Los dolores de la Virgen María tienen como fecha de conmemoración el día sábado. Según la historia, se le llama los 7 dolores de la Virgen, por el sufrimiento que paso la madre de Jesús en su sacrificio. Descubre esto y más, a continuación.
Indice De Contenido
- 1 Los siete dolores de la Virgen María
- 1.1 Primer dolor: la profecía de Simeón
- 1.2 Segundo dolor: la huida a Egipto
- 1.3 Tercer dolor: Jesús perdido en el Templo
- 1.4 Cuarto dolor: el calvario
- 1.5 Quinto dolor: Jesús muere en la Cruz
- 1.6 Sexto dolor: Jesús es bajado de la Cruz y entregado a su Madre
- 1.7 Séptimo dolor: dan sepultura al cuerpo de Jesús
- 2 Rosario de los 7 dolores
Los siete dolores de la Virgen María
Los dolores de la Virgen María son la unión de diversos sucesos que atravesó durante su vida, destacándose, que no debe confundirse con los 5 misterios de dolor del rosario. Este último narra desde la pasión hasta el sepulcro de Jesús, y los dolores de la virgen involucra otros pesares por lo que tuvo que pasar María, además de la tortura y muerte de su hijo.
Con eso claro, esta devoción fue difundida por Santa Brígida de Suecia, quien declaró que la virgen le reveló las 7 gracias espirituales dispuestas a conceder. Estas son:
- Le daré paz a toda familia.
- Los iluminare sobre todo misterio divino.
- Les daré alivio en momentos de sufrimiento y los acompañare en su día laboral.
- Pidan y se los daré, siempre y cuando no se interponga con la voluntad de mi divino hijo o con la santificación del espíritu.
- Seré su guardiana en las luchas espirituales y en el día a día.
- Estaré con todos ustedes cuando partan de este mundo.
- Estos dones son obsequios de mi Santo hijo, y aquel que propague mi devoción y dolores, al momento de partir los guiaré a la felicidad eterna; perdonare sus pecados y Cristo, mi hijo será su consuelo.
Santa Brígida tuvo visiones desde una edad muy temprana, y una de ellas fue la aparición de la Virgen María. En dichas apariciones, María le reveló a la joven Brígida la promesa de conceder 7 gracias a quienes la honren día a día, acompañándolo con 7 rezos del Avemarías.
Devoción
Los buenos cristianos han rendido honor a la Virgen y su inmenso amor a Cristo, y la devoción a los 7 dolores no es una excepción.
Como se mencionó anteriormente, la virgen le comunico a Santa Brígida el mensaje que quería dar a conocer al mundo, quería que las personas conocieran su dolor y ver si alguien se compadecía de ello, le expresó que muy pocos pensaban en el sacrificio y el dolor que tuvo que vivir. Por ello, la Virgen le dijo a Santa Brígida que no se olvidara de ella y tuviera en su corazón las lágrimas que tuvo que derramar.
Ellos eran:
- Que todo aquel que invoque a la Virgen en nombre de sus dolores, será absuelto de sus pecados.
- Jesús será el guardián de todo aquel que rinda honor a las devociones de la virgen, y por ello será protegido hasta el momento de partir.
- Aquellos devotos, serán recompensados en el cielo.
- Su alma será encomendada a la Virgen María, y recibirán su gracia.
Reflexionar sobre los siete dolores de la Virgen María, es una forma de entender y tener empatía por el dolor que tuvo que sufrir en la tierra.
En cuanto a la fecha que se le rinde honor a los dolores de la Virgen María, como se mencionó anteriormente, cualquier sábado es un buen día para rendirle tributo a la Virgen, pero su día especial es el 15 de Septiembre. Pero ¿por qué se celebra en ese mes?
Con todo lo anterior mencionado, a continuación te presentaremos los 7 dolores de la Virgen María, una lista que presenta un recorrido por casi todo el evangelio a partir de la profecía de Simeón.
Podrás observar la profecía de este profeta, la muerte y el descubrimiento de Jesús, además de muchas otras cosas.
Primer dolor: la profecía de Simeón
Este primer dolor trata sobre los días posteriores a la purificación, de acuerdo a la Ley de Moisés, todo varón primogénito debía ser bendecido por al Señor, y ofrecerle como ofrenda unos pichones. Para eso entonces, un hombre conocido como Simeón se trasladó a Jerusalén para cumplir con la Ley; él era un sacerdote bondadoso y justo, y según en las escrituras, el espíritu Santo le reveló que él no partiría del mundo terrenal, hasta que conociera a Jesús.
Movido por el Espíritu Santo, Simeón se encargó de hacer cumplir la ley en el templo, donde bendecía a los niños de la ciudad, y un día, una pareja trajo a un niño llamado Jesús, y al reconocerlo, Simeón lo levantó en brazos y le dijo al señor que ya la profecía estaba hecha, y que ya podía irse en paz, que el salvador había llegado.
En ese entonces María ya sabía que su hijo era el salvador de la humanidad, y una parte de ella estaba llena de gozo por haber sido elegida para tal tarea. Pero eso no quitaba el constante recordatorio del sufrimiento al que estaría sometido, convirtiéndolo en propio.
Amada madre, tu que con tu inmenso amor sufriste por nosotros, al igual que tu hijo; enséñanos a recibir el sufrimiento con tu gracia.
Te ruego que nadie vea nuestro dolor, y que ellos sirvan para expiar los pecados cometidos. Tu amada madre, que derramaste lágrimas por el sacrificio de tu hijo, te ofrezco nuestro dolor y únelos con los tuyos y el de Cristo, para que él conozca la inmensa devoción que le tenemos.
Virgen hermosa.
Segundo dolor: la huida a Egipto
Luego de partir del templo, esa noche un ángel enviado por Dios hizo presencia en los sueños de José, y le dijo que debía tomar a Jesús y a María, y huir a Egipto. Debía quedarse en ese lugar hasta recibir noticias de él, que pronto Herodes iría en búsqueda de Jesús para acabar con su vida.
Al despertar, José tomo a ambos y partieron a Egipto, y se quedó allí por 30 años hasta que Herodes falleció. En este segundo dolor, se describe el sufrimiento de María y el temor de perder a su hijo recién nacido, y que por temor a ello, deben escapar y esconderse por años. No obstante, ellos hicieron una vida bastante sencilla y digna en un pueblito de Galileo, a pesar de las prisas para escapar.
Querida Madre, danos la valentía que tú tan sabiamente tomaste con tu corazón; que seamos capaces de aceptar el sufrimiento que nos envía Dios con gracia.
Ayúdanos a aceptar con bondad el sufrimiento del prójimo; Madre celestial, con unión de tu hijo, purifica nuestras almas para que podamos recibir la gloria de Dios.
Tercer dolor: Jesús perdido en el Templo
Este dolor es el recuerdo de cuando María perdió a Jesús por unos días, y la historia comienza así: De acuerdo al relato, los padres de Jesús visitaban Jerusalén anualmente en la época de Pascua, y su doceavo cumpleaños no fue la excepción.
No obstante, cuando sus padres iban de regreso no se percataron que Jesús no estaba con ellos ni en ninguna parte de la caravana. Inmediatamente emprendieron una búsqueda con algunas personas cercanas y familiares, pero no lograron nada, por lo que decidieron regresar a Jerusalén y ver si estaba en ese lugar.
Pasaron 3 días, y finalmente es encontrado en un templo rodeado de doctores, quienes estaban maravillados por la inteligencia y madurez que poseía un niño de su edad. Su madre se le acerca y le dice que por que lo había hecho, que tenían días angustiados; y Jesús solo les responde que si no sabían que debía ocuparse de lo que le había dicho su Padre.
Querida Madre, reina de los cielos, guíanos para poder aceptar con gracia los sufrimientos que nosotros mismos nos hemos causados; expía los pecados del mundo.
Cuarto dolor: el calvario
Este cuarto dolor transmite el sufrimiento de María por su hijo, cuando se encontraba caminando con la cruz por todo Jerusalén. Y este es narrado de la siguiente manera: Jesús se encontraba agotado de los castigos recibidos por los soldados romanos, y cayó con la cruz; al levantarse se encuentra con su madre María.
Sus ojos se encuentran, y en ella trata de trasmitir todo su amor con su mirada, y es allí donde se da cuenta que la profecía dicha por Simeón hace muchos años se ha cumplido, una espada ha atravesado su alma.
El dolor que siente en ese momento es enorme, ya que tiene que ver a su hijo debilitado y sin fuerzas, caminar por todo Jerusalén cargando una cruz. Lo único que podía hacer era rezar y entregar su sufrimiento a Dios.
Querida señora de los cielos, tú que te encuentras abatida por el dolor de ver a tu hijo sufriendo, danos tu inmensa sabiduría para soportar nuestro dolor al igual que tú, y recibir la gracia de Dios.
Oh madre de los dolores, tú que eres madre de todos, apiádate de los pecados cometidos por el mundo.
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Quinto dolor: Jesús muere en la Cruz
En esta oportunidad se narra el horror que tuvo que presenciar María, al ver a su amado hijo crucificado en la cruz, y el dolor de su muerte.
Este quinto dolor comienza con María observando a Jesús cargando la cruz y la falta de misericordia de las personas. Al llegar al sitio donde sería crucificado, le pidieron a Jesús que confesará sus pecados, mientras era despojado de las pocas vestimentas que le quedaban en el cuerpo.
María acompañada por su hermana Cleofás y María Magdalena, vieron a Jesús siendo clavado en la cruz, mientras los soldados y la gente se reían de él. Al momento de terminar, levantaron la cruz junto a Cristo, y María desconsolada solo podía mirar a su hijo muriendo.
Jesús solo pudo resistir tres horas, y antes de perecer, vio una última vez a su madre y le dice a ella y a uno de sus discípulos, Juan, que a su lado se encontraba su hijo, y junto a él, su madre.
Solo faltaba cumplir la última parte de las escrituras, y por ende Jesús pidió de beber un vaso de vinagre, al terminar solo giro la cabeza y se entregó al Espíritu Santo.
María desconsolada, lo único que podía hacer era escuchar las ofendas que lanzaban a su hijo, diciendo que si él era realmente el mesías, debía descender de esa cruz. María solo rogaba a Dios, pidiendo por misericordia.
Santísima Madre, reina de los Mártires, obséquianos con el valor de poder hacer frente a nuestros sufrimientos al igual que tú y tu hijo. Guíanos para que podamos seguir los mandamientos de Dios, y el sacrificio de tu hijo no fuera en vano; expía todos los pecados del mundo.
Sexto dolor: Jesús es bajado de la Cruz y entregado a su Madre
Luego de morir, al ocaso, un hombre llamado José de Arimatea, un importante miembro de Sanedrín, un consejo religioso de origen judío que nació en el siglo III a.c. hasta el siglo I d.c., se acercó al gobernador de Jerusalén, Pilatos, y le exigió el cuerpo del mesías.
Ahora bien, ¿dónde entra maría en todo esto? cuando sucedía todo este calvario, cuando Cristo yacía muerto, María fue espectadora de todo, ella recibió en sus brazos a su hijo muerto, y tuvo que sufrir por su pérdida. El inmenso dolor que tuvo que sentir María al ver a su hijo muerto, es un sentimiento que ninguna madre debe sentir, y por ello es considerado uno de los dolores más importantes de María.
Ella lavo el cuerpo de Cristo, y su consuelo era saber que su hijo fue Dios encarnado, y que se volvió mortal para expiar los pecados del mundo. No obstante, para ella fue duro ver las heridas de Jesús que le causaron los látigos, la cruz y la corona de espina; y su consuelo fue recordar las memorias que tenía de él.
María rezaba para que todos aceptaran el amor de Dios en sus corazones, y esperaba que su sacrificio valiera la pena.
Te agradecemos Madre mía, por el amor que le diste a tu hijo en la cruz, y por ser la última en ver el último aliento del mesías.
Me encomiendo a ti, y a todos los hijos de la tierra.
Oh Madre querida, sabemos que con tu inmenso amor, amas a cada uno de tus hijos.
Ten misericordia para que podamos alcanzar la gloria.
Te agradezco Jesús, salvado y redentor.
Y agradezco a Dios por darnos una madre como tú.
María, ruega por nosotros.
Séptimo dolor: dan sepultura al cuerpo de Jesús
Luego de que José de Arimatea pidiera a Pilatos el cuerpo de Jesús, destacándose que este pedido fue hecho en secreto, por el miedo a las represalias. Debe recordarse que el pueblo de Jerusalén exigió de forma incandescente la muerte del mesías, y no dudarían en castigar a todo aquel que lo ayudara.
María tuvo que sepultar a su hijo, tuvo que vivir su humillación, quién sufrió la peor de las muertes. María sentía que con la muerte de Jesús, su vida no tenía sentido, pero el consuelo de ella era que por fin el sufrimiento había terminado.
Cerca del lugar de su crucifixión, se encontraba un huerto y un sepulcro recién cavado; María con ayuda de las otras mujeres y de Juan, sepultaron el cuerpo de Jesús. Al regresar a su casa, María tenía un inmenso dolor, pero sabía que él resucitaría pronto.
Amada Madre, tu bondad sobrepasa el de todos; Madre de misericordia, Madre de Cristo y de todos. Como hijos y devotos a ti, confiamos nuestro sufrimiento a ti, y esperamos que puedas guiarnos a ver a Dios en todo momento.
Guíanos para que podamos ver más allá del dolor, así como tú con el sacrificio de tu hijo. Tú, madre querida, que no dudaste de las palabras del Señor, aceptamos el dolor con tu gracia.
Tú que no te separaste de tu hijo en todo su sufrimiento, desde el momento que nació hasta que exhalo su último aliento. Belleza de madre, tú que cumpliste la voluntad de Dios, enséñanos a aceptar el sufrimiento y que podamos sacrificarnos por el prójimo.
Expía los pecados del mundo, ayúdanos a seguir el camino de Jesús, y que podamos entregar nuestras vidas, igual que él.
Rosario de los 7 dolores
Primero que nada es necesario describir que es un rosario, antes de entrar de lleno en el tema. El rosario son conjunto de rezos tradicionales de la religión católica, y que tienen como propósito honrar los 20 misterios de la vida de Jesús y de su madre, la Virgen María.
Debe destacarse, que cada rosario debe culminar con un padre nuestro, diez avemarías y un Gloria al padre. En este caso, es recomendado culminar luego de leer cada dolor, 7 avemarías para los siete dolores de la Virgen María y 1 Padre Nuestro.
«Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén».
Ahora bien, ya teniendo en cuenta que es un rosario, el rosario de los siete dolores es una serie de rezos que se llevan a cabo para rendirle conmemoración al sufrimiento de María por su hijo.
Por ello, primero debes iniciar con una persignación, es decir hacer un signo de la cruz; luego, debes repetir las palabras:
«En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén»
Posteriormente, debes decir en voz alta o baja, la oración introductoria, en la que debes ofrecer el rosario como un tributo de tu amor a la Virgen María, una reflexión del sufrimiento que tuvo que vivir y el perdón de tus pecados.
Luego de finalizar, debes realizar el acto de contrición que te detallaremos a continuación.
Acto de contrición
En la tradición cristiana, un acto de contrición es aquel que se da solo en dos casos: cuando por medio de un acto ofendes a Dios y pecas; y la segunda definición es cuando te arrepientes de algo que hiciste.
Un acto de Contrición no debe transmitir una emoción de pesar, vergüenza o dolor. Es un acto que se realiza de forma voluntaria y libre; y es realizado por una persona que ha cometido algún pecado, o cree que ha ofendido de alguna manera al señor de los cielos.
- Dolor.
- Rechazo.
- Cambio.
La persona debe buscar la forma de cambiar y no volver a cometer los actos impuros, y para ello te traemos una corta pero hermosa oración, que te ayudará en este proceso.
Señor mío, Cristo, me arrodillo ante ti y me disculpo con todo mi corazón el haberte decepcionado.
Te suplico la expiación mis pecados y espero que con tus poderes divinos, pueda ser merecedor de tu inmenso amor.
Por tu pasión, por tu sacrificio y por los dolores de la santísima Virgen.
Amén.
Se recomienda luego de culminar este rezo, realizar la lectura de las citas que se encuentran en el evangelio, de los dolores de la Virgen María.
Oración final
La oración final es aquella que se dice luego de culminar las lecturas de los siete dolores de la Virgen María, culminar los rezo y el acto de contrición. A continuación te presentamos dicha oración:
Inmaculada Reina de los cielos, madre de Jesús, tú que eres la imagen de la pureza y la santidad; rodea mi espíritu con tu amor maternal, para que siempre sea fiel a Jesús, tu hijo, y obedezca su total voluntad.
Ruego Madre mía, y me arrepiento de todos mis pecados; suplico por estar siempre presente en tu inmenso corazón, que compartes con Jesucristo; tu que sufriste y derramaste lágrimas por los sufrimientos de tu hijo, que fuiste objeto de momentos muy dolorosos, resgúardame para toda la eternidad.
Amén.
Luego de culminar la oración, debe repetir tres veces las siguientes palabras:
«María, concebida sin pecado, habiendo sufrido por nosotros, ruega por
nosotros».«En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén».
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