Para todos es conocido que es a través del Creador que hemos recibido, tanto los aspectos, físicos como también los materiales y los espirituales. Es por tal razón que es Dios el que le ha infundido al Amado Maestro Jesús la ciencia infusa, la cual es catalogada como la ciencia procedente de forma directa de Dios. Ni te imaginas lo interesante que resulta este artículo. Seguro que vas a aprender cosas que no sabías y que te serán de mucha utilidad.
Indice De Contenido
- 1 Sobre la ciencia inspirada o infusa del alma de Cristo
- 2 ¿Es mediante la ciencia que Cristo conoce todas las cosas?
- 3 ¿Fue acaso que el alma de Cristo poseyó esa ciencia infusa de forma discursiva?
- 4 ¿Se puede comparar esta ciencia infusa con la de los ángeles?
- 5 ¿La ciencia inspirada se trató de una ciencia habitual?
- 6 ¿Se diversificó la ciencia a través de diferentes hábitos?
Sobre la ciencia inspirada o infusa del alma de Cristo
Vamos a tocar este interesante tema relacionado con la ciencia inspirada o infusa del alma de Cristo. Así es que lo primero que este tema de la ciencia infusa, nos inspira es plantearnos algunas preguntas, tales como:
- ¿Es mediante la ciencia infusa que Cristo conoce todas las cosas?
- ¿Hubiese sido posible que se sirviese de la ciencia infusa, sin necesidad de acudir a las imágenes sensibles?
- ¿Fue acaso que el alma de Cristo poseyó esa ciencia discursiva?
- ¿Se puede comparar esta ciencia infusa con la de los ángeles?
- ¿Acaso se trató de una ciencia habitual?
- ¿Se diversificó a través de diferentes hábitos?
Ahora veamos las reflexiones acerca de cada una de estas interrogantes, en la búsqueda de sus respuestas.
¿Es mediante la ciencia que Cristo conoce todas las cosas?
En principio, hay que decir que existen una cantidad de objeciones que hacen parecer que Cristo, no había conocido de todas las cosas a través de la ciencia infusa.
Es de señalarse pues que esta ciencia infusa, se le infundió a Cristo con la finalidad de que fuera perfeccionado su posible entendimiento. Sin embargo, lo que se refiere al entendimiento posible que corresponde al alma humana, parece que no está potencializado de manera absoluta para todo.
Sino que más bien lo está, para las cosas que puedan actualizarse por lo que se conoce como el entendimiento agente, el cual resulta ser su propio principio activo. Siendo el caso que estas cosas es posible que las conozca más bien, la razón natural. Motivo por el cual, entonces no fue mediante la ciencia infusa, que Cristo pudo conocer los objetos que se encuentran rebasando a lo que es la razón natural del individuo.
De las imágenes y la ciencia infusa
En relación a las imágenes, las mismas se consolidan con el entendimiento humano guardando similar relación, que la que se produce entre los colores y la vista. Luego entonces la perfección en cuanto a la potencia visual, no es necesario que conozca todo aquello carente de color.
Así es que tampoco, lo que es la perfección en cuanto al entendimiento humano, tiene la exigencia de conocer a todas las cosas las cuales no se pueden expresar a través de las imágenes. Tal como ocurre con las sustancias que se encuentran separadas.
Es así entonces, que dado a que le fue concedida la ciencia infusa a Cristo, con la finalidad de que perfeccionara su entendimiento, pareciera ser que no conoció a través de la misma lo relacionado a las sustancias separadas.
Luego entonces, para perfeccionar el entendimiento no es necesario que se conozcan los singulares. Por lo que entonces al parecer, Cristo no tuvo conocimiento de los singulares mediante la ciencia infusa.
Lo que dice Isaías en su evangelio
Es de señalarse que, en contra de esto se encuentra lo escrito en Isaías 11, 2-3 donde es indicado:
“Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos”.
Siendo el caso entonces, que al abrigo de estos dones se encuentra incluido todo aquello que resulta ser el objeto de conocimiento. Luego entonces pertenece a la sabiduría, efectivamente, el conocimiento relativo a todo lo que es divino. Mientas que al entendimiento le es competencia lo relacionado con, el conocimiento de todo aquello que es inmaterial.
Luego tenemos que a la ciencia entonces, le es inherente aquel conocimiento de todas las conclusiones posibles. Y al consejo le atañe lo relativo al conocimiento de todas las prácticas anteriores. Así es que entonces, Cristo fue capaz de conocer todas las cosas a través de la ciencia, la cual le fuera infundida a mediante el Espíritu Santo.
La perfección del alma de Cristo
Luego se tiene pues que resultó conveniente todo esto, a fin de que fuera perfecta el alma de Cristo absolutamente en todo. Siendo que toda su potencialidad fuera convertida en acto. Asimismo, ha de tener en cuenta que como en cualquier otra criatura, en el alma humana, se hace la distinción de una potencia doble la cual es pasiva, siendo las mismas:
- Por relación al agente natural
- Respecto del primer agente
Lo cual es posible que eleve hacia un acto superior a cualquier criatura, cosa la cual no sería capaz de realizar un agente que sea natural. En este último caso se suele llamar en la criatura, la potencia obediendal.
En ambas potencias, las mismas se actualizaron en el alma de Cristo, a través de la ciencia infusa, lo cual se realizó desde lo alto. Y por tal razón, es mediante la misma, que el alma de Cristo pudo conocer en primer lugar. Todo aquello que el hombre solamente es capaz de conocer, a través de la fuerza de luz correspondiente al entendimiento agente.
Tal como resultan ser todos aquellos objetos correspondientes a las ciencias humanas.
Luego en segundo lugar, fue mediante la ciencia infusa que Cristo tuvo el conocimiento, de todo aquello que los hombres pueden conocer a través de la revelación de tipo divina. Siendo que pueda pertenecer eso a lo que sea:
- El don de la sabiduría
- Don de la profecía
- Cualquier don correspondiente al Espíritu Santo
Siendo el caso que fue el alma de Cristo, conocedora de todas estas cosas, de una más amplia y mejor forma que todo el resto de los hombres. Sin embargo, no tuvo el conocimiento correspondiente a la esencia de Dios, mediante la ciencia infusa.
Algunas objeciones
Es posible encontrarse con algunas objeciones como por ejemplo, la dificultad que se plantea basada en la acción natural que el alma intelectiva produce. Siendo esto a saber, en la cual el establecimiento se realiza por relación con el agente natural, el cual es el entendimiento agente.
Así mismo se tiene que el alma humana, cuando se encuentra en esta vida, no es capaz de tener el conocimiento en cuanto a las sustancias separadas, cuando de alguna manera se encuentra ligada al cuerpo. Por lo tanto, es incapaz de entender, sin que exista la colaboración correspondiente a las imágenes.
Sin embargo, luego de la vida terrena, cuando el alma se encuentra separada le será posible conocer, por sí misma y de alguna manera, lo relacionado con las sustancias separadas, como fue dicho anteriormente. Siendo el caso que esto terminara siendo claro, de manera especial en cuanto a las almas de quienes son bienaventurados.
Cristo vio y comprendió mediante la ciencia infusa
Luego entonces en el caso de Cristo, antes de que se produjera la pasión, no solamente fue viador, sino que también se convirtió en comprehensor. Por lo que su alma tuvo la capacidad de conocer a las sustancias, que se encontraban separadas, de la misma forma como es conocido por las almas que se encuentran separadas del cuerpo.
Es de señalarse que lo correspondiente al conocimiento de los singulares, no es perteneciente a la perfección, en cuanto a la inteligencia correspondiente al orden meramente especulativo.
Más si lo es, en cambio, a lo referido al conocimiento de tipo práctico, el cual no es realizado sin que exista el conocimiento en cuanto a los singulares, sobre los cuales ha de recaer lo que se refiere a su operación.
Así es que, tal como es dicho por Cicerón en su retórica, lo correspondiente a la prudencia tiene el requerimiento en cuanto a la memoria del pasado. Al igual que el conocimiento relativo al presente y la cautela para aquello que será lo futuro.
Consecuentemente, debido a la plenitud de la prudencia la cual tuvo Cristo, y conforme al don correspondiente al consejo, es consiguiente que tuvo el conocimiento de todos los singulares correspondientes al pasado, presente y futuro.
¿Hubiese sido posible que se sirviese de la ciencia, sin necesidad de acudir a las imágenes sensibles de representaciones imaginarias?
Se pueden presentar algunas objeciones, en cuanto al parecer de que el alma de Cristo, no tuvo la capacidad de entender a través de esta ciencia. Sin que sirviera de las representaciones de tipo imaginarias.
Dado a que las imágenes se encuentran guardando con el entendimiento, la similar relación que tiene la vista con los colores, como fue dicho anteriormente.
Se debe señalar que, en cuanto a la potencia visual que tenía Cristo, no se pudo ejercitar, sino a través de los colores. Luego entonces, tampoco lo relacionado con su entendimiento fue capaz de entender alguna cosa, sin que se sirviera de las imágenes.
Luego entonces el alma de Cristo, resulta tener la misma naturaleza que la de nosotros, de no ser así entonces no fuera perteneciente a nuestra especie. Entonces esto contradice lo que fue dicho el Filipenses 2,7: Se hizo semejante a los hombres.
Siendo entonces nuestra alma incapaz, de tener el entendimiento sin que recurra a las imágenes. Asimismo, es que sucede en el alma de Cristo. Sin duda alguna que han sido recibidos ppor el hombre los sentidos, con la finalidad de que le hagan servicio a la inteligencia.
Así es que Cristo tuvo la capacidad de entender, sin que tuviera el concurso de las imágenes, las cuales son recibidas a través de los sentidos. Sería sugerido que los mismos le fueron otorgados entonces de una manera inútil, lo cual no se puede admitir.
Entendió sin la ayuda de las imágenes
Sin embargo, posteriormente parece que el alma de Cristo, no estuvo en la capacidad de entender sin que se sirviera de las imágenes. Contrario a esto se encuentra el hecho de que el alma de Cristo estuvo en conocimiento, de una cantidad de realidades las cuales no se pueden conocer a través de las imágenes.
Tal como se trata el caso de las sustancias separadas. Es por tal motivo que, sí logró entender sin que fuera ayudado de las imágenes.
Es de señalar que Cristo, antes de que comenzara con su pasión, se convirtió a la vez en viador y en bienaventurado. Y además se encontró en condiciones de viador de una manera muy especial, mediante el cuerpo. En relación a lo que el mismo era capaz de padecer.
Mientras que, lo relacionado con sus condiciones de bienaventurado fueron poseídas, sobre todo, por la parte correspondiente a su alma intelectiva. Sin embargo, en cuanto a su condición de alma bienaventurada no se está sometida al cuerpo en ninguna forma. Ni tampoco va a depender del mismo.
Sino que habrá de dominarlo de una manera entera. Es por tal razón que luego de la resurrección la gloria correspondiente al alma, se va a encargar de redundar en el cuerpo.
Un viador tiene necesidad de la imágenes
Es el caso pues, que el alma del hombre viador, lo cual significa que es una persona que se encuentra en esta vida, pero que su aspiración es la de caminar hacia la eternidad. Tiene la necesidad de ser auxiliado por las imágenes. Debido a que se encuentran ligadas al cuerpo, e inclusive hasta cierto sentido, están sujetas y dependientes de él mismo.
Es por tal razón que las almas que son bienaventuradas, igualmente antes al igual que luego de la resurrección, son capaces de entender sin que tengan el recurso correspondiente a las imágenes. Siendo esto mismo, lo que se debe decir del alma de Cristo, el cual plenamente tuvo la facultad correspondiente al bienaventurado.
Objeciones
En cuanto a las analogías que son presentadas por el Filósofo, nunca serán entendidas de un modo absoluto. Siendo que se encuentra claro que el fin de lo relativo a la potencia visiva, se trata del conocimiento de los colores.
Entretanto que el de la potencia correspondiente a la intelectivo, no se trata de conocer las imágenes, sino más bien de tener el conocimiento de las ideas, que en el transcurso de la vida en la tierra, puede obtener mediante las imágenes y también en las imágenes propiamente dichas.
Por lo tanto, en base a la ciencia infusa, surge una analogía en relación a lo que es cada objeto respectivo en cuanto a cada potencia. Sin embargo, no en relación al objeto en que sea consumida propiamente, lo específico de cada una de las potencias.
Asimismo, no existe ningún impedimento de que un ser tenga la tendencia a su propio fin de distintas formas, de acuerdo a los diferentes estados, pero el propio fin de cada uno de los seres siempre va a ser único.
La inteligencia no puede conocer sin las ideas
Es por tal razón que aun cuando la vista no pueda conocer nada sin el color, lo que es la inteligencia, en cambio, en un estado determinado, es capaz de conocer sin la imagen, más no lo puede hacer sin las ideas.
En cuanto a la ciencia infusa, aun cuando el alma de Cristo tuviera nuestra misma naturaleza. Sin embargo, también tuvo un estado el cual no lo poseen de hecho nuestras almas. Sino que solamente en la esperanza, lo cual a saber es, el estado de la bienaventuranza.
Aun cuando el alma de Cristo, en cuanto a la ciencia infusa, pudiera tener la capacidad de entender sin que se sirviera de las imágenes. También era posible que entendiera acudiendo a ellas. Y, es por tal razón, que no poseyó los sentidos en vano.
Máxime que cuando los mismos no han sido concedidos al hombre, solamente para el conocimiento de tipo intelectual, sino también para cubrir todas las necesidades que son de la vida animal.
¿Fue acaso que el alma de Cristo poseyó esa ciencia infusa de forma discursiva?
Han de plantearse en principio algunas objeciones, mediante las cuales al parecer el alma de Cristo no tuvo la ciencia infusa de un modo discursivo.
En primer lugar se ha de destacar, que no es puesto en Cristo ni el consejo ni tampoco la elección. Sin embargo, en ambos casos le son retirados a Cristo, debido a que esto implica una comparación o discurso. Luego entonces parece que no existió en Cristo la ciencia comparativa o discursiva.
Asimismo, en cuanto al hombre se requiere de hacer comparación, y también del discurso de tipo racional. A fin de realizar las averiguaciones, de todo aquello que le es desconocido. El alma de Cristo tuvo conocimiento de todo. Luego entonces, no hubo la presencia de la ciencia discursiva o comparativa en él.
Es así que entonces la ciencia de Cristo, se consolidó como al estilo de aquella propia de los bienaventurados, que son semejante a los ángeles. Tal como ha sido dicho en Mateo 22,30:
“Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo”.
Siendo sin embargo que el los ángeles no es dada ninguna ciencia ni discursiva, ni tampoco comparativa. Luego entonces tampoco fue dada en el alma de Cristo.
Contrario a lo anterior
En contra de lo dicho anteriormente se encuentra que Cristo, si poseyó un alma que era racional, tal como se ha dicho antes. Y que la operación propia correspondiente al alma racional, se trata de la comparación y el discurrir de una cuestión a otra. Luego entonces existió en Cristo la ciencia discursiva o comparativa.
Siendo que se puede responder que una ciencia es posible que sea discursiva o comparativa de dos formas diferentes, teniendo en cuenta que una se refiera a lo que corresponde a la adquisición de la misma, tal cual como ocurre en nuestro caso. Motivo por el que llegamos a obtener el conocimiento de una cosa, partiendo de otra.
Tal como es por ejemplo, los efectos que se producen a través de las causas o viceversa. Luego entonces en este sentido, lo que es la ciencia del alma de Cristo, no se puede considerar como discursiva o comparativa, debido a que la ciencia de la cual estamos hablando ahora, en cuanto a la ciencia infusa, le fue infundida de forma divina, puesto que no fue adquirida a través de las investigaciones.
Utilizar la ciencia que ya se posee
Se tiene igualmente otro ejemplo, que es mediante el empleo de dicha ciencia, tal como en ocasiones suele suceder con aquellos que mediante las causas hacen la deducción de los efectos. Siendo que no es para lograr el aprendizaje de algo que sea nuevo, sino que es con el fin de utilizar a sabiendas, la ciencia que ya estaban poseyendo.
Luego entonces se puede decir que, en relación a este aspecto, y en cuanto a la ciencia infusa, la ciencia correspondiente al alma de Cristo, podía ser tanto discursiva como también comparativa. Debido a que le era posible hacer la deducción de una cosa de otra a su entero gusto.
Fue así como procedió el Maestro Jesús en el momento en que según Mateo 17, 24-25, le realizó la pregunta a Pedro: “¿A quién cobran tributos los reyes de la tierra, a sus hijos o a los extraños?”. Luego entonces cuando respondió Pedro le indicó “a los extraños”. Así que Jesús le concluyó: “Luego los hijos están exentos”.
A las objeciones
Luego entonces, queda excluido de Cristo lo que es el consejo que implique la duda. Siendo que consiguientemente la elección, se encuentra incluyendo el consejo de dicha naturaleza. Mientras tanto, no es excluido de Cristo el ejercicio correspondiente al consejo.
Asimismo, dicha dificultad se encuentra planteada sobre lo que es el discurso, y la comparación en relación a los medios, a fin de adquirir la ciencia. Igualmente, los bienaventurados tienen la semejanza a los ángeles, en relaciona a los dones de gracia. Sin embargo, en ellos subsiste la diferencia en cuanto a la naturaleza. Siendo de allí que el uso correspondiente a la comparación además del discurso sea de tipo connatural a las almas de quienes son los bienaventurados, más no a los que son los ángeles.
¿Se puede comparar esta ciencia infusa con la de los ángeles?
Se pudiera decir acaso, que la ciencia infusa de Cristo, ¿fue inferior a la de los ángeles? Es posible que nos podamos encontrar con algunas objeciones, del motivo por el cual parece que en Cristo, dicha ciencia infusa se considera inferior a la que tienen los ángeles.
Es así como se pueden mencionar por ejemplo, la perfección que guarda una alta proporción en el sujeto que se va a perfeccionar. Mientras tanto el alma humana en el orden natural, resulta ser inferior a la naturaleza que es angélica.
Consecuentemente, tal como la ciencia de la cual venimos conversando que es la ciencia infusa, le fuera infundida en el alma de Cristo, a fin de que manifestara su propia perfección. Luego entonces pareciera que se trata de que fuera inferior a la ciencia, que se encarga de perfeccionar a la naturaleza angélica.
Se tiene además que la ciencia infusa del alma de Cristo, fue en cierto modo, tanto comparativa como también discursiva, cosa la cual no se puede decir en cuanto a la ciencia de los ángeles. Así es que la ciencia del alma de Cristo, resultó ser inferior a la ciencia correspondiente a los ángeles.
De igual forma una ciencia resulta ser más noble, a medida que es más inmaterial. Ahora bien, se considera a la ciencia de los ángeles como más inmaterial que la ciencia correspondiente al alma de Cristo.
Debido a que el alma de Cristo hace la actualización de su cuerpo y además hace uso de las imágenes. Cosa la cual no es un acontecimiento propio de los ángeles. Luego entonces se deduce, que la ciencia de los ángeles resulta ser superior a la ciencia infusa correspondiente al alma de Cristo.
Contrario a esto
Se tiene pues que contra esto se encuentra lo dicho en Hebreos 2,9:
“Vemos al que Dios hizo poco menos que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honor por haber padecido la muerte”. En este caso se deduce que Cristo resulta ser inferior a los ángeles, solamente por el hecho de que padeció la muerte. Sin embargo, no por el hecho en sí de la ciencia.
Ha de señalarse entonces que la ciencia infusa del alma de Cristo, es posible considerarla bajo dos aspectos especialmente. Siendo uno el cual va atendiendo a aquello que tuvo, mediante la causa que lo produce. Y el otro, fijándonos en lo que tuvo a través del sujeto que lo está recibiendo.
Luego entonces de la primera forma, la ciencia infusa, del alma de Cristo, resulta ser superior a lo que es la ciencia de los ángeles. Igualmente, que por el número de los objetos que resultan ser conocidos, mediante la propia certeza de la ciencia.
Debido a que la luz de tipo espiritual que es infundida en el alma de Cristo, resulta ser muy superior a la que corresponde a la ciencia de los ángeles. Igualmente ocurre por lo que es el número de los objetos que son conocidos, mediante la certeza de la propia ciencia.
Mirándolo de la segunda forma, la ciencia infusa del alma de Cristo, resulta ser inferior a la ciencia correspondiente a los ángeles. Siendo a saber, debido a la manera de conocer lo que es el natural correspondiente al alma humana. Lo cual es, a través del recurso de las imágenes, al igual que a la comparación y también al discurso.
¿La ciencia inspirada se trató de una ciencia habitual?
Se presentan en este sentido, algunas objeciones por las cuales es pensado que Cristo, no tuvo la ciencia habitual. Sin duda que hemos visto en el transcurso de la ciencia infusa, que Cristo tiene la perfección máxima. Pero lo correspondiente a la perfección de la ciencia en acto, resulta ser mucho mayor que la que ya existe como un hábito.
Luego entonces luce que fue más bien una conveniencia, el hecho de que lo conociese todo más bien mediante el acto. Consecuentemente, no se considera que tuviera ciencia habitual.
Debido que es ordenado el habito al acto, se tiene la impresión de que una ciencia que es habitual, la cual nunca se convierta en acto resultaría ser inútil. Y tal como lo conoció todo Cristo, de acuerdo a lo ya dicho. No hubiese sido posible el hecho de hacer la contemplación de todas las cosas, en un acto mediante el cual las haya conocido una en pos de la otra.
La ciencia que fue una actual
Dado a que no resulta posible el hecho, de hacer un recorrido de un número de cosas infinito. Así es que en él, lo que se refiere a una ciencia habitual, hubiese resultado inútil. Lo cual es inadmisible. Por lo tanto, tuvo fue una ciencia actual, y no una habitual, de cuanto había conocido.
Así es que, en relación a la ciencia infusa, lo que se refiere a la ciencia habitual, resulta ser una perfección de aquel que ya la posee. Y lo relativo a la perfección resulta ser más noble, que aquel sujeto que se ha perfeccionado mediante ella.
Por lo tanto, en el caso de que haya existido en el alma de Cristo, algún hábito que fuera de tipo científico, y además creado, se estaría siguiendo aquello de que una cosa que fue creada, resulta ser superior al alma de Cristo. Motivo por el cual no existió entonces, ciencia habitual en el alma de Cristo.
En contra de esto
Se tiene que la ciencia infusa de Cristo, de la cual estamos hablando, resulta ser de una manera unívoca con la ciencia que es nuestra. Así como también lo relacionado con su alma resulta ser, de similar especie a la que es la nuestra. Sin embargo, nuestra ciencia se trata de un hábito. Por lo tanto, se tiene que de igual forma fue habitual, la ciencia de Cristo.
La respuesta correspondiente a lo anterior indica, tal como se ha expuesto con anterioridad, que el modo correspondiente a esta ciencia infusa en el alma de Cristo, se procedió a conformar con el sujeto que la estaba recibiendo.
Debido a que lo que recibía, se acomodaba a la manera de ser del sujeto que la estaba recibiendo. Pero resulta algo connatural al alma humana, la cual pueda algunas veces entender en el acto y otras en potencia. Siendo el caso que el medio entre lo que es la pura potencia y el acto que es completo, resulta entonces ser el hábito.
Luego entonces, tanto el medio como los extremos resultan pertenecer al mismo género. Y de esa forma queda claro que la manera connatural del alma humana, es la de recibir a la ciencia en una forma de hábito.
Por lo tanto, ha de resultar preciso el hecho de decir, que la ciencia infusa del alma de Cristo, resultó ser habitual, y que podía entonces servirse de ella al momento que le apeteciera.
Se tiene a las objeciones entonces que
El conocimiento del alma de Cristo fue doble, y en ambos casos se cataloga como de perfectísimos. Siendo que uno fue superior a lo relativo, a una condición correspondiente a la naturaleza humana. Con el cual hacía la contemplación de la esencia divina, y en consecuencia de todas las cosas.
Teniendo en cuenta que este fue un perfectísimo conocimiento en absoluto. Más no se puede considerar como habitual, sino más bien como actual en relación a todo lo que es conocido de esta forma.
Luego entonces, el otro caso fue un conocimiento que se proporcionó a la condición correspondiente a su naturaleza humana. Debido a que tuvo el conocimiento de las cosas a través de las especies. Las cuales le fueron infundidas de manera divina, y de lo cual estamos ahora hablando.
El hábito es un acto que corresponde a la voluntad
Igualmente, en cuanto al hábito, el mismo se convierte en un acto, a través del imperio correspondiente a la voluntad. Debido a que el hábito es aquello con lo cual se actúa en el momento que se quiere.
Mientras tanto la voluntad es mantenida de una forma indeterminada en cuanto a infinitas cosas. Pero dicha indeterminación no resulta inútil, aun cuando no tienda en la actualidad hacia todas ellas.
Esto con tal de que se realice la polarización en acto, hacia lo que es conveniente en un lugar, y también en un tiempo el cual sea determinados. Es así por lo tanto que tampoco resulta inútil el hábito.
Aun cuando no se proceda a convertir en acto, de todas aquellas cosas las cuales abarca el mismo. Con la condición de que sea traducida en un acto, que sea lo conveniente para el fin que se ha establecido. Y mediante la voluntad, en base a las exigencias que tengan que ver con los asuntos y también con el tiempo.
¿Se diversificó la ciencia a través de diferentes hábitos?
En este caso se tienen algunas objeciones, por las cual se piensa que en el alma de Cristo, no existió sino más que un hábito único de tipo científico. En cuanto a la ciencia infusa, y teniendo en cuenta que, tanta más perfección tiene una ciencia cuanto más simple es la misma.
Es de allí que los ángeles denominados como supremos, tengan el conocimiento a través de las formas que se consideran más universales. Tal como está indicado más arriba. Luego entonces la ciencia de Cristo resultó ser perfectísima. Posteriormente fue subiendo a un grado supremo y es por tal razón que no se diversificó en diferentes hábitos.
En cuanto a la fe la misma es procedente de la ciencia de Cristo, y es por tal razón que se indica en hebreos 12,2 que:
“Mirando al autor y consumador de la fe Jesús”.
Sin embargo, lo relacionado con el hábito de la fe con lo cual creemos todos lo que se necesita creer, resulta ser único. Luego entonces con una mayor razón, existió en Cristo solamente un hábito de tipo científico. Tomando en cuenta que las ciencias tienen la distinción, mediante una diversidad de objetos los cuales son formales.
Ahora bien, en cuanto a la ciencia infusa, el alma de Cristo tuvo el conocimiento de todas las cosas mediante una formalidad única. La cual a saber es mediante la luz que es divinamente infusa. Por lo tanto, Cristo tuvo entonces solamente un hábito de tipo científico.
Lo que está en contra de esto
Se tiene en Zacarías 3,9 que “Sobre esta única piedra, hay siete ojos” lo cual está indicando a que existen siete ojos en Cristo. Cabe señalarse que el ojo resulta ser el sinónimo de ciencia. Por lo tanto, pareciera que en Cristo, hubo la existencia de varios hábitos que son científicos.
Al responder este asunto es bueno aclarar tal como se ha expuesto que la ciencia infusa del alma de Cristo, que la misma estuvo acomodada de un modo connatural con el alma humana.
Y resulta natural el hecho de que el alma humana, reciba especies que sean menos universales que los mismos ángeles. Por lo que tiene el conocimiento de las distintas naturalezas, que son específicas a través de las diferentes especies inteligibles.
Así es que el hecho, de que existan en nosotros una serie de diversos hábitos de tipo científicos, es proveniente de que existen diferentes objetos que son cognoscibles, en relación a que todas las cosas. Siendo que las mismas le corresponden en pertenencia a un mismo género, y que resultan conocerse a través de un mismo hábito el cual es científico.
Es bueno señalar entonces, que la ciencia infusa correspondiente al alma de Cristo procedió a ser diversificada en una serie de hábitos.
En cuanto a las objeciones
Entonces queda consignado, que la ciencia infusa del alma de Cristo resulta ser perfectísima. Y también superior a la de los ángeles, que es además considerada por parte de Dios, el cual es quien la causa.
Sin embargo, resulta inferior a la ciencia angélica, si es mirada desde el modo en el cual es recibida por el sujeto. Siendo esta modalidad la que hace la implicación, en cuanto a que tal ciencia se diversifique en una serie de hábitos.
En cuanto a nuestra fe, la misma se encuentra apoyada en la verdad primera. Y es por tal razón que Cristo, se convierte en el autor de la fe nuestra, de acuerdo a la ciencia divina, la cual es de forma absoluta una sola.
En relación a la luz divinamente infusa, se trata del medio más común con el fin de tener el conocimiento en cuanto a las verdades que se han revelado. De igual forma, que la luz correspondiente al entendimiento lo es con la finalidad de conocer aquellas cosas que son naturales.
Y es por tal razón que resultó conveniente el hecho de que en el alma de Cristo, existiesen las especies de cada una de las cosas. A fin de que tuviese entonces la noticia de cada una de las mismas, mediante su propio conocimiento.
Y es por dicho motivo que, resulta necesario el hecho de que en el alma de Cristo se encontraran distintos hábitos de tipo científico, donde se encuentra por supuesto la ciencia infusa.
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