace: La Perla de Gran Precio.
En esta bella parábola Jesús nos muestra que el Reino de los cielos tiene un precio muy elevado y su inmensa belleza supera todo lo que hayamos podido ver o tener en esta vida. Pero hay que buscar ese tesoro, no podemos sentarnos a esperar que llegue a nosotros, cuando lo encontremos entonces sabremos que vale lo que no pida.
La parábola de las diez vírgenes
En esta parábola de Jesús se nos muestra que debemos estar permanentemente preparados para recibir a Cristo. La parábola cuenta la siguiente historia:
Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al novio. De estas 10 vírgenes, cinco eran prudentes y otras cinco insensatas.
Las cinco insensatas, solo tomaron sus lámparas y no llevaron aceite; mientras que las cinco prudentes tomaron aceite en sus vasijas y llevaron sus lámparas. Esperando a los futuros esposos, se quedaron todas dormidas. Y a la medianoche se escuchó: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas las vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas, las insensatas dijeron a las prudentes: dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se están apagando.
Pero las prudentes respondieron diciendo: si les damos a ustedes nos faltara a todas, más bien vayan a los que venden. Pero mientras las insensatas iban a comprar, vino el novio; y las que estaban preparadas entraron con él a la boda; y se cerró la puerta. Cuando llegaron las cinco vírgenes insensatas pidieron al Señor que abriera la puerta pero él respondió: No las conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.
La parábola del trigo y la cizaña
El mal se encuentra en el mundo siempre y es por ello que no podemos descuidarnos ni dormirnos ante su permanente acecho, no importan si consideramos que hemos hecho bien las cosas. Sigue siendo para nosotros un misterio que Dios permita la intervención del mal, pero esto no debe perturbarnos al final serán eliminados. Nuestra vida evangelizadora sembrará primero, luego vigilará y por ultimo cosechará.
En esta parábola de Jesús nos cuenta precisamente como el mal acecha siempre y no podemos dormirnos ante, pero si llegase a malograr nuestro sembradío, finalmente ardera en las llamas. Contó Jesús: El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo, pero justamente cuando dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña en medio del trigo, y se fue.
Cuando brotó la hierba y hechó espiga, apareció en el campo también la cizaña. Los siervos del amo acudieron apresuradamente a decirle: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña? Él amo les dijo: Un enemigo lo hizo. Le siervos le respondieron: ¿Quieres que vayamos y la arranquemos? Y Él respondió: No, es posible que si la arrancamos ahorita, también arranquemos el trigo, vamos a dejar que crezcan juntos hasta que llegue el momento de la siega.
Y al tiempo de la siega: «arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla; el trigo, en cambio, almacenadlo en mi granero«. El mensaje es muy claro existe el cielo y existe el infierno para aquellos que rechace el Reino de Dios.
La parábola de los obreros de la hora undécima
Acá nace el dicho los últimos serán los primeros, en esta parábola Jesús muestra la igualdad de trato sin importar el momento en fue aceptado en su corazón, si usted lo recibe tendrá su recompensa. Jesús conto:
El Reino de los Cielos es semejante a un amo que salió al amanecer a contratar obreros para su viña. Convino con los primeros obreros que encontró en pagar un denario al día y los envió a su viña. Luego el amo salió a la hora de tercia y encontró a otros que estaban en la plaza y les dijo que fueran ellos también a su viña y daré lo que sea justo.
En la hora sexta y en la nona hizo lo mismo, casi ya en undécima hora salió de nuevo y encontró a otros parados, y les dijo: ¿Cómo es que estáis aquí todo el día ociosos? Y estos contestaron que no los habían contratado, así que el amo les dijo que fueran a su viña.
El amo respondió: Amigo, no hago ninguna injusticia; ¿acaso no acordaron conmigo un denario? Toma y vete; quiero dar a este último lo mismo que a ti. ¿No puedo hacer yo con lo mío lo que quiero? ¿O es que vas a ver con malos ojos que yo sea bueno?
Los que comenzaron temprano son los creyentes que aceptaron el mensaje de Cristo primero y los que fueron contratados después son los creyentes que se convirtieron después. Ambos según la ley de Jesús, merecen una recompensa igual porque ambos aceptaron el mensaje de salvación de Cristo.
La parábola de los invitados a las bodas
Para asistir a una boda debemos ser invitados pero también debemos estar vestidos adecuadamente. En esta parábola de Jesús se compra al Reino de los Cielos con un rey que celebró las bodas de su hijo, y envió a sus criados a llamar a los invitados a las bodas; pero éstos no querían acudir.
El Rey insistió y envió a otros criados dándoles la orden: Decid a los invitados: que está preparado todo para el banquete, ya se ha hecho la matanza de los terneros y reses todo está listo que vengan a las bodas, sin embargo, no aceptaron la invitación e incluso llegaron a matar a sus sirvientes.
El rey se enfadó y envió a su ejército, acabó con los asesinos y encendió fuego a su ciudad. Luego dijo a sus criados y les dijo que fueran a cualquier cruce de caminos y llevarán a la bodas a todos lo que encontraran. Los sirvientes trajeron a malos y buenos y llenaron la sala de bodas.
Cuando entró el rey vio que un hombre no vestía traje de boda; y le dijo ¿cómo has entrado aquí sin llevar traje de boda? Pero este hizo silencio, entonces el rey le dijo a sus servidores: Atenlo de pies y manos y échenlo en las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Porque muchos son los llamados, pero pocos los escogidos.
Todos somos invitamos al Reino de los Cielos, muchos no aceptan esta hermosa invitación y le dan prioridad a lo material a lo temporal. Otros como el hombre que no tenía el traje de bodas quieren estar en la fiesta de bodas pero no pueden entrar en ella, debemos estar trajeados con el vestido de salvación en Jesucristo, el cual no colocamos cuando aceptamos la invitación.
La parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro
Un hombre rico que vestía de púrpura y lino finísimo, celebraba a diario con exquisitos banquetes, mientras que en su puerta se encontraba un pobre llamado Lázaro, deseando saciarse de lo que caía de la mesa del rico. Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán; el rico también murió y fue sepultado.
Cuando se encontraba en el infierno, levantó sus ojos y vio a lo lejos a Abrahán y a Lázaro en su seno; y gritando, dijo: Padre Abrahán, ten piedad y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, estoy atormentado en estas llamas. Abrahán le dijo: Hijo, acuérdate de los bienes que recibiste durante tu vida y Lázaro en cambio solo males; ahora, él es consolado y tú atormentado.
Además existe un gran abismo entre nosotros ni nosotros podemos pasar hacia allá, ni ustedes hacia acá. El rico rogo enviar a alguien a su casa para alertar a sus cinco hermanos para que no sufrieran sus tormentos. Abrahán le dijo que tienen a Moisés y a los Profetas. ¡Que los oigan!
Podemos descubrir que el verdadero problema del rico es que nunca prestó atención a la Palabra de Dios; al no oír no amo a Dios y por tanto le era muy fácil despreciar al prójimo.
La parábola del administrador
La parábola de Jesús cuenta de un hombre rico cuyo administrador fue acusado ante su amo de malversar sus bienes. El amo lo llamó y le dijo cómo es posible que es eso ¿Qué dicen de ti? Preséntame de inmediato las cuentas de tu administración, porque desde ahora quedas despedido. El administrador se preocupó de su nueva condición y se puso a pensar: si mi amo me quita la administración, que voy hacer no tengo fuerza para cavar y pedir limosna me da vergüenza.
Así que decidió hacer algunos favores a los acreedores de su amo para cuando dejará el cargo, no le faltara quien lo recibiera en su casa. Así que comenzó a llamar, uno por uno, a los deudores de su amo y a negociar con ellos la deuda. Al primero le preguntó: «¿Cuánto debes a mi amo?». Le contestó: «Cien barriles de aceite». El administrador le dijo: «Pues mira, toma tus recibos y apunta sólo cincuenta» y así lo hizo con cada uno.
El amo felicitó la astucia de aquel administrador ya que, la realidad es que los que pertenecen a este mundo son más audaces en sus negocios que los que pertenecen a la luz. Por eso, les aconsejo que se ganen amigos utilizando las riquezas de este mundo. Así, cuando llegue el día de dejarlas, habrá quien los reciba en la mansión eterna.
El verdadero mensaje de Jesús con esta parábola no es resaltar la corrupción o el engaño del administrador, sino resaltar los recursos que tenemos para ponerlos al servicio del bien de otros, es decir, si un corrupto es hábil para administrar sus recursos imaginen a las personas justas, con un corazón lleno de Dios.
Nunca debemos creer que no tenemos suficiente para ayudar a otros más necesitados, solo debemos ser creativos y con estas acciones podemos hacer amigos en el Reino de los Cielos.
La parábola de los viñadores homicidas
Un hombre que tenía una propiedad plantó una viña, la cercó y cavó en ella un lagar, construyó una torre y arrendo la propiedad a unos labradores y se marchó de allí. Cuando llegó la época de los frutos, envió a sus criados a los labradores para percibir su parte, pero los labradores, agarrando a los criados los golpearon, a otro lo mataron y a otro lo lapidaron.
Le contestaron: «A esos malvados les dará una mala muerte, y arrendará la viña a otros labradores que les entreguen los frutos a su tiempo«. Jesús les dijo: «¿Acaso no habéis leído en las Escrituras: La piedra que rechazaron los constructores, ésta ha llegado a ser la piedra angular. Es el Señor quien ha hecho esto y es admirable a nuestros ojos?»
En esta parábola aunque sea un poco fuerte podemos hacer de ella una de las parábolas de Jesús para niños y explicarla de la siguiente manera: el dueño de la viña representa a Dios y Dios envió a hombres como Noé, Moisés, David, entre otros para que les contaran a otros el amor que les tenía e invitarlos a que se arrepintieran de sus pecados.
Finalmente, Él envió a su propio Hijo, Jesús y crucificaron. Dios les dio varias oportunidades y ellos incluso rechazaron a Su Hijo. Él es nuestra última oportunidad también, nuestra única oportunidad de tener vida eterna en el cielo con él.
La parábola de la dracma perdida
Esta última parábola que comentaremos tiene un mensaje muy similar al de la oveja perdida, Jesús dice:
Al igual que la parábola de la oveja perdida debemos alegrarnos y celebrar cuando ganamos a un arrepentido de corazón.
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