Conoce ¿Cómo fue la muerte de Jesús?

En las epístolas bíblicas y en algunas citas puntuales en los Evangelios se habla con frecuencia sobre cómo fue la muerte de Jesús en este post relataremos, para refrescar algunos datos desconocidos para la mayoría del público cristiano que no está al tanto de los detalles más relevantes.

la muerte de Jesús

Detalles de la muerte de Jesús y su crucifixión

Tal y como se plantea en el párrafo introductorio, la muerte de Jesús logra encontrarse esquematizada en episodios bíblicos y en los Evangelios. Quienes han profundizado su estudio sobre los misterios del Nuevo Testamento, afirman que la muerte de Jesús es un hecho trascendental e histórico en el mundo cristiano.

Otros autores no cristianos en el siglo I y II atestiguan exactamente lo mismo. Ahora bien, sus opiniones no son cónsonas sobre los detalles de su crucifixión, ya que hay opiniones contrapuestas que difícilmente sostienen una única versión de los hechos.

De acuerdo a la versión encontrada en el Nuevo Testamento, Jesús fue juzgado por el Sanedrín entero de Jerusalén, hasta que fue arrestado para llevarlo bajo el balcón de la máxima autoridad a rendir cuentas. Finalmente, el procurador, Poncio Pilatos ordenó su flagelación, al mismo tiempo que expone a sus vigilantes para que liberaran a Barrabás por el clamor del pueblo.

Todos estos eventos son detallados en la Pasión de Cristo. Por otro lado, puede descubrir las mejores frases del Papa Francisco, quien es un fiel seguidor de todas las buenas obras realizadas por Jesús, antes y después de su muerte.

Historiadores de la talla como Josefo y Tácito ofrecen una alternativa a la muerte de Jesús similar, aunque sus puntos de vista son más esquematizados o más reducidos que el encontrado en los textos sagrados.

El sufrimiento entero de Jesús es uno de los puntos más interesantes que la misma teología procura investigar, hasta el más mínimo detalle, para ofrecer a todos los cristianos la versión más verosímil sobre cómo sucedieron los acontecimientos. Las doctrinas de salvación y expiación también entran en juego en esta rama del saber.

Armonización del Evangelio

La Pasión y muerte de Jesús involucra cada uno de los hechos más resaltantes anterior a su fallecimiento en la cruz. Ésto no guarda relación con algún Evangelio en particular, no obstante, sí se ha creado una vinculación entre los cuatro evangelios canónicos.

Las narraciones elaboradas por Taciano, por mencionar un ejemplo, no fueron aceptadas a modo general por los cristianos, porque faltó concretizar en algunos sucesos específicos sobre la muerte de Jesús. El punto de quiebre que simbolizó el rechazo frente a esta teoría es la fecha imprecisa en que se llevó a cabo la pasión y muerte.

la muerte de Jesús

En los tiempos de San Agustín de Hipona ya se notaban con más claridad las diferentes versiones sobre la muerte de Jesús, cuyos historiadores iniciaron una disputa por quién se acercaba más a esta gran verdad. Ahora, en los evangelios canónicos se logran leer varias lecturas en posiciones diferentes, sin que ninguna pase por la tela de juicio en ser rechazadas. Más allá de esto, es importante visitar el post de conoce a Jesús, verdadero Dios y hombre, para aprender mucho más sobre el Redentor.

El juicio

La narración del juicio o condena de Jesús está sometida a muchas dudas, en primer lugar por la contradicción que presentan varios puntos de la misma. Esto se debe, en parte, a que los evangelios no son concordantes entre cada uno de los puntos de vista sobre las acciones.

De acuerdo al Evangelio de San Marcos, Lucas y Mateo, Jesús fue aprehendido en el huerto del Getsemaní por primera vez, antes de estar bajo la presencia de Pilatos. Los sumos sacerdotes ordenaron a una turba que atraparan a Cristo hasta conducirlo al Palacio, donde sería juzgado, burlado y humillado por todos los presentes, mientras Pilatos decidía si condenar al hijo de Dios o soltar a Barrabás. En ese momento, Judas Iscariote se acerca hasta la presencia de Jesús para darle un beso en la mejilla.

Según Juan, todos los centinelas que arrestaron a Jesús, recibieron la orden de sumos sacerdotes fariseos, al mando de un quillarca, o un tribuno militar de origen romano. Otros historiadores no están de acuerdo con la postura de Juan, principalmente en el hecho del arresto, en el cual no intervienen guardias apoyados por un quillarca.

Según los sinópticos, cuando Jesús fue arrestado por primera vez, sus captores lo condujeron hasta la residencia del sacerdote Caifás. La versión establecida por el Evangelio de San Juan describe que antes de ser llevado ante Caifás, Jesús hizo una breve estación frente a Anás, quien lo envió inmediatamente ante su yerno, en este caso Caifás.

Los tres personajes de la cristiandad ofrecen detalles sobre el interrogatorio de Jesús por el supuesto engaño al declararse como hijo de Dios. Marcos y Mateo consideran que existió una reunión previa con todo el Sanedrín presente esperando por Jesús.

En esa misma noche, todos tomaron la decisión que Cristo merecía la muerte por fariseo. Al día siguiente se presume, una segunda reunión que trata el mismo asunto, pero esta vez en casa de Poncio Pilatos, para oficializar su condena.

Lucas ofrece un relato completamente distinto en horas previas a la muerte de Jesús, porque refiere una sola reunión con el Sanedrín en la mañana, sin tocar directamente el momento de su condena. Tampoco hace mayor hincapié en el interrogatorio de Poncio a Jesús, ni del público enardecido que espera la determinación de condenarlo para siempre. Juan ubica el precedente del Sanedrín en un contexto que guarda relación con la resurrección de Lázaro.

Raymond Edward Brown fue un erudito importante que estableció por primera vez la historia crítica cristiana. Coloca la reunión del Sanedrín como un problema histórico en el que se discuten los puntos referentes a la condena de Jesús. La única escena que comparte con el resto de sinópticos que han intentado descifrar la muerte de Jesús es con su llegada a Jerusalén antes de morir. Por su parte, Juan menciona que Cristo realizó varias visitas por el lugar antes de ser detenido injustamente.

De acuerdo a la percepción de Brown, la escena del Sanedrín es más loable que el encuentro nocturno que se describe en los Evangelios de Marcos y Mateo. Aún así, Juan tomó como referencia la resurrección de Jesús como una versión de lo que sería la muerte de Jesús más adelante en la Cruz.

Brown estipula que para comprender en una mejor forma los mensajes escritos en los evangelios, al igual que todos los sucesos ejecutados en la atmósfera de la muerte de Jesús, hay que prestar atención hasta al más mínimo detalle oculto para ensamblar por completo todas las acciones. Acorde a su opinión, son cinco puntos interesantes a los que hay que hacer más énfasis en los cuatro evangelios:

  • Se convoca una reunión de todos los integrantes del Sanedrín para atender el caso de Jesús y su condena por ser considerado como un fariseo.
  • La noche en que estuvo presente el Sanedrín, Jesús es víctima del interrogatorio impuesto por el Sumo Sacerdote para esclarecer su caso, determinar si se trataba de inocente o culpable.
  • Se consolidó la amenaza del Templo que Jesús constituía.
  • El que enardeció aún más al público para la muerte de Jesús es el propio Sumo Sacerdote, quien hacía preguntas para determinar su condena. Juan y Mateo consideran que la culpa real de instar al Sanedrín y al público fue Caifás.
  • El equivalente a una condena a muerte.

Ed Parish Sanders, un académico que recibió sus estudios en la Universidad de Duke, establece una relación con la historia de Jesús y una visión más actual sobre los hechos que suscitaron en tal reunión. Tampoco considera que las opciones establecidas por Mateo y Marcos sea la correcta:

«Es muy poco creíble que un tribunal se reuniese en la Primera Noche de Pascua, de la misma manera en que Mateo y Marcos lo postulan. Hay que notar que Lucas expone que Jesús fue llevado hasta el Sanedrín al caer la noche (Lc 22,66). Por su parte, Juan siempre omite el juicio que Cristo llevó frente a la multitud, compuesta por el propio Sanedrín. Se hace más difícil creer en lo que dicen Mateo y Marcos, porque presentan dos juicios: uno en pleno día y el otro cayendo el atardecer. Se ha pensado que este juicio nocturno es una breve reunión». (Mt 26,57-75//Mc 14,53-72).

La idea de Sanders no queda aquí, porque argumenta más razones de peso para fundamentar su propia postura al respecto:

«No hay un conocimiento vasto sobre lo que ocurrió en el interrogatorio de Jesús con el Sumo Sacerdote, de la misma manera que con otros personajes. No podemos saber si la reunión en si se llevó a cabo en el Sanedrín como todos pensamos. Además, dudo que los primeros discípulos de Jesús supieran de tal encuentro. No pongo en duda cada uno de estos acontecimientos, ni siquiera el arresto de Jesús. Lo cierto del caso es que no podemos saber más, no estuvimos presentes.

Sanders aplaude la labor de todos los eruditos que han enfrascado sus esfuerzos en determinar qué sucedió el día del juicio condenatorio contra Jesús. Lamenta mucho que los conocimientos que tenga no lo haga avanzar más de lo que considera. Expone que todos los relatos reunidos en una misma teoría supone una confusión, porque todos los sucesos de esa noche no están claros. Es impensable que hasta el testigo ocular más cercano al juicio describa qué sucedió de principio a fin.

En el acuerdo entre Marcos y Mateo, el Sanedrín entero culpa de blasfemia a Jesús, por autoconsagrarse como el Mesías, el hijo de Dios. Por el contrario, Lucas en ningún momento llega a relatar tal acusación, ni el nombramiento propio de Cristo como el verdadero Mesías. Asimismo, las acciones de la mañana siguiente no aparecen en sus escrituras, como si nada de esto para él había pasado.

Brown y Sanders consideran que la acusación de blasfemia hacia Jesús por denominarse el hijo de Dios, es una proyección anterior a lo que ocurre en su pasión. En parte, los cristianos no tenían un conocimiento previo a lo que realmente representa un acto de blasfemia. Para ello ofrecen una declaración que se cita de la siguiente manera:

«La causa de blasfemia que llegaron a introducir Mateo y Marcos es la declaración del propio Jesús en ser hijo de Dios. Eso no es concluyente, tal y como lo afirman una gran parte de los teólogos más destacados de la historia cristiana. Ninguna de esas aseveraciones pueden tomarse como una blasfemia real. Los pretendientes a ser el Mesías después de Cristo no pueden catalogarse como blasfemias».

«El título «Hijo de Dios» tiene tantas connotaciones que su estudio comprende varias aristas. Un gran ejemplo de estas palabras son los israelitas, que se consideraron ellos mismos como los verdaderos hijos de Dios. Ahora bien, la razón por la cual Jesús fue condenado de acuerdo a los evangelios no fue precisamente por un acto de blasfemia, pero de lo que se nos dice, al final no condujo a nada».

Brown interviene en esta declaración para dejar en claro que los Evangelios se escribían para que el público interpretara a su modo la pregunta más resonada en los últimos minutos de la muerte de Jesús: «¿Eres tú el hijo de Dios?». No obstante, con o sin la intervención directa del Sanedrín, Jesús fue entregado a las autoridades para su pronta crucifixión, en vista de todo el pueblo. Es así, que Jerusalén es testigo de donde murió Jesús.

El Evangelio de San Lucas expone que antes de ser trasladado ante Poncio Pilatos, Jesús tuvo una breve visita en el hogar de Herodes, el tetrarca de Galilea, quien en esos días estuvo haciendo un corto recorrido en Jerusalén por las buenas referencias de las fiestas de Pascua. Este dato es importante, porque para que alguien en esa época recibiera una acusación, tenía que ser en su propia jurisdicción. Según Lucas, Herodes no estuvo conforme con las acusaciones de Jesús, por lo que envió a Poncio Pilatos para que tomara una decisión definitiva.

Pilatos sostuvo una postura similar a la de Herodes, al no encontrar una prueba concluyente para culpar a Jesús hasta su muerte. Durante todo el interrogatorio se mostró lleno de dudas al respecto sobre qué hacer con Jesús. A pesar de esta actitud, no vaciló en clavar una corona de espinas sobre su cabeza para que todo el pueblo se burlara de su situación. En un pequeño letrero se escribió los cargos que recibía, que fue el de sedición. Su condena es cargar con la cruz a cuestas morir.

La postura de misericordia por parte de Pilatos no es fuente confiable para conocedores como Flavio Josefo, quien lo describe como una persona violenta y llena de crueldad, por todo lo que hizo contra Jesús en su Templo. Refuta el hecho que Pilatos dejó en manos del pueblo la decisión de liberar a un prisionero que no contaba con la condena suficiente para tal libertad. Por supuesto, la muchedumbre enardecida prefirió hacer eso con Barrabás y finiquitar la vida del falso profeta al que tanto humillaron.

Flagelación

Los primeros indicios que la muerte de Jesús estaría por comenzar es a través de la flagelación, con un famoso objeto llamado flagrum. Este accesorio tenía un uso legal en la cultura romana para designar la ejecución de quien actuaba en contra de la ley. Su fisonomía se asemeja a la de un látigo de corta longitud llamado flagelo, con varias tiras de cuero sueltos, que son capaces de desprender la piel con el menor contacto, ajustadas a unas bolas de hierro.

Cada vez que los soldados azotaban la espalda de un delincuente reiteradas veces, descarnaba la piel, provocando un sangrado al instante. Las contusiones por estas bolas dejan marcas permanentes en el cuerpo de la persona, los mismos que sufrió Jesús en su lecho de muerte al ser golpeado con crueldad por sus verdugos.

No se sabe a ciencia cierta cuántos latigazos recibió Jesús hasta el momento de su muerte, pero una ley judía para esa época dictaminó que un delincuente suele recibir máximo 39 azotes por parte de los soldados; aunque los romanos solían hacer el doble de cantidad, dependiendo del crimen cometido. La humillación antes de la muerte de Jesús no cesó, porque lo disfrazaron como un rey, cubierto por un manto rojo, una caña en su mano derecha, para simular que es un cetro poderoso y la corona de espinas, la misma que fue impuesta por Pilatos.

Los soldados romanos no desistieron de las burlas y humillaciones, a tal grado de escupir a Jesús en todo su cuerpo, gritando: «salve, el Rey de los Judíos». Más adelante en los evangelios históricos, un hombre llamado Simón, es obligado a cargar con la cruz. Aunque muchos dan fe en sus testimonios que Jesús cayó varias veces al suelo por el pesado objeto, en cierto modo estos textos del evangelio omiten ese hecho, al igual que una mujer llamada Verónica se acerca con un pañuelo para limpiar su rostro lleno de sangre.

Juan tampoco hace referencia a Verónica limpiando a Jesús, mucho menos de la presencia de Simón, porque bajo su perspectiva, Cristo cargó su propia cruz hasta el final del camino.

Todos los evangelios están de acuerdo en que Jesús fue llamado a un lugar denominado Gólgota, que bajo los efectos de la traducción en arameo significa «lugar del cráneo». Respecto a cuándo murió Jesús, se explica que ocurrió un viernes a las 9 de la mañana (según San Marcos) o cercano al mediodía (dicho por Juan). Haciendo un breve paréntesis, si la mala racha ha sofocado el ser de algún lector, puede acudir a la oración a Jesús del gran poder para malos casos.

Los historiadores ubican a Jesús en el centro de dos ladrones que también fueron crucificados junto a él; uno se encontraba a su izquierda, mientras que el otro se hallaba en la derecha, ambos con actitud burlona contra de Cristo. En ningún momento de las narraciones se especifica cuáles son los delitos de estos personajes.

Aunque el arte cinematográfico de algún modo exagera con los utensilios, en el mundo cristiano al delincuente se le castigaba con una viga medianamente pesada sobre sus hombros; hecho que presume su uso para los ladrones que acompañaron a Jesús. En cuanto a la cruz, la misma tiende a pesar los 100 kg., por lo cual un hombre previamente torturado será imposible que cargue con ella a cuestas.

Aunque parezca increíble, la acción de Jesús cargando su propia cruz llega con más detalle mucho después en la cultura cristiana. Por ejemplo, una de las representaciones más antiguas de esta acción tiene una data del año 420-430.

Estas representaciones o imágenes de la muerte de Jesús están fabricadas en mármol, con una placa de marfil, que actualmente se encuentra custodiada en el Museo de Arte Británico. Sin embargo, la imagen de la cruz es más pequeña que el propio cuerpo de Cristo, viéndose un poco desproporcionado.

Uso de letreros

Tal como se plantea un poco más arriba en este post, los letreros indican los delitos cometidos por los reos. Todos los evangelios recuerdan que Jesús tuvo tales inscripciones, pero Juan se atrevió a ir más allá hasta dejar en claro que su inscripción estaba escrito en varios idiomas, destacando el uso del hebreo, griego y latín, dicho por el propio Brown, que sustenta la percepción de Juan.

Las mismas inscripciones han servido como motivo recreacional, así todos los turistas que se acercan a una figura de Cristo en la Cruz, tengan la posibilidad de traducir estos textos a su conveniencia. Aquí algunos ejemplos en Español de las frases encontradas en su Cruz al momento de su muerte:

  • «Jesús, el Rey de los Judíos».
  • «El Rey de los Judíos».
  • «Este es el Rey de los Judíos».
  • «Este es Jesús, quien dice ser el Rey de los Judíos».

Juan estipula que los Sumos Sacerdotes estuvieron en desacuerdo con las frases que ordenó escribir Pilatos. Este último argumenta que tiene la potestad suficiente para escribir lo que él quisiera en ese papel. Mientras tanto, en el latín vulgar, el mismo que se encuentra en manuscritos como La Vulgata, se explica a detalle las siglas INRI: «Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum».

Explicación de su muerte

El grupo que se encargó de condenar a Jesús estuvo compuesto por 4 soldados y un centurión, que en todo instante se dedicó a torturar a Cristo. Ellos, como derecho, podían quedarse con el salario del delincuente al que ejecutarían. En La Biblia se narra perfectamente que los guardianes se quedaron con la vestimenta de Jesús luego de morir.

A diferencia de lo que se conoce en el mundo cristiano de la muerte de Jesús, Josef Zias, un antiguo curador del Museo de Israel y encargado del Departamento de Antigüedades, sugiere que la crucifixión de Judas se dio a través de unas cruces más pequeñas que las del propio Cristo. Esta teoría tiene sentido, porque las cruces se edificaban gracias al árbol de olivos y éste no es muy alto como para construir una cruz demasiado alta.

Los Evangelios explican que el ejercito romano dieron a beber a Jesús un poco de vino con hiel. En otros tiempos, estos personajes bebían vino en estado flojo o amargo, pero nunca con el complemento de la hiel. Esta bebida constantemente se le ofreció a Cristo mientras estaba atado o colgado en la cruz, pero con un toque de mirra, por lo que siempre se negó a beberlo. No obstante, este líquido tenía el fin de aminorar su sufrimiento en su lecho de muerte; no sentir dolor en plena crucifixión.

Las escrituras señalan que esta bebida es una especialidad de las mujeres de Jerusalén, que se encargaban de hacerlas para aliviar el dolor de todos los malhechores que morirían crucificados. Los romanos aceptaron esta petición para verse más condescendientes con sus víctimas. En caso que alguien se negara, un soldado se acercaba hasta la boca del ladrón para esparcir un poco de este líquido en sus labios, tal como ocurrió con Jesús.
Cómo murió Jesús, Explicado medicamente

Alrededor de las 3 de la tarde, Jesús lanza una de sus exclamaciones más recordada en toda su pasión: «Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?» mientras ofrece sus últimas palabras de aliento que su cuerpo permitió anunciar: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». Sin embargo, en los evangelios difieren un poco respecto a las palabras finales antes que el cuerpo de Jesús fuese abrazado por el viento en su muerte.

Los clavos

El Evangelio de San Juan sostiene que Jesús fue clavado de manos para estar sujeto en la cruz, aunque otras versiones afirman que lo hicieron en el antebrazo y brazo. El médico y ex jefe del condado de Nueva York, Frederick Zugibe argumenta que Cristo fue clavado cerca de la palma de su mano, saliendo por la muñeca y en cercanía con su dedo pulgar.

En 1968 surge una revelación importante en cuanto a los pies de Jesús y los clavos que recibió a la hora de su crucifixión. El destacado arqueólogo V. Tzaferis tuvo un importante descubrimiento, porque justo en su talón, se halló un clavo oxidado.  Por esta razón, declara que Cristo tuvo que ser crucificado entre los años 7 y 66 d. C. Por otro lado, Nicu Haas se adentró a este estudio en la distribución de los clavos hasta alegar que ambos talones se clavaron con uno solo de ellos.

Joe Zias, académico de la Universidad Hebrea apoya el descubrimiento de Haas, demostrando que este clavo pudo medir más de 17cm de longitud, pero con el tiempo esta teoría se echó por la borda al quedar en manifiesto que su tamaño es menor de lo pensado, ocupando unos 11.5 cm.  Otro interesante hallazgo es que Jesús fue clavado por separado en la Cruz, hasta encontrarse una pieza de acacia que está ubicada entre el hueso y la cabeza de este objeto, con el propósito de que los talones no se deslizaran.

Sobre la cantidad de clavos implementados es realmente complejo establecer una cifra oficial, porque su cuerpo pudo haber recibido muchos de ellos con el objetivo de mantenerse firme sobre la pesada cruz. En las esculturas más antiguas, el acto de clavar fue por separado, aunque en otras más actuales, los pies de Cristo aparecen cruzados.

Todo lo anterior no son más que suposiciones, porque los romanos en mero acto de maldad pudieron haber establecido una cifra muy alta de clavos para lograr desgarrar el cuerpo de Jesús. De igual modo, Flavio Josefo deja constancia que durante la Jerusalén de los años 70 d.C, todos los soldados por diversión clavaban a los prisioneros en todas las posiciones posibles, solo para satisfacer el morbo de ver el dolor ajeno.

Causas de muerte

Algunos médicos y sinópticos establecen que la muerte de Jesús pudo deberse a una rotura del corazón, gracias al agua y la sangre que fluyen por todo su cuerpo en toda la etapa de crucifixión. Según estas opiniones, Cristo pudo recibir un impacto en la actividad cardíaca miocárdica, a través de un severo golpe en el pecho que aceleró aún más su agonía.

La narración del agua y la sangre puede interpretarse como un relato milagroso, por tanto, sin muchos argumentos de peso en la muerte de Jesús que tenga alguna comprobación forense para sustentarse. Pierre Barbet introduce otra causa de fuerza en la muerte de Jesús, al mencionar la asfixia como una gran posibilidad que no puede descartarse. Esto se debe, en parte, por el peso del cuerpo maltratado y los brazos estirados, con la poca opción de moverse. El condenado tuvo muchos inconvenientes para respirar malherido, gracias a la hiperexpansión.

Los verdugos para asegurarse que sus víctimas permanezcan inmóviles hasta morir es con el golpear las piernas mediante un mazo bastante pesado, para así acelerar su muerte y cuya agonía se basara apenas en unos cuantos minutos. Por supuesto, una víctima mortal va perdiendo las pocas fuerzas que pueden restarle hasta que deje de respirar lentamente.

F. Zugibe ejecutó un importante experimento con algunas personas alrededor de 1980, para colgarlas de manera vertical en una cruz. Gracias a esta suspensión, los voluntarios manifestaron una pérdida progresiva de la respiración, faltando el aire.

En pruebas anteriores, los voluntarios estuvieron al borde de la asfixia apenas unos 5 minutos de suspenderse en el aire, por lo cual Jesús duró más tiempo para morir, si se afianza en esta hipótesis. El colgamiento apenas y se produjo sobre un metro de altura, con apoyo total en las muñecas, tal como hicieron con Jesús.

Con esto se comprueba que la muerte de Jesús no duró minutos, sino algunas horas hasta que dejó de respirar. Zugibe complementa su estudio al ver el proceso de crucifixión como un «golpe de gracia» hasta causar un golpe traumático en el individuo, hasta posiblemente originar una embolia cerebral.

El shock hipovolémico puede sostenerse como una razón, acorde a todo el maltrato y azotes que recibió Cristo estando en la cruz. Podría hablarse de sepsis, producto de las heridas infectadas de Jesús, horas después de estar su sangre concentrada en la piel al aire libre.

No se pueden descartar otras causas que en combinación de muchos factores incidieron en la muerte de Jesús, como la insolación, deshidratación y cansancio son razones suficientes para hacer que el organismo de cualquier persona colapse en breves minutos, destacando que Cristo fue torturado por mucho tiempo en el via crucis. Otro grupo de teólogos no creen en ninguna de estas razones planteadas, incluso que la muerte de Jesús no fue en la cruz, sino más bien pudo quedar inconsciente hasta el tercer día de resurrección.

Fecha

La ejecución de Jesús en la cruz se hace en simultáneo con los días de Pascua. No obstante, la Enciclopedia Judaica realiza la siguiente aportación:

«Tenemos que imaginar que Cristo se encontraba festejando las vísperas de Pascua, porque son costumbres de su pueblo Galilea. En todo caso, esta festividad tuvo que coincidir con el día sábado. Asimismo, se efectuaba el sacrificio del cordero».

Punto de vista astronómico

En cuanto a la hora sobre la muerte de Jesús no hay mucho que objetar en cuanto a los evangelios, porque Marcos, Juan y Mateo se acercan a un estimado tomando como referencia el mediodía.

Luego de la crucifixión, deducen que ocurrieron tres horas de completa oscuridad, mientras que Lucas establece un eclipse como fenómeno natural que sirvió de contexto para el lugar de muerte de Cristo. Sin embargo, es imposible pensar que un eclipse ocurrió el 14 de nisán, porque en el calendario judío, es una fecha en la que aparece la luna llena.

Entonces, para contemplar la opción del eclipse en la muerte de Jesús, hay que situarse en un escenario que prevalezca la luna nueva para que sea posible creer de lleno en las palabras de Lucas. Tampoco es verosímil tener en cuenta que algún eclipse, por más prolongado que sea, tenga una duración de 3 horas.

La famosa y aclamada película «Barrabás», que contó con la dirección de Richard Flaicher, relata la historia en la cual Jesús es crucificado un 15 de febrero de 1961, en presencia de un eclipse solar real, para dar cuenta de las palabras escritas por Lucas. Siempre respeta los parámetros que se manejan en la antesala sobre la muerte de Jesús, porque Barrabás es liberado por decisión del pueblo en lugar de Cristo, que al final de cuentas resultó inocente de toda acusación.

Al minuto 13 de la película se observa la llegada de Barrabás al lugar de crucifixión, en paralelo en que cae la gran oscuridad de 3 horas. Por supuesto, la duración del eclipse en la película apenas rebasó los 3 minutos del rodaje. Para los amantes de la cartografía, puede indagar un poco más sobre el Mapa de Palestina en tiempos de Jesús.

Historicidad

Julius Wellhausen con una de sus frases más representativas deja en claro que la historia de Jesús es vital para comprender en parte el origen de las cosas: «Sin su muerte, Jesús a estas fechas no sería histórico». Jesús Seminar no está muy de acuerdo con el planteamiento de Julius, al decir que la muerte de Jesús es más accidental que un suceso histórico.

A pesar de las opiniones contrapuestas, la crucifixión de Jesús ha recibido un espaldarazo por muchos teólogos, por ser uno de los personajes de la antigüedad con mayor resonancia de lo que puede imaginarse.

La muerte de Jesús y su bautismo son dos hechos trascendentales que no se pueden negar, pese a que muchos individuos que no creen en Dios prefieren no discutir sobre el tema. Por ello, James Dunn argumenta lo siguiente:

«Que hay dos hechos resaltantes en la vida de Jesús: el bautismo y la crucifixión, que se reclaman cada vez como una aceptación universal. Destacan con tanta preeminencia que son hasta imposibles de olvidar en la escala de todos los hechos históricos».

Bart Ehrman describe que la muerte de Jesús y el interrogatorio de Pilatos son dos hechos fehacientes en la vida cristiana que están allí, latentes y escritos en todos los libros sagrados. John Dominic Crossman afirma que este suceso es tan importante que puede compararse contra cualquier otro evento religioso o de otra índole y resulta ganador. Craig Blomberg expone que muchos sinópticos se han enfocado en hallar a ese Jesús histórico que necesita más respaldo de la comunidad cristiana

Christopher M. Tuckett muestra que aunque muchos hechos son desconocidos para el mundo, la muerte de Jesús es irrefutable, porque murió en la cruz y esto no puede ser negado para la historia universal. Con esto queda en manifiesto que las teorías ofrecen perspectivas diferentes que no se alejan de la realidad, basada en la crucifixión. Los musulmanes ofrecen una visión en la cual Jesús no es crucificado, sino que el Dios Alá lo ascendió a los cielos para estar junto a él.

La cruz

Brown intenta acercarse a la concepción que todos los cristianos tienen sobre este objeto, sobre el cual murió Jesús suspendido, al alegar que «son dos líneas que se cortan». La palabra en la Biblia refiere principalmente a un instrumento que simboliza la muerte.

Posiblemente, Simón de Cirene ayudó a cargar la cruz para Jesús, aunque su presencia no es tan fuerte en los Evangelios. Lo que es cierto es que sobre ella murió Cristo y por eso le permite ser un instrumento reconocido que está presente en objetos como rosarios, para reseñar los misterios.

Las primeras interpretaciones de la cruz llegan gracias a las Odas de Salomón, desde el final del siglo I hasta inicios del II d.C. Por ejemplo, los oradores para rezar se colocaron en una posición con los brazos extendidos, que al final es una forma de «venia» para hacer los ritos en honor a Dios.

Gracias a las catacumbas se observa con mucho detalle la representación de la figura del orante. Por ese motivo, los iniciados al mundo del cristianismo no comprendían bien el significado de la cruz, sino luego de comprender las imágenes en las catacumbas.

Los más devotos al rezo colocaban sus brazos extendidos de tal manera que simbolizaron una cruz, lugar de origen para la muerte de Jesús. Más allá de esto, puede descubrir el Rosario al Sagrado Corazón de Jesús, muy vital al momento de orar.

Los cristianos no solo extienden los brazos en forma de cruz, sino además las elevan al cielo para imitar la Pasión que Cristo enseñó. Esta manera de orar es aprendida gracias a la imagen de las aves del cielo cuando vuelan, por ende, los devotos extienden la mano para ejemplificarlas. El movimiento de sus alas parecen indicar una oración mientras se reza.

Minucio Félix no se aleja en lo absoluto de estas teorías, marcando la muerte de Jesús una manera en que los cristianos extienden sus brazos para rezar correctamente. El signo de las manos extendidas es singular a un modo en que el hombre venera al Altísimo con todas sus fuerzas.

El autor de la «Epístola de Bernabé» del cual se desconoce su nombre, indica que la cruz en la cual murió Cristo tiene una forma de T. Al igual, establece que Moisés en su rutina de orar extendió los brazos para representar la misma cruz. Tertuliano apoya esta idea al explicar que la letra T tiene bastante parecido con la antigua Cruz.

Otras cruces bastante antiguas fueron talladas por primera vez en el siglo II d.C en Siria, cuando los obreros descubrieron que la gema de jaspe podía detallarse para ser uno de sus materiales de construcción. Los habitantes de esta localidad utilizaron esta cruz como parte de recordar la muerte de Jesús, sino además para atraer la buena suerte o usarse como amuleto.

En el Museo Británico se encuentra una de las representaciones más antiguas de Jesús, quien estuvo atado, barbudo y desnudo en el travesaño de la cruz. También aparecían las representaciones de crucifijos, aunque con el paso del tiempo estos elementos quedaron perdidos en la infraestructura. Otro elemento que destaca en esta imagen son las inscripciones griegas que se usaron en contextos cristianos convencionales.

Justo Lipsio (1954) asegura que dependiendo de los materiales con que se construye la cruz, la misma será tan fuerte que pesaría más de los 100 kilos, este elemento es conocido como crux simplex ad affixionem. Es un solo poste vertical con el cual se ata al delincuente con las manos extendidas, siendo sus propias extremidades la que otorga una figura de cruz. Si esta herramienta tiene más de una pieza, entonces se está frente a una cruz compacta en lugar de la simple tradicional.

Cruz commisa

Aunque otros prefieren designarla como Cruz de San Antonio, es la primera representación de este objeto que aparece en el paleocristianismo. Asimismo, en los textos antiguos ya se refería a este tipo de cruz, por tanto es de las más antiguas en todo el mundo. Acorde a lo conocido en las fuentes griegas y latinas, esta cruz era la favorita por los romanos para los ritos de crucifixión.

No era necesario ajustar el travesaño para colocar el letrero en el cual se detallan todos los delitos del delincuente, gracias a la presencia de un aditamento que sirve para sostener el escrito sin sacrificar las funciones elementales de la cruz commissa. Sin embargo, el ángulo de los brazos se puede abrir un poco más para que el resto del cuerpo sea visible para los espectadores que están presentes.

La cruz commisa se hizo muy popular posteriormente a la muerte de Jesús, tanto así que fue la preferida por el Imperio Romano para ejecutar a los malhechores. Por ejemplo, Luciano de Samosata en sus escritos griegos deja por sentado el éxito de este tipo de cruz.

«Así injuria la Tau (letra T en griego) en cuanto a las palabras dichas; y de hecho, es tomado como un icono de ultraje. Lamentando los hombres, deploran el trabajo de Cadmo hasta maldecirlo por haber introducido la Tau en el sistema de las letras. Dicen que los verdugos la tomaron como modelo para labrar los maderos e imitar su forma, para fijar en la cruz a los hombres.

«Yo no creo que exista otro modo de justicia que pueda imponérsele a los hombres que incurren en delitos. El suplicio es la condena más apta para que sufran en vida por sus delitos; en su propia figura extendida puede expiar sus culpas hasta el arrepentimiento, ya que la cruz se formo por ella y por ella también la llamaron los hombres»

Samosata es un viejo conocido por emplear un fabuloso juego de palabras para argumentar sus ideas más sólidas. Menciona constantemente la letra T como un símbolo que muchos se aferran para las comparaciones de la cruz que engloba la muerte de Jesús.

«La Epístola de Bernabé» de un autor desconocido está citado en el texto de Clemente de Alejandría en el siglo II d.C, significando de esta manera que se está en presencia de un texto bastante antiguo, quizá de los primeros relevantes para el cristianismo, al igual que la Didache. En este texto se mantiene la similitud de la cruz a la muerte de Jesús y a su silueta con la letra T:

«Abraham, que fue una de las primeras personas en oficializar el rito de la circuncisión, circuncidó a todos los miembros que estaban en su casa para recordar con nobleza a Jesús, mirando con anticipación su espíritu, para tomar consigo el símbolo de las tres letras. Y dice las escrituras que circuncidó a su disposición a más de 318 hombres. Ahora, por ejemplo, el 18 está compuesto por la I, que vale por 10 y la H, que vale por 8».

«Aquí aparece el nombre de IHSOUS, al igual que la gracia de la cruz, por tener un gran parecido con la letra T, dícese también de los 300 hombres que Abraham atendió. Por consiguiente, la primera letra de su nombre significa su nombre, mientras que la segunda representa la cruz por entero».

Asimismo, Moisés expone que la cruz es una señal del sufrir y la muerte de Jesús, porque quien se encuentra suspendido en ella, recibirá todo el castigo o peso de la ley por los delitos cometidos. Del mismo modo, explica que la extensión en los brazos de Jesús es representativo, porque es su señal para salvar al mundo de todos los pecados.

Aunque, se ha comprobado con certeza que la Epístola de Bernabé no pudo ser escrita por el propio apóstol, porque había un desconocimiento absoluto por el idioma hebreo en tal contexto, aparte, asevera que Abraham ya conocía el formato del alfabeto griego, no siendo así.

Tertuliano entre el año 190 y 220 d.C escribe un relato interesante sobre la lucha entre Josué y Amalec, quien en ningún momento llegó a orar sentado, sino que miró al cielo y extendió los brazos, como si la Señal de la Cruz se hiciera presente para rememorar de algún modo la muerte de Jesús. Sostiene que la letra T sigue siendo simbólica para dibujar una hermosa cruz commissa.

Cruz immissa

La iconografía cristiana es de las más importantes en todo el mundo, en la que aparece por primera vez este tipo de cruz, con la particularidad que el travesaño aparece más rebajado. El Evangelio de Mateo explica a detalle que este accesorio fue colocado más arriba de la cabeza de Cristo en todo su periodo de crucifixión. Brown está de acuerdo con este aporte, hasta decir que en vez de utilizar la commisa, Jesús recibió su muerte en una estructura immisa.

Para demostrar que tampoco la crux simplex formó parte de la muerte de Jesús, queda al descubierto la falta de un papel sobre sus manos para describir las razones por las cuales murió. J. Bernard también asegura que la cruz que sujetó a Cristo es immissa por la posición inicial del travesaño, principalmente para sujetar los brazos. El estudioso aplaude el hecho que los pintores se han enfocado en representar la immissa en lugar de la anterior para sus obras.

La «International Standard Bible Encyclopedia» apoya las versiones anteriores con la siguiente declaración:

«La forma en que se ve la cruz y como la conocemos hoy en día, corresponde a la immisa (equivalente a la cruz latina), en la cual el poste derecho posee un travesaño más corto que la commissa. En cambio, la mención sobre el papel en Jesús se encuentra sobre la cabeza de Cristo, con las razones que lo condujeron a su destino final».

Justino Mártir (100-165) enfocó parte de su esfuerzo en comprender la muerte de Jesús y el texto del autor anónimo «La Epístola de Bernabé», básicamente para situarse en el momento en que Moisés detalla a un Jesús crucificado con los brazos extendidos: «es una figura que imita la propia cruz, con brazos extendidos, a ambos lados. Si el pueblo relaja los brazos, pierde la batalla; pero si mantiene los brazos extendidos, vencían a causa de la cruz».

Tras la Cruz verdadera de Jesús

Mártir agrega que la gran victoria no llegó con la ayuda de Moisés y el poder de la oración, sino la figura a través de la muerte de Jesús en la cruz; por su lado, Moisés se mantuvo haciendo la Señal de la Cruz hasta el final. Todo lo dicho por Cristo en su lecho de muerte es trascendental en el mundo cristiano, por tanto, echa un vistazo a las 7 palabras de Jesús en la Cruz y grabalas en la memoria para siempre.

La cruz continúa describiéndose de la mano de Justino, explicando que está compuesta por un poste de madera vertical que se entrelaza por otro horizontal, mientras que otro sobresale aún más por el medio de los dos; esto permite que todos los crucificados como Jesús puedan apoyar el cuerpo completo al material.

Nuevamente aparece la figura del cordero en sacrificio, que también fue sacrificado al asador en forma de cruz, como homenaje a la Pasión viviente de Cristo. En su Primera Apología, Justino ofrece las siguientes palabras:

«El símbolo de la Cruz es uno de los más respetados en todo el arte cristiano, por el simple hecho de ser el equivalente del gran poder de Dios y su soberanía. De hecho, todos podemos observar que la forma de la cruz se ha mantenido desde el principio de los tiempos con el poste vertical para extender los brazos, con la incorporación del horizontal para reposarlos».

«Además de esto, la Cruz es un utensilio que no solo guarda relación en tono a la muerte de Jesús, sino que tiene múltiples aplicaciones en asuntos marítimos, como el mástil para navegar en las aguas. El arado del granjero, la fabricación de rosarios, la forma de nuestro cuerpo erguido con los brazos extendidos es una cruz en toda su expresión».

Ireneo de Lyon (130-202 d.C) determina que la cruz está compuesta por cinco estructuras bien definidas: dos a lo alto, otras dos a lo ancho y una última sobre la cual reposa el cuerpo del condenado. Minucio Félix años más tarde coloca el mismo ejemplo de la cruz en objetos cruciformes como el mástil del barco para navegar en aguas tranquilas.

Tiempo más tarde, cuando el cristianismo se convirtió en un núcleo legal en las instalaciones del Imperio Romano, aproximadamente en el siglo IV. Todos los escritores decidieron intervenir el travesaño hasta colocarlo en forma más provista en la cruz que simboliza la muerte de Jesús.

Fírmico (346 d.C) menciona un «cuerno» y se cuestiona sobre cuántos de ellos fueron implementados para dar a conocer la Señal de la Cruz. Por la utilización de esos cuernos, la señal obtiene un mayor valor universal para todos los cristianos, arraigado en gran manera por la muerte de Jesús. Continúa explicando que al momento de Moisés extender sus brazos, es signo de veneración para conquistar a Amalec, hasta ser partícipe del rito en su honor.

Rufino (404 d.C) es más esquemático con su explicación, al decir que la porción de tierra que sostenía la cruz es conocida bajo el nombre de profundidad. Esta profundidad comprende desde el suelo, hasta la zona más alta de la cruz immissa, que abarca todo el cuerpo de Cristo. La anchura estuvo comprendida por los brazos del hijo de Dios, que va de izquierda a derecha. El investigador descifra que Jesús pudo haber permanecido todo un día con las manos extendidas antes de morir, dándole la bienvenida a los creyentes tras la limpieza de sus pecados.

San Agustín entre el 412 y 414 d.C realizó varias citas importantes en la que destaca en la altura y anchura de este componente. Sostiene que para comprender cuáles son las medidas adecuadas en la cruz que murió Jesús, hay que entender mucho más sobre la vida y obra de otros santos. La anchura de este instrumento tiene como motivo una viga transversal para que las manos logren extenderse. El poste debe ser más alto que la altura promedio de la persona a crucificar, hasta que sobresalga su cabeza.

Además, ofrece una importante declaración sobre la profundidad y vinculación con la muerte de Jesús:

«No sé la razón por la cual él escogió esa muerte, ni la hubiese escogido excepto porque en ella, él se destacó como el amo de la anchura, altura y profundidad.  La gran demostración de su cuerpo ancho es gracias al gran travesaño que se implementa en la cruz. Las manos extendidas de Jesús significan que sus obras fueron muy grandes en vida. La idea que este elemento sobresalga es para que tenga la opción de apuntar más hacia arriba».

Mucho tiempo tuvo que transcurrir para que aparecieran las primeras oposiciones respecto a las posturas de la Epístola de Bernabé y las Odas de Salomón, haciendo hincapié en la mala interpretación que han ofrecido de los Evangelios.

Por ejemplo, los eruditos plantean la posibilidad que ellos se enfocaron más en visualizar las tradiciones cristianas que dictaminar la verdadera memoria histórica sobre la muerte de Jesús y la cruz utilizada en su caso. Otros ejemplos similares muestran a un Jesús como el pastor que todos conocen, pero sin su barba.

Crux simplex

La alternativa para la crux simplex ad affiixionem presenta una estructura que no posee el travesaño, por lo tanto, Jesús se tomó de la cabeza en algún momento de su muerte. Los eruditos más conocedores de los últimos siglos, apoyan la idea que la crux simplex es un hecho palpable sobre el cual se cuelga a Jesús hasta morir. Hernann Fulda publica un escrito en 1878 para dictaminar lo siguiente:

«No había ningún árbol en los lugares posibles en lo que ocurrió la muerte de Jesús, tampoco se cree que la ejecución pudo ser del dominio público. Por tal motivo, se hundía en el terreno una sola viga. A esto se le suma que Cristo estuvo levantado con las manos hacia arriba, cercanas a su cabeza. Mientras tanto, a los forajidos le quedaron atados en los pies para no promover ningún movimiento que representara una caída de la crux simplex».

Gracias a esta cita, es posible que los romanos no utilizaran la cruz commissa ni immissa para condenar a los delincuentes. Para ir un poco más allá, la muerte de Jesús en estos pensadores puede presumirse que ocurrió en árboles vivos en lugar de cualquier cruz. Joe Zias determina su propio punto de vista sobre este tema al decir esto:

«Aproximadamente unos 6.000 prisioneros fueron crucificados por los romanos en tiempos de guerra. Este dato prevalece con el tiempo al tratarse de una referencia que contribuye al significado de este acto para castigar a los bellacos. Parece loable que esta alternativa es efectiva para dar fin a la delincuencia y rebeldía.

Zias no dice nada al respecto sobre la muerte de Jesús, pero si habla de todo lo que sucedió con los prisioneros en la época de oro en el Imperio Romano. Las objeciones no se hicieron esperar, hasta el grado de la poca verosimilitud con lo hallado en los Evangelios, sobre todo con el número de clavos encontrados en las muñecas de Cristo. El letrero a cargo de los delitos no estaba en las manos de Jesús, sino encima de su cabeza, alegando que el travesaño sin duda alguna no es posible en la cruz simple.

Folda es uno de los primeros artistas en producir una imagen pictórica de Jesús sobre una crux simplex a finales de siglo XIX. Todos los Evangelios que aparecieron en el siglo XX y refieren la muerte de Jesús, nunca dan por hecho que el Mesías fue crucificado en una de estas cruces, como tampoco ocurriese con los grandes delincuentes en Roma. Ninguna de estas lecturas se atreven a suprimir el travesaño como elemento indispensable en cualquier cruz.

Para quienes defienden la simple, explican que la ausencia del travesaño permite que la muerte en los ladrones sea más rápida producto de la asfixia. No está de más recordar las palabras de Zugibe al momento de explicar la asfixia cuando la persona permanece suspendida por varios minutos con las manos extendidas frente a un cuadro de tortura, pero al mismo tiempo se hace poco loable por la duración de la muerte de Jesús, que duró horas hasta su último suspiro mirando al cielo.

Con el travesaño es posible prolongar la agonía de cualquier persona crucificada, pero sin ella la tortura es más breve y la muerte más rápida. Los testigos oculares de lo que ocurrió en la Segunda Guerra Mundial, como su tortura masiva explican a detalle que las personas colgadas tendían a morir a los breves minutos de estar sometidos a la suspensión. Ahora bien, si se emplea una crux simplex en las personas, las manos apoyadas en la cabeza alargarían más su agonía, extendiendo el tiempo hasta una hora para soltar el último suspiro.

Si las piernas son aprisionadas de tal modo que el cuerpo no tenga manera de estirarse aunque sea un poco, la asfixia llegaría pronto. Sin embargo, si no se clavan en la cruz, hay una pequeña opción de extender su tiempo de vida por lo menos a una hora más, aunque esto signifique una tortura tanto para quien sufre la crucifixión, como para alimentar el morbo de los presentes.

A través del tiempo la idea de la muerte de Jesús prevalece al ser clavado en un palo o estaca vertical con el cual se aprisiona su cuerpo hasta tener pocas opciones de vida. La víctima se empalaba a esta estaca con clavos atados a todo su organismo, capaz de descarnar con facilidad su piel hasta el derramamiento de sangre copiosamente.

Para no salir por completo del contexto de la muerte de Jesús, para las personas es de suma importancia implorar por sus fieles difuntos, por tanto, puede conocer mucho más sobre las peticiones a la misa de difuntos.

Brown no duda en refutar la existencia de la simplex, hasta negarla por completo en lo que corresponde a la muerte de Jesús. Su primera razón tiene que ver con Simón, porque al igual que Jesús trasladaron el stauros, lo que hace posible que el prisionero cargue hasta el final el patibulum.

Cruz árbol
Por último, pero no menos importante sobre la teoría en la muerte de Jesús se encuentra la cruz árbol, una posibilidad latente y creíble que el Mesias estuviese sujetado a un árbol vivo hasta su último latir. El contexto de este abanico de opciones crece aún más por la escasez de madera y los pocos presos con una buena disposición de trabajar en carpintería. Joe Zias aparece otra vez para hablar de la ejecución en los árboles, pero nunca ofrece una visión completa sobre la muerte de Jesús.

Los documentalistas Jean-Claude Bragard y Bryan Bruce en un programa de televisión hablaron sobre este tema para respaldar la postura de Zias sobre Jesús y su suspensión en árboles vivos. El pastor evangélico John D. Keyser explica que Jesús estuvo atado al patibulum, cuyos ladrones si se hallaron en los extremos opuestos a Cristo, mientras él yacía en el centro. Estos ladrones estaban en el mismo árbol con el hijo de Dios esperando a la muerte.

Además de la ya mencionada escasez de madera en Israel, hay que prestar mucha atención a algunos estratos encontrados en el Nuevo Testamento: (Hch; Gl 3:13; 1Pd 2:24) para referir directamente a la cruz árbol en la que pudo yacer Jesús junto a los dos ladrones en los tiempos de Pascua. Aparte, se da a conocer la palabra «xylón» del griego para dar fe de la existencia de la cruz en un árbol. En las Odas de Salomón ya se utilizaba este vocablo. Acá una breve cita para alimentar esta idea:

«Extendí mis manos hasta que las acerqué a mi Amo, porque la extensión de mis manos es singular a la magna Señal de la Cruz. Mi expansión es el xylón extendido, el cual estaba levantado hacia el camino del Justo».

Y es de esta forma que xylón culturalmente se convierte en una palabra tan popular que se encuentra repartida en diversas escrituras romanas y cristianas. En el ambiente prerrepublicano, los romanos se ensañaron con los esclavos que en alguna instancia desobedecieron sus órdenes o traicionaron su confianza mediante el azote en los árboles.

Antes corría el rumor que la tradición antigua conocía de la crucifixión en los árboles, pero en su estado maldito, para que los delincuentes sufrieran por sus actos cometidos. Estos árboles malditos son una ofrenda para los dioses de las tinieblas.

Tertuliano, quien además nunca dejó de creer en la cruz común con travesaño para la muerte de Jesús, sostiene que los árboles vivos sirvieron para ejecutar a varios sacerdotes que adoraron a un Dios fenicio. Incluso el autor Séneca, al citar un poema de Mecenas, establece que existe un «árbol maldito» que guarda gran similitud con la cruz que todos conocen.

Establece que siempre hay que optar por la vida en lugar de la muerte o recurrir al árbol maldito cuando la vejez se hace presente a través de múltiples dolores. Por este motivo, Séneca parece estar más al lado de la muerte que de la misma crucifixión:

«No estoy de acuerdo con la idea de seguir viviendo, aún hasta cuando la persona esté sometida a la cruz. ¿Vale la pena aplastar todas las heridas cada minuto al estar sujeto de un patibulo?. ¿A quién se le ocurrió la gran idea de estar prisionero de un árbol maldito?  Con debilidad, deformaciones en todo el cuerpo, objeto de burlas por parte de los presentes, con ronchas horribles desde las piernas hasta el pecho, incluso antes de colgarse en la cruz».

Hallazgos arqueológicos

En la época paleocristiana son muchas las representaciones que aparecen sobre la muerte de Jesús y su crucifixión. No hay que restar méritos a descubrimientos como la figura del orante, la paloma, el pez, el ancla, el Buen Pastor.

No obstante, aunque parezca irónico, el símbolo de la cruz tal y como se conoce en la actualidad llegó de forma tardía al mundo y la imagen de Cristo colgado, mucho más tarde aún. Según los datos e interpretaciones que pueden ofrecerse de estas figuras, pudieron existir mucho antes, pero hay que centrarse en más detalles como posibles fechas.

Cruces e inscripciones

Charles Clermant-Ganneau tuvo un importante protagonismo en 1873 cuando descubre una caverna en la cual existen unos restos provenientes del Monte de los Olivos. En ese lugar aparecieron alrededor de 183 restos con signos de crucifixión como método de tortura. Para ese tiempo, ya era común la utilización de nombres como Juan y Jesús, por tanto los cadáveres siguieron ese mismo patrón.

El Profesor E. L. Sukenik del «Museo de Antigüedades Judías de la Universidad Hebrea de Jerusalén» en 1945 sobresalió por descubrir dos osamentas con el nombre de Jesús en una inscripción griega. Cada uno de estos osarios tenía dibujado cuatro cruces en el papel, dejando en claro que son manifestaciones contudentes que guardan relación con la muerte de Jesús y todo el proceso de cargar la cruz hasta su lugar de fallecimiento.

Sin embargo, los estudiosos más actuales señalan que es probable descartar todos los hallazgos en los osarios, porque más del 50% de todas esas inscripciones aparecen en los cuerpos sepultados de Israel, hasta creer que hay antecedentes de estos cuerpos antes de la muerte de Jesús, por lo que pierde aún más relevancia en su estudio.

Otros académicos creen que el símbolo de «+» o la propia «x» aparecen en las inscripciones como una marca de protección, en lugar de representar propiamente a la muerte. Es aquí cuando la letra Tau (T) recobra importancia por su parecido con la cruz en la escritura paleohebrea, pero al cambiar la lengua a partir del siglo I, el valor de esta letra se va perdiendo en cuanto a significación con la cruz. En todo caso, la marca de la cruz puede ejemplificar un sinónimo de protección en lugar de estar vinculada con la muerte de Jesús.

En Pompeya y Herculano

Para las Ruinas de Pompeya y Herculano se han visto muchas cruces construidas en yeso en una famosa pared de ese lugar conocida como «Casa Pansa». De igual modo, en una antigua panadería se detalla la huella en otra de ellas, llamada «Casa del Bicentenario».

Su datación aborda aproximadamente al año 79 d.C, para determinar que la cruz cristiana ya existía y con un valor interesante dentro de la historia universal. Sumado a esto, aparecen más inscripciones alegóricas a la muerte de Jesús para reforzar más esta teoría.

En la obra “Cristianismo Primitivo y Religiones Mistéricas” escrita por el ilustre profesor José María Básquez, marca la diferencia respecto a estas hipótesis con un gran desacuerdo:

«Es dudoso que estos símbolos cristianos tengan que ver con la muerte de Jesús, más tomando en cuenta la fecha tan temprana en que aparecieron. La cruz está atestiguada de manera oficial posterior al siglo IV, tal como la muerte de Jesús y los sarcófagos 171 y 169 del Museo Laterano».

Antonio Varone sigue la misma temática del Profesor Básquez y exhorta a los historiadores a que indaguen un poco más allá del siglo IV, en el que se toma como referencia en la consolidación para los acontecimientos anteriores y posteriores de la crucifixión de Jesús. «el culto verdadero» por la cruz no puede tomarse en las fechas tan tempranas a su hallazgo, hasta que los emperadores inicien el propio camino hacia su propia espiritualidad.

Varone es muy seguro en sus posturas al decir que incluso en el siglo III d. C no puede determinarse con exactitud las causas que condujeron a Jesús hasta su muerte, ni como el simbolismo de la cruz en la vida cristiana, por falta de documentación e interés de los sinópticos por ir más allá de lo conocido. Antes del siglo II, es realmente difícil establecer un paradigma de estas cruces con la vida cristiana, de acuerdo a los planteamientos de este profesor.

Tuvo un estudio más profundo con la huella de cruz encontrada en la panadería «Casa del Bicentenario» porque en el mismo lugar donde está la cruz, aparece la silueta de una deidad con forma de serpiente, además, otras imágenes de carácter obsceno que nada tiene que ver con el espíritu cristiano que tanto se ha esforzado en enaltecer para mantener cierta verosimilitud entre los hallazgos y lo conocido mundialmente por los Evangelios.

El emblema cruciforme antes de la muerte de Jesús representaba la protección, además de tener connotaciones mágicas y espirituales. En tiempos antiguos, la idea contemplada de la cruz podía destruir todo tipo de pestes y enfermedades mortales que azotaban con fuerza a los pueblos más indefensos de Israel.

Antonio García y Bellido, un nombre muy importante para los efectos del Herculano, gracias a su descubrimiento, describe que las cruces pudieron pertenecer a un retablo perdido de un santuario privado que fue a parar hasta las ruinas. Luego de ver la figura comienza a describirla como un elemento aislado, rodeado por un pañuelo al fondo de una habitación . Por la ventana, entraba un pequeño rayo de luz que hacía un juego extraordinario con la cruz y el pañuelo.

García y Bellido se sostiene de una cita encontrada en «Hechos de los Apóstoles» para asegurar que la pieza de la cruz pudo haber pertenecido a un desembarco en Pozzuoli alrededor del año 60 d.C. La explicación al pañuelo maltratado puede deberse a las constantes persecuciones neronianas que hicieron dañar el producto, o estar sometido a una gran exposición de público que en medio del evento pudieron deteriorarlo hasta desaparecer.

Otras reliquias religiosas, acorde a lo planteado por este ilustre personaje, permanecieron intactas por muchos años, mientras que las cruces, el pañuelo y la escena de la habitación se encuentran en deterioro no progresivo, gracias a los cuidados que han recibido por las máximas autoridades de los museos para mantener esa prueba viva de su primera aparición.

El grafito de Alexámenos

En las ruinas imperiales en el Palacio de Roma, específicamente en la época pretoriana, se halló por primera vez una inscripción en la cruz en la cual se encontraba un asno.

En frente de la figura del asno estaban un hombre crucificado con los brazos extendidos en una posición orante, aunque otras interpretaciones aseguran que el hombre no estaba crucificado, sino frente a la cruz en posición orante a modo de contemplar el objeto. La inscripción está escrita en griego, pero bajo efectos de traducción expone «Alexámenos alaba a Dios».

Aparentemente este grafito tiene una datación hacia el año 160 d.C cuando gobernaba Marco Aurelio. Otros estudiosos prefieren ir más allá en el tiempo para situar la aparición en la época de Alejandro Severo (200 d.C).

José Manuel Bázquez reaparece para interpretar un poco este descubrimiento, diciendo que esta cruz podría ser anticristiana, es decir, estar frente a una gran ofensa para lo que representa la muerte de Jesús y toda su pasión. Su explicación tiene sentido: los judíos prefirieron adorar la cabeza de un asno en lugar de representar con dignidad la muerte de Jesús.

Gracias al aporte de Básquez, los euridotos posteriores no se enfocaron en evaluar la imagen con contenido cristiano, sino investigar el trasfondo de la burla hacia la Señal de la Cruz. Muchos llegaron a la conclusión que sin duda alguna se trataba de una imagen anticristiana desde todo punto de vista. Grandes disputas se produjeron años después, cuando Minucio Félix tachó de pagano a Cecilio por continuar adorando la piel de un asno al hijo de Dios.

Las demás representaciones de la muerte de Jesús en la cruz aparecen con un hombre vestido con túnica, en lugar de mostrar a Cristo semidesnudo en su lecho de muerte. Luego de iniciar el siglo IV, son pocas las posibilidades de hallar cualquier retablo con el torso de Jesús cubierto por una manta. Posiblemente el grafito de Alexámenos estaba vestido, una actitud contraria a los ejércitos romanos que acostumbraban desnudar a sus víctimas antes de dar muerte.

Una de las pocas razones por las cuales el grafito de Alexámenos toma verosimilitud es la estructura de esta cruz, que parece bastante a una immissa, en la que Jesús pudo haber permanecido hasta la hora de su muerte y tiene sentido por la presencia del travesaño. Este es un hecho distinto a todas las representaciones romanas, por tanto no puede descartarse, así tenga un motivo para catalogarse como blasfemia contra la imagen de Cristo.

El grafito en lugar de ofender a Jesús, pudo originarse conforme a ser burlas contra un admirador gnóstico, en parte por el hallazgo de un sello conformado por hematita, elaborada por Ofeo Báquico. Al principio, esta figura si tenía una connotación cristiana, pero escondiendo en su interior otras intenciones que se desvían a la blasfemia en lugar de la admiración por la vida que Jesús entregó a cambio de salvar al mundo.

En el siglo XX, durante 1920 para ser exactos, los investigadores de esa fecha estuvieron atentos a estas intenciones, como ejecutar ritos ocultos o que la imagen perteneciera a una religión distinta en la que pudiese establecer burlas contra Jesús y los momentos más cumbres de su vida. El Sacerdote Julio César condena esta imagen al afirmar que es un auténtico fraude contra las enseñanzas de Cristo en su crucifixión.

Mi último dia - La muerte de Jesús
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